¡Eres Un Estúpido Príncipe! © [EUEP1]

Capítulo 31: No tan especial navidad

Esto de llevarse bien entre familiares —además no es mi familia—. ¡Ay! Pero no, ella es mi hermana. Es la primera vez en toda mi vida que llega una chica y no me agrada, en realidad hubo muchas, pero esta es la peor.

A pesar que es bella, ¡pero déjame decirles que la apariencia muchas veces engaña! Por fin lo he comprobado.

Lo que viene en estas horas es un buen filete de cerdo, o en mi caso; los sábados Anne me prepara uno de ellos. Tengo hambre eso sin duda, pero las personas seguían bailando, esta vez ya no baile, o mejor dicho no me invitaron a bailar.

Mi mirada fija en el suelo pensando en qué cenaremos, podía ser que sirvieran Camarones o cosas del mar.

—Y dime, como se llama el de pelo negro de ojos azules— dijo la irritante señorita sentándose al lado mío.

Señor solo te pido paciencia y sabiduría. Solo eso por favor, gracias.

—Mark— giré mi cabeza para observarlo, y no a ella. No quiero ser maleducada, pero es irritante en la forma de su tono voz.

—Y ¿tiene novia? — sí.

—No.

—¿Él es el príncipe Phillips? — ay Dios mío.

—¿Por qué no vas y le preguntas a él? Ya preguntaste mucho por esta noche ¿no lo crees? — traté, les prometo, traté de ser amable.

—Ok— llevó su cabello detrás de su hombro como tal chica desgraciada.

Joey se acercó a Mark con naturaleza moviendo su cadera con el ritmo de sus zapatos. Ni yo que tengo diecisiete años, jamás caminé así, ni mucho menos con tacones y la niña de quince años camina moviendo las caderas como si estuviera en un concurso de bailarines moviendo sus caderas.

Desvié la mirada porque parecía una acosadora compulsiva. Aunque tenia mis motivos, sin pensar caminé, luego caí en cuenta que llegué junto a Adam.

—¡Hey! — dijo alegre dejando de lado su trago— ¿Te sucede algo? — buscó algo entre mis ojos.

—No, ósea no me ocurre algo, solo me sentía sola— dije sentándome al lado de él—. Creí que no se daba alcohol— miré el vaso.

—Sólo dan a los mayores de edad— dijo sonriendo.

—Tienes dieciocho— reí.

—Yo no dije que me dieron a mí, mamá me la dio— sonrió apenado y dio un trago a su bebida. Reí— dijo que ya estoy bastante maduro para cuidarme solo— reí aún más.

—¿Tú? ¿Tú maduro? — reí, luego me tranquilicé porque todos giraron a ver de qué se trataba tanto escandalo—. Perdón, perdón— dije apenada— no creo que lo diga tu madre— susurré.

—En realidad no, pero ya me lo dio— sonrió de lado victorioso.

—Ya lo suponía.

—Creí que...— no dijo nada más.