Capítulo 44: Es solo cuestión de abrir los ojos

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Antes que lluevan vergazos; este es una mezcla entre: Un capítulo normal, y un especial. Así que adelante, disfruta el último capítulo w3w

 Así que adelante, disfruta el último capítulo w3w

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—Sabes qué suelo pensar — dije con la boca llena—. Que la vida sin literatura sería una mierda— le apunté con la cuchara—, no tanto así, pero algo parecido.

—Yo creo...

Metió el último bocado de pastel a su boca.

—Sin música el mundo sería una mierda— esta vez fue él quien me apuntó, en este caso con el tenedor.

—Buen punto— comí el pastel—, pero gracias a la literatura...

—No sabes y me quieres discutir— cuando finalizó lamió el rastro del pastel.

Lo miré.

—En realidad... sí, no sé nada y solo quería llevarte la contra— sonreí. Terminé el pastel, pero yo no lamí el plato como lo hizo Adam.

Caminé hacia el refrigerador para cortar más de aquella delicia.

—Tu madre ¿Dónde está? — dije cansada, cuando llegué a la mesa me recosté por el y saqué mis tacones.

—Creo que está con Emm— se levantó e hizo lo mismo que yo.

Las voces que venía del pasillo llegaron hasta la cocina. La puerta se abrió entrando Sebastián parloteando con Mark, él no hablaba solo lo escuchaba o capaz no.

—¡Hola!, qué hacen. Yo también lo quiero— éste ni un segundo se calla.

Mark tomó asiento en frente mío, me miró. Pero no hizo nada, desvié mi mirada a Sebastián para ver qué tontería haría esta vez.

Pero lo raro es que no hizo ninguna pendejada que suele hacer en la cocina, gracias a él siempre terminamos arreglando su desorden por no detener su pendejez.

Las cosas que echaba, además de romper un armario u otra cosa, lo pelotudo que es le quita la belleza. Aunque no en su totalidad.

Yo en lo personal siento la tranquilidad estando en la cocina cuando nadie no está, no solo por la comida— en realidad sí— pero muchas veces, este lugar es el más tranquilo, la mesa ésta donde estamos sentados es aquella que guarda nuestros secretos. Las veces que decíamos nuestros más íntimos secretos siempre decíamos en esta mesa. Además de ser muy cómodo para hablar por cualquier cosa.

—La cara de Amanda fue lo más— rió Sebastián.

Nadie dijo nada, como dije; fue muy cruel de parte de ellos. Se merece, lo sé, pero no con tanta crueldad.

—No es gracioso.

Lo miré fijamente, él dejó de reír.

Mientras comía mi pastel miraba con tanta delicia. En serio que es tan delicioso, ni dejo de mirarlo, es como si me lo devoraría hasta con la mirada.

¡Eres Un Estúpido Príncipe! © [EUEP1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora