— Hijo— me llama mi padre desde la puerta de mi habitación. Me miré por última vez en el espejo para acomodar mi corbata.
— Ya voy. — dije terminando de poner mi corbata color salmón.
Salí de mi habitación.
Siempre las mismas cosas el 31 de diciembre, algo no muy especial desde hace dos años. Reuniones, conferencias, fotografías con algún gobernador o otro que solo quiere fama. Lo malo de esto es que Henry sigue enojado. La navidad no pasó con nosotros, me sentí mal. Aunque no lo crea, una vez supuse que me quedaría solo, no obstante, quedarme con mis padres. Ya no supondré las cosas.
Supongo que Sabrina se quedará siempre conmigo.
Espero que funcione.
Caminé detrás de mi padre, con el rostro serio al igual que él.
— Recuerda— comenzó como todos los años—. El rostro siempre serio, aunque en las fotografías sonríe un poco.
Sus enseñanzas siempre fueron las mismas, ya lo tengo todo grabado como lo pronuncia y cuales son sus intenciones. Escapó un suspiro de mis labios provocando que me estremeciera, relajé mis hombros.
— Lo sé, siempre me lo dices— me importa un pepino todo esto, solo voy porque mi padre me obliga. No tengo remedio.
Caminé detrás de él observando como la cana de mi padre aumentaban con el tiempo que pasa. Los rayos de sol caían por el piso blanco haciendo que golpearan mis parpados con tanta fuerza de aquella luz, acercándonos hacia la puerta principal y encontrarnos con Henry que sonreía, pero esa risa se esfumó cuando desvió los ojos de mi padre al mío.
Dramático.
Tampoco le sonreí, tenía el rostro firme y serio aunque no me agrade que él se comporte como un niño. Es agradable no escuchar ni uno de sus chistes que son tan malo, pero, no superan los de Sabrina.
Papá le saluda con un apretón de manos, Henry posiciona su brazo sobre sus hombros haciendo que vea sus espaldas, lo guió hacia el auto y abrió la puerta de ella. Caminé para no quedarme atrás, una vez que mi padre subió al vehículo le siguió Henry, cuando él lo hizo cerró la puerta de ésta con fuerza.
Draaamático.
Caminé hacia la puerta del copiloto, una vez dentro de ella fuimos camino a aquellas estupideces llamadas deberes como un "Príncipe". Además no tengo tanto humor para lidiar con un dramático y cosas como esas.
— Padre— escuché la voz de Henry.
— Te escucho— dijo aun teniendo aquel móvil, enseñarle como usar aveces me hace arrepentir de haberlo enseñado. El espejo del conductor puede darme una ayuda a saber sus muecas.
— Tuve algunas ideas de...— me miró por el reflejo de aquel espejo del conductor—. Te diré en privado—desvié la mirada a la carretera.
— Absurdo.
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¡Eres Un Estúpido Príncipe! © [EUEP1]
Novela JuvenilElla es una chica muy divertida, sincera (solo porque cuando miente estornuda), buena onda. Ella deberá mudarse de país temporalmente, por motivos de perdida. Él, desde el punto de vista de Sabrina, es engreído, inexpresivo. No demuestra sus sentimi...