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Me corrí para abrazarla, estaba acostumbrado a que siempre se encontraba ahí y era yo el que se iba.

Cuando estire el brazo no la encuentre, solamente la sabana fría. Se había ido, ella se había ido. No podía creerlo, abrí los ojos con la esperanza de encontrar por lo menos su ropa desparramada por la habitación, pero no había nada. 

Esta vez ella no estaba acurrucada con la sabana ni llevaba puesto mi remera de los Red Hot Chili Peppers, la que se ponía siempre que se quedaba conmigo, corrí al cajón y mi remera no estaba, respire profundamente, tenia la esperanza que significará que todavía me quería, de que no me iba a olvidar o que no quería hacerlo del todo, o por lo menos eso quería creer. Esta vez no tuve que dejar la nota de siempre, escribirle:

 "Cuando quieras ándate, nos vemos después"

 La misma que hacia cuando tenia miedo. En los momentos en los que sentía que me estaba conociendo, porque si hay algo que ella no sabe es que me conoce mejor que nadie, al igual que yo a ella. Aunque me encanta conocerla odio que ella lo haga, me siento vulnerable y sé que ella siente lo mismo, pero la diferencia es que me alejo cuando lo necesito y no permito que siga, en cambio ella se quedaba. 

Siempre que noto que descubre una nueva faceta de mí, tengo miedo que me deje como lo hacen todos, y no creo soportar una perdida más, había perdido mucho en mi vida como para perderla a ella. Era lo único bueno que tenia, me hacia salir de mi realidad para entrar en su mundo. Era mi droga, por mas que nunca se lo haya dicho ni demostrado, la necesitaba. Ella me hacia sentir bien, feliz, me hacia querer enfrentarme a cualquier problema y hacerme sentir capaz de hacerlo. 

Pero necesitaba huir, prefería alejarme antes de que fuera ella la que me dejara. Siempre era lo mismo, me acostaba con cualquier mina que aparezca y me embriagaba tanto que no sabia ni quiénes eran. Aunque al final me sentía vacío y necesitaba volver a sus brazos, a esos mismos siempre estaban abiertos para mí y me recibían como si nada hubiera pasado. 

Salí corriendo a la calle y ahí la vi, sentada en el cordón de la calle, todavía no se había ido. Estaba fumando, se veía tan linda cuando lo hacia, su pelo negro algo desordenado que hacia un contraste perfecto con su piel blanca, estaba concentrada con sus ojos fijos en algún lugar del asfalto, perdida en sus pensamientos, ¿en qué pensaría? Llevaba mi remera puesta, con un short. Me acerque y le toque el hombro para llamar su atención, cuando lo consigo le digo la misma frase que ella me había dicho nuestra primera noche.

-¿Me das una pitada?- le pregunté, recordando nuestras primeras palabras, las suyas.

Se dio vuelta asustada y me vio, con esos ojos verdes que algún día me miraron con cariño pero ahora no lo encontraba, cuando me quise acercar se fue corriendo. No me dio tiempo a nada, solamente la vi irse, alejarse de mí.

Corrí tras de ella un par de cuadras, pero todo fue en vano, ella en ningún momento miro hacia atrás ni de detuvo. Volví a mi casa y me senté en el lugar en el que ella había estado hace unos minutos, todavía estaba la mitad del cigarro consumiéndose en el suelo. Lo agarre y me lo lleve a la boca, le di unas cuantas pitadas cuando sentí a alguien sentarse al lado mío.

-¿Se fue?- me pregunto Jess, mi prima.

-Si. -dije mirando al frio asfalto que estaba en contacto con mis pies.

-Era hora.

-¿Qué?- pregunte un tanto molesto. 

-Primo, sabias que algún día se iba a cansar de tus idas y vueltas, no la podes culpar.

-Ya se, es solo que...

-¿Qué? ¿Creías que iba a estar para siempre? - solamente me encogí de hombros -Trata de convencerte de lo que quieras, pero en el fondo sabes que tengo razón, tus mierdas son demasiadas y no sos capaz de intentar dejarlas de lado por ella.

-Solamente..- suspire, rendido.- tengo miedo, no puedo.

-Ella no es tu madre, idiota.

Jess se paró y me miro desde la altura, ella me había dicho varias veces que en algún momento esto podría pasar, pero siempre la ignoraba, pensando que era imposible y que nunca sucedería. Pero tenía razón, solamente era cuestión de tiempo, y el tiempo se había termino, ahora estaba pasando.

-No te lo digo de forra, pero creo que es lo mejor para ella. Si la queres de enserio, lucha por ella, pero si no es así, déjala seguir. Es una buena chica, y no se merece esto. Te quiero, pero a veces te comportas como una verdadero imbécil. - sin nada más que decir, siguió su camino hasta la casa.

Por esa razón tenía momentos en los que odiaba a mi prima, era la que siempre me obligaba a abrir los ojos, aunque su sinceridad a veces dolía, nunca podía llevarle la contra en nada, sabía que lo hacía por mi bien y el de ella. Pero, ¿Qué iba a hacer? ¿La quería o no?

-¡Entra que hace frió y tenes que dormir!- me grito desde la puerta.

Volví a mi habitación, pero no podía conciliar el sueño, las preguntas en mis cabezas me daban vueltas sin dejarme dormir.  

Pitada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora