Me gustas, esa palabra suena tan fácil, sencillo, dócil, parece algo tan fácil de hacer o más dicho decir. Eso era lo que pensaba, que solo lo dices y ya. Toma tiempo, no es manejable, no es senillo ni fácil. Hay veces donde... No les diré porque, ni yo no lo sé. Nunca experimente estas clases de cosas.
—Esa pa-palabra, ''creo'', ya lo sabes n-no estoy segura— estornudé— y sabes que...
—Lo sé—dijo simple— todas me dicen eso. Todas me aman— rió.
—Dale que— dije mirando las estrellas.
—Nadie se resiste a esta preciosura— giré los ojos.
—Creo que ya es suficiente ¿no lo crees? — pregunté sacando mi abrigo y poniendo como almohada por la tejada y quedando con la mirada en las estrellas.
—Sí, me cansa— dijo como si fuera que corriera demasiado. Se posicionó de la misma forma que yo.
—A ver, veamos que se me ha quedado de historia— dije observando las estrellas en busca de una—. Aldebarán, es... ehm, es la estrella más brillante de la constelación de... de, ¿Tauro? — dije insegura. Mark asintió—.Ehm, es de color rojo anaranjado.
—Aprendiste algo— dijo mirando las estrellas.
—Vale la pena— dije alzando los hombros.
—Hay cosas que en verdad valen la pena— de pronto sentí su mirada sobre mí. Sus ojos hoy están más relucientes que nunca, son bonitos. Sin pensarlo y por puro instinto acerqué mis labios a los suyos, uniéndonos en un profundo beso.
—Lo siento— dije separándome rápidamente de él, él me mira fijamente y se acerca lentamente hacia mí, ignorando todo lo que había dicho, uniendo nuevamente nuestros labios en una sintonía diferente.
Pensé que después del beso me sentiría incomoda pero... sí, me siento incomoda. Y no sé cómo actuar, si hacer como no pasa nada o salir corriendo. Prefiero lo segundo, si fuera supergirl volaría lo más lejos posible.
— ¿Listo? —pregunté poniéndome el gorro de plástico.
—Sí— hizo lo mismo.
—Yo no— dije mirándolo— ¿Estás seguro de hacer esto? — me puse el tapaboca por el rostro.
—Tú diste la idea yo solo te seguí— alzó los hombros— Salgamos. Cagona— le miré pero él me evito y me empujo para que saliera.
Salimos de la habitación pequeña y caminamos como unos profesionales con su agenda. Éramos unos doctores muy jóvenes. Caminamos por todos los pasillos que habitan en ese hospital, todos nos miraban como héroes, algunos nos saludaban. No entendíamos con exactitud que pasaba pero sólo seguíamos la corriente. Podía ver como los ojos de Mark se achinaban cuando reía.
—Sabes donde quiero ir— dijo él achinando sus ojos, seguro que sonríe.
— ¿Dónde? — pregunté curiosa.
—A la morgue— dijo simple.
—No, no, no y no— dije haciendo gestos con las manos—. Ni loca cruzaré esas puertas de metal— dije mirando desde lejos, dábamos 20 pasos y llegamos a la morgue, donde habitan fantasmas y cuerpos que pueden levantarse en cualquier momento—. ¿Qué pasa si un muerto se levanta, así de la nada? — le miré.
—Sabes qué haré— dijo él poniendo el dedo índice en su mentón. Negué con la cabeza —. Ya que estas cerca te lanzaré a él y correré. Fácil— alzó los hombros.
—No iré— dije alejándome.
—Sí— dijo llevándome hacia la puerta de metal. Cuando llegamos cerca de la morgue miré fijamente por las ventanillas que tiene ésta, giré y caminé lejos de la puerta, Mark me siguió y se puso enfrente de mí.
—Estás loco— dije mirándole fijamente.
—No tanto como estoy por ti— dijo simple, yo, yo pues me sonrojé hasta mis talones—Adiós — se alejó y entró.
—Demonios—dije cruzando el umbral de aquella puerta de metal. Mark se acercó a un cajón de metal y lo abrió, se sacó el tapaboca que colgaban de sus orejas. Dentro de esa caja había un hule negro grande que contenía...
—Mira, es un cuerpo— dijo él agitando la mano del pobre muerto—. Mi nombre es Anastasio— reí.
— ¿Anastasio? — reí sin parar.
—Fue el primer nombre que se me cruzó. Creo que fue porque de niño me torturaron con cenicienta— dijo el sonriendo.
—Que asco— dije viendo como de podrido está el cuerpo.
—Sabes que algún momento de tu vida, llegaras a estar así— me miró, pasaron unos segundos de seriedad, nuestras miradas no se alejaban y él teniendo la mano del muerto posadas en las suyas, lo agitó como un saludo. Reí.
—Ya para con eso— dije entre risas, pasó un señor y rápidamente nos pusimos la tapa boca.
—Buenas noches— dijo el señor.
—Buenas noches— dijo Mark con la voz gruesa.
—Señor le necesitamos en urgencias— dijo el enfermero o doctor, no sé que es ese señor, pero estoy muy segura que es el señor que me atendió. Abrí mis ojos muy grandes y miré a Mark, él hizo lo mismo.
—N-nosotros n-no so-somos doc-doctores— dije mirando al señor.
—Lo sé— dijo con una sonrisa, me saqué el tapaboca y sonreí apenada— Mark, tu madre te espera en la habitación de Sabrina. Y tú, Sabrina, necesito hacerte algunas revisiones.
Pasaron las horas, exactamente 3 horas y veinte minutos. Muchas maquinas, sonidos como ''pip, pip'', muchos doctores, enfermeros, doctoras, enfermeras pasaron por mi puerta. Pero Matt es el enfermero que siempre me hacia reír.
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Hola, hola, hola.
¿Cómo están?¿Bien? ¿Mal? Espero que bien.
Como ven es otro capítulo...
Perdón sé que es corto pero ya vale la pena...
¡¡Espero que te gustee!!
Los amooo...
[Sin editar]
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¡Eres Un Estúpido Príncipe! © [EUEP1]
Novela JuvenilElla es una chica muy divertida, sincera (solo porque cuando miente estornuda), buena onda. Ella deberá mudarse de país temporalmente, por motivos de perdida. Él, desde el punto de vista de Sabrina, es engreído, inexpresivo. No demuestra sus sentimi...