E S P E C I A L.

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Desgraciados rayos de sol, Sebastián no ha cerrado las ventanillas, desgraciado él por no cerrarlas

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Desgraciados rayos de sol, Sebastián no ha cerrado las ventanillas, desgraciado él por no cerrarlas. Estoy entre: levantarme, leer un libro, tomar café o seguir durmiendo. Voto por tomar café, me levanté, alcé mi pierna izquierda para no despertar a Sebastián. Él es un cagón de aquellas, no duerme en otra habitación por cagón, en estos instantes duerme en el piso.

Me encantó la palabra cagón, como vi en internet la mayoría de los mexicanos dicen esa palabra. Amo como se expresan los latinoamericanos, espero viajar. ¿Las posibilidades? Me ayudaran a ir, todo fantástico, pero no me dan los ánimos posibles para estar lejos de casa. No quiero estar lejos. ¿Por qué? No lo sé, me siento más... más cerca de Elizabeth.

Entré al baño y agarre el cepillo dental, lo pasé por mis dientes un par de veces, mojé mi rostro y salí de ahí. Debería despertar a Sebas, pero no quiero que pase lo mismo que la última vez. Pero sólo haré un intento.

—Sebas despierta— susurre más para mí que para él. No respondió, me voy.

Abrí las puertas de mi habitación, y salí en busca de comida. Mi estomago hizo un ruido inexplicable. Caminé con la ilusión de preparar un café exquisito. Caminé, todo bien, perfecto, divino, hasta que la pelirroja se apareció.

— ¡Hey! — dijo animosa. Como puede ser tan irritante y ser tan... sólo me callaré. Hice una mueca de disgusto.

— ¡Hey! —intenté imitarla, pero mi ser no me lo permite.

—Has visto a Adam— preguntó poniéndose delante de mí. ¡Guardias llévenla!, nadie debería presentarse delante de mí, si yo no le permito. Nah, mentira. Sólo juego— en qué piensas.

—Nada de tu incumbencia—dije amargado— no, no le he visto.

—Está bien—dice dudosa—, lo buscare. Buen día—dice y se larga.

Caminé hacia la cocina con los auriculares puestos.

Oh Santo cielos. En mi Playlist sonó una música de Bruno Mars, no es que odie sus músicas pero me gusta más a lo antiguo. Por fin una vez dentro de la cocina, saludé a todas y Adam.

—Hola— dije con una fina sonrisa y fui junto a Inge.

— ¡Hola! — dijeron al unísono.

—Hola pequeño, ¿cómo estás? — depositó un beso en mi frente. Soy alto, pero me agarró de la mejilla y me bajo hasta que me pudiera dar ese beso en la frente, apretó mi mejilla tal abuela con sus nietos— espero que bien muchachito— dijo con una sonrisa resplandeciente. Literal, su dentadura es brillante para ser una anciana. Soltó mi mejilla.

—Bien— dije sonriente— Inge. Em...

—Mark, quieres que te haga el desayuno, o lo haces tú— dijo Anne.

—Yo lo haré— dije mirándole y luego regresé mi mirada a Inge.

— ¿Y, qué me ibas a decir? —preguntó, esperando a que respondiera.

—No, no nada— dije con una risa apenada— iré a prepararme el café— le avisé.

Fui donde se encontraba Hanne y empecé a prepara mi café.

—He...— iba a decir hey, pero no— Adam, Sabrina te anda buscando.

—Ah, me estoy escondiendo— dice susurrando.

— ¿Por qué? — hice lo mismo.

—Sólo lo hago, y tú, que ha pasado con Sebas— aún sigue susurrando.

— ¿Por qué susurramos? —por última vez susurre y luego reí, al igual que Adam.

—No sabía que reías— y ahí está la irritación que apareció en mi vida. Hice una mueca de disgusto. Adam me miró con la cara de ''Oh rayos, ayuda'' sonreí al ver el rostro de Adam.

—Sí— alcé mis hombros.

— ¿Qué hacen? —odio que las personas pregunten esas preguntas cuando es obvio la respuesta.

—Juagamos fútbol, Adam está perdiendo— dije poniendo mi café en el taza.

—Lastimosamente— dice Adam, le sonreí porque por fin es mi cómplice de pesadería.

—Ah. ¿Adam puedes venir? — dice ella y lleva a Adam de los codos a no—sé—donde.

Una vez listo mi café fui a mi biblioteca, es como así yo lo llamo. Me falta un libro, no sé dónde lo había metido. Nunca dejo que nadie entre aquí. Agarré el libro de Gabriel García Márquez unos de su libro llamado Cien años de soledad todavía no lo he leído toda, necesito mejorar mi escritura.

Pasaron las horas y agarré un papel blanco, traje mi caja de escritos.

Hey, ¿cómo estás? Te extraño, las cosas aquí va bien. Te tratan bien— empecé y terminé con un Adiós

Como si fuera que algún día me respondería, las lágrimas salieron descontroladamente de mis ojos agarré la caja con fuerzas, todas mis cosas se encuentran allí, todo le cuento a ella. La extraño con toda mi maldita fuerza que exista en mi pequeño cuerpo. No literalmente.

—Te extraño— dije en un susurro mientras tenia la caja entre mis manos.

En un beso fino deposité en la casa, dejé un lado y salí de ahí, caminé hacia mi habitación. Con un golpe pararon mi paso. Y era ni más ni menos Sabrina, tirada en el piso. Pasé por su lado y me metí en mi habitación.

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Hola, hola, hola❤.

¿Cómo están? ¿Bien? ¿Mal? Yo estoy de maravilla❤.

Les traje un especial, donde Mark habla y supongamos que le conocen un poco más. Dije supongamos por que igual no abre sus sentimientos🙄. Este chico me vuelve loca🙄.

Les quise hacer una encuesta en Instagram, pero cual es el problema. Es... que no me siguen🙄, y cómo hacer la encuesta. ¿Me sigues? Pregunta que jamás será respondida🙃.

Todo este tiempo no pude actualizar por el tema de el termino de mi otra historia, y estuvo de pelos😍. 

Les quiero un montón 💞 y espero que les guste💞💞.

Wuenas Chicuels💞.

LES AMOOOOO💞.

Nos leemos💞.

[Sin esditar]

[Sin esditar]

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¡Eres Un Estúpido Príncipe! © [EUEP1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora