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Me desperté por el sonido de mi celular, traté de moverme, pero tenía el brazo atrapado debajo de la cabeza de alguien, Gabriela. No me acuerdo mucho de la noche anterior, solamente tengo vagos recuerdos, pero lo que si estaba mas presente que nunca fue ella, su sonrisa, la misma que desapareció en cuanto me vio, la intriga de donde se había ido me comía la cabeza. Después de aquel bar fuimos directo a su casa y lo primero que hice fue darme un pique de heroína, lo necesitaba más que nunca. A partir de ahí, solamente me acuerdo que tome alcohol, una botella tras otra. No es difícil adivinar que paso, teniendo en cuento que estamos totalmente desnudos. 

Saque el brazo de su agarre con brusquedad, me daba igual si la despertaba o no. Agarre mi bóxer que estaban tirados a un lado de la cama y me los puse, busque mi pantalón por toda la habitación, pero no les encontré, así que supuse que estarían en el living, camine hasta allí y como pensé, allí estaba toda mi ropa desparramada entre el sillón y el suelo.

Justo en el momento en el que agarre mi celular volvió a sonar, una llamada de un número desconocido.

-Hola. - dije de forma cortante, tenía la cabeza explotándome.

-Dentro de dos horas, en el mismo lugar de siempre. - dijo una voz ronca, la conocía perfectamente, era Charly, mi jefe.

Durante los últimos días estuve esquivando sus llamadas, sabía lo que quería perfectamente. Le estaba debiendo plata, hoy se acaba el plazo.

Mi oportunidad para recuperar todo lo que estuve perdiendo en el último mes, la desperdicié. Le debía alrededor de 8 mil pesos, plata que claramente no tenia, con mucho esfuerzo llegaba a 3000, me faltaba más de la mitad. ¿Cómo hice para deber tanto? Digamos que estando drogado como lo estaba la mayor del tiempo no era una buena forma de vender lo que debía. Lo que supuestamente tenía que vender lo consumía.

Ayer iba a vender lo último que me quedaba en el bar a casi el doble de lo que solían valer, no iba a juntar lo necesario, pero iba a ser más de lo que tengo ahora, tenía la esperanza de que si llevaba a un poco más de la mitad me dieran otros par de días para pagarle lo que me falta, pero esa esperanza se fue por el drenaje apenas entre al bar y la vi.

Todavía tenía dos horas para pensar que mierda iba a hacer. Me cambie y me fui de ese lugar, fui directo a mi casa, tome una ducha y llame a Pablo.

-¿A que debo tu llamado a esta maldita hora de la mañana?- contesto después del cuarto tono con voz de dormido.

Eran las 11 de la mañana de sábado, razonable que estuviera durmiendo. Pero necesitaba hablar con él urgente.

-En 10 minutos voy a tu casa, tengo cosas que hablar. - después de eso colgué.

Maneje mi moto con más velocidad que la de costumbre, necesitaba todo el tiempo posible, llegue a la casa de mi supuesto amigo y golpee la puerta, me atendió una rubia con poca ropa.

-Hola lindo, ¿buscas a Pablo?

-Si.

-Pasa, ahora lo llamo. Si necesitas algo, avísame.- dijo antes de irse junto con un guiño.

Después de unos segundos llego Pablo.

-Hace mucho no aparecías por acá.

-Lo sé, todo sigue igual por lo que veo. - dije haciendo referencia a la rubia. Cuando éramos más unidos hubo un tiempo en el que vivimos juntos, y cada noche él se traía a una nueva rubia con la cual acostarse, creo que tiene afección por las rubias, a diferencia de mí que siempre me gustaron las pelinegras.

-Hábitos difíciles de cambiar. - saco un cigarrillo y lo prendió.- Sin dar vueltas, sé que no estas acá solamente por me extrañabas, ¿Qué paso?

Pitada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora