Capítulo 34: Mi hora de ser psicóloga

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Acomodé el jarro de flores en la esquinera de la izquierda de mi habitación, flores margaritas común. Para ser específicos, el polen de color amarilla y los pétalos de color blancos. Nada de lo normal, algo de lo común que vemos. Situados en un ambiente diferente, de diferente color.

Caminé en busca de aquella caja decorada con un moño rojo, lo agarré y acomodé en el fondo de mi ropero, creo que esa caja ya no se llenará de papeles. Algunos arrugados u otros más lacios que el cabello de Rapunzel. Me arrodillé para realizar tal cosa, lo metí con fuerza, forzando a las ropas que den un espacio específicas. Una vez listo, quedé ahí, como un par de segundos. Jack, estaba tumbado en mi cama, viendo su móvil. Hasta que algo me llamó la atención.

Lo medité unos segundos, para meditar las palabras correctas para usar. Calculé de todos los ángulos posibles, me quedé quieta, hasta yo me asusté. Sin querer llamé la atención de Jack, haciendo que deje su móvil. Me miró con el ceño fruncido.

-Jack- le llamé, con duda.

-¿Qué...? - dijo sentándose y dejando al lado suyo su teléfono.

-No he entendido ni una pizca- pausé y le miré-, de la noche anterior, donde dijiste que chocamos, que eres mi hermano. Ya sabes, en serio no me cuadra todo esto- dije levantándome. Cerré las puertas de mi ropero y me senté en el borde de mi cama, al lado de Jack.

Tenía la mirada en la nada, creo que notó que lo estaba observando y regresó a la realidad. Agarró una silla, la más cercana (y mencionar que esa silla se encontraba a la otra esquina de la pieza), se sentó enfrente mío y me miró a los ojos.

-Créeme que hasta a mí no me cuadra nada de lo que pasa- dijo tocándome el hombro, me crucé las piernas y lo observé-. Pero, quieres hablar lo del accidente, ¿no? - dijo recostándose por la silla de madera, que parece bastante cómoda.

-Sí, además, nunca me han contado. Es algo importante, desde donde yo lo veo- intenté agarrar la almohada, que tenía en la cama. Cuando lo agarré me incorporé de nuevo como estaba, mas la almohada que intenté agarrar es pequeña.

-Síp- dijo levantándose-. No pienses que serás la única en tener una almohada para cubrirse la panza, aunque no tenga. Es cómodo tener una almohada calentando la panza.

-Buen punto.

-Antes de tener una conversación bien larga, pa' llorar- sonrió-. ¿Y tu novio? - dijo tocándose la barbilla.

-No es mi novio- sentí que el color rojizo ya me visitó de nuevo.

-¿Amseriooo? - dijo sonriendo de lado-. No parece...

-Comencemos con esa platica larga- ignoré lo que dijo, por último-. Y Mark está es su práctica de Fútbol.

-Tú tenías como- pensó-. No sé para qué digo, tenias, si yo bien pelotudo, tenía la misma edad. Imagínate la gravedad.

¡Eres Un Estúpido Príncipe! © [EUEP1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora