-Sólo quiero que respondas una pregunta.
Dije tan serio, que ella se quedó observándome, no dije nada, ni ella tampoco. Solo me observaba cada movimiento, como si fuera que tramaba algo. Sí tramaba algo, en teoría, algo que solo alegre sus días en estos momentos. Aunque ella no sepa que tiene.
Me acosté sobre las tejadas que contenía el techo del castillo, es incómodo, eso es fácil de notar, ladrillos o tejadas entrando en tus costillas. Desde que subimos con Sabrina, fue la primera vez que me arriesgué a subirme a semejante altura. Con Elizabeth exploramos todo tipo de pasadizos, pero jamás se nos ocurrió subir aquí. Aunque es tranquilo, fresco, hermoso para explorar las estrellas desde lejos, no teníamos idea que sería buena idea.
Hice varias palmaditas para que se acostara encima de mi brazo izquierdo.
Su aroma me tranquiliza, o a veces me hace adicto a ella.
Con tan solo acercarme a ella unos segundos, su aroma penetra en mis fosas nasales sin permiso alguno.
-Mira las estrellas, desde el punto de vista que tenemos son pequeñas, pero, como habías dicho, los científicos; ellos dicen que son grandes. Y no creas que son como las dibujas, aparte de que lo haces terrible- sonreí.
-No lo hago, tan mal- suspiró cayendo en cuenta que sí lo hace mal-. En realidad, sí, lo hago terrible.
-Como sabes las estrellas brillan, y para brillar, las estrellas transforman su hidrógeno en helio. Cuando hacia la mitad de su vida, hace como varios millones de años- suspiré para continuar-, una estrella se queda sin hidrógeno, el núcleo se convierte enteramente en helio y la estrella declina: se vuelve más fría y, brillante. Luego muere.
-¿Cómo sabes tantas cosas, me refiero a cómo te llegaron a interesar? - preguntó, se movió un poco para acomodarse.
-Desde pequeños tenemos esa imaginación de ser astronautas, ser famosos, ser policías, bomberos, siempre queremos ser veterinarios. Pero; todo llega a su fin, al menos cuando sabes que metes tu mano... hasta la muñeca, dentro del pobre animal- hizo un gesto de asco, fue gracioso.
-Sí, ese momento me perturbó.
-Yo, digamos que, dejaron de gustarme los astronautas o, ser parte de ellos. Pero no me dejaron de gustar las estrellas- dije mirando cada una de ellas-. Son hermosas, unas brillan más fuerte y otras no tanto. Unos nacen y otro mueren por falta de hidrógeno.
Me quedé callado, observando la hermosura que creó un Dios supremo.
-Sabrina- la llamé-, tú eres una estrella. Brillas a pesar de todo, a pesar en la situación que estas. Pero tarde o temprano esa luz se apagará.
Sentí húmedo una parte de mi pecho.
Es verdad, tarde o temprano esa luz que se mantiene humilde y sencillo, se apagará. Sea cruel o no, es la verdad. La cruda verdad que vivimos, no siempre será justo. Siempre tiene su propósito. No creas que solo viniste al mundo y ya. No, siempre hay un propósito en la vida. Seas un miserable o humilde, tienes un propósito. O una faceta de existencia.
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¡Eres Un Estúpido Príncipe! © [EUEP1]
Novela JuvenilElla es una chica muy divertida, sincera (solo porque cuando miente estornuda), buena onda. Ella deberá mudarse de país temporalmente, por motivos de perdida. Él, desde el punto de vista de Sabrina, es engreído, inexpresivo. No demuestra sus sentimi...