-Por favor, atendeme, es como el cuarto mensaje que te dejo. Me estoy preocupando. - corte la llamada y volví a guardar el celular en mi bolsillo trasero del pantalón.
Tenía una extraña sensación de que algo no estaba bien, ella no me atendía el teléfono, supongo que debe estar enojada por ausentarme tanto tiempo, teniendo en cuenta que son casi las 11 de la noche.
Me había despertado totalmente desorientado, pero el simple movimiento de mi cabeza hacia el lado derecho me hizo entender rápidamente la situación. Estaba casi desnudo en la cama de Gabriela, con ella a mi lado, por un momento pensé que había hecho alguna estupidez, pero no fue así, ella estaba totalmente vestida, y yo llevaba mi bóxer puesto.
-¿Qué me hiciste?- le grite mientras me levantaba de un salto.
-Nada, no exageres lindo. - siguió mis pasos y se posiciono cerca mío, pasando sus brazos por mi cuello.
-Estas locas, Gabriela. - quité sus brazos y me empecé a vestir.
-¿A dónde vas?- pregunto con voz inocente.
Ignoré su pregunta y seguí poniéndome las zapatillas.
-Pregunte a dónde vas. - esta vez su voz era más fuerte, agarro mi brazo y lo presiono con su poca fuerza clavándome las uñas.
La paciencia ya estaba abandonándome.
-¡Te amo! Sos mío, ¿me escuchas? ¡Mio!
-Estas mal. - dije negando con la cabeza, esto era una verdadera locura, parecía sacado de una mala película.
Camine hasta la salida con ella pisándome los talones, de vez en cuando me agarraba del brazo dificultándome mi propósito.
Si no salía de ahí rápido, no sé en donde podría terminar.
-¡No te vayas!- exclamo entre llanto.
-¡Ya basta! Me cansaste- le grite- Vos y yo nunca más nos vamos a ver, olvídate de mí. ¡Loca de mierda!
Dando un portazo, salí de aquel departamento para nunca más volver.
Ahora estaba llegando a mi casa, preparándome para contarle a ella todo lo que me había pasado, estoy casi seguro que me comprendería, o eso esperaba.
Estaba por meter la llave para abrir la puerta cuando me di cuenta de que estaba abierta, eso no hizo más que ponerme todavía más nervioso.
-¡Ya llegue!- grite al dar un paso dentro, pero todo parecía tan solitario.
La televisión todavía estaba encendida, por un momento pensé que se podría estar bañando, pero no se escuchaba la ducha, lo que me hizo descartar la idea.
Camine hasta la habitación esperanzado, al llegar mi corazón dio un vuelco. Ella tampoco estaba ahí, aunque sus pocas cosas sí, lo que me hizo tranquilizar un poco. Empecé a gritar su nombre y a buscarla por toda la casa, y nada.
"Donde estas?"
"Me estoy preocupando"
"Ya estoy en casa"
"Te puedo explicar todo, por favor, volve"
Esos fueron algunos de los tantos mensajes que le mande uno tras otro, pero ninguno obtuvo respuesta. La llame muchísimas veces, pero todas iban directo al contestador.
Con la intención de calmarme, y con la excusa de que posiblemente se había ido a la casa de sus amigos y que esto era un simple enojo, me senté en el sillón donde todavía estaba la televisión en uno de los programas que ella mira.
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Pitada.
Teen FictionYo no buscaba recordarlo, quería algo rápido. Eso no estaba en su mente, me hacia desearlo. Y asi me termine enamorando.