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  Me fui, que idiota, salí corriendo, aunque eso era lo que quería, ¿no? La verdad que ni yo lo sé, mi cabeza intentaba convencerme una y otra vez que era así. No sé qué esperaba ahí sentada, solamente necesitaba tranquilizarme y fumar un pucho.

Cuando me di vuelta él estaba ahí, me había dicho esas mismas palabras con las que empezó todo, ¿por qué lo hacía? Él no me quería, y yo, bueno, yo le tenía cariño. Pero ahora también me tenía un poco de cariño a mí misma y no soportaba más esto, siempre había sido la segunda de todos y aunque no me molestaba ser una más para los demás ya que ellos eran exactamente lo mismo para mí, con él me dolía y mucho. Ya estaba cansada.

Me había seguido por un par de cuadras, escuché sus gritos llamándome, pero no les hice caso, no pude darme vuelta, porque si llegaba a verlo mi poca fuerza de voluntad iba a desaparecer por completo. Que yo me fuera era lo mejor para ambos.

Ahora no era la misma chica de antes, ya no era esa piba que iba atrás de él en cualquier momento, o por lo menos eso me gustaba creer.

Él me había hecho mejorar en algunas cosas, ya no pensaba solamente en mí, me había abierto la cabeza y me hacía pensar. No me daba lo mismo todo, había dejado de lado un par de mis mierdas, ya no me purgaba, no lo necesitaba, él me hacía entender que estaba bien y me sentía bonita. Casi no necesitaba cortarme, ya no lloraba por las noches sin motivos, desechaba mis angustias de otras formas. Cada vez que veía una marca nueva en mis dedos o muñeca se enojaba, vivíamos discutiendo por esa razón, a él no le gustaba verme así. Me había hecho olvidar lo que era comer y salir corriendo al baño a vomitar. Por primera vez sentía que le importaba a alguien de verdad. Todo gracias a él.

Me encantaba pasar tiempo con él, fumar un porrito, coger y después comer por ahí. Pero todo caía cuando él se iba, cuando verificaba que estaba bien huía. ¿Y yo? Volvía a lo mismo, a ser la misma mierda, me acostaba con cualquiera, lo echaba y al estar sola en la oscuridad lloraba y fumaba hasta dormirme. Aunque siempre pasaba alguna de las dos mierdas, me cortaba o vomitaba todo lo que había comido ese día. Cuando estaba lo suficientemente destruida, él volvía, como si lo llamara, venía en el momento justo. Siempre me daba motivos, los motivos que yo necesitaba, y él casi siempre era el motivo más grande. Pero ya no me alcanzaba solamente eso, necesitaba que me quiera como yo lo hacía.

Ahora estoy acá, llegando a mi casa, tratando de no hacer ruido como lo hice toda mi vida. Tenía familia, una toda rota, pero familia al fin. Nunca tuve una perfecta, no tenía ni siquiera ejemplos de lo que era una. Cuando era niña soñaba con eso, con algún día llegar a formar una. Con el tiempo me di cuenta que era imposible, que era una mentira. Una verdadera mierda. Entendí que era algo que nunca lograría, y con ese pensamiento me di por vencida, ¿para qué luchar por algo que nunca voy a conseguir? Por eso odiaba pensar demasiado, porque siempre te llevaba a abrir los ojos, a entender cosas que no te gustaría que fueran así.

Los de mi supuesta "familia" no saben nada de mí, siempre me muestro feliz cuando estoy con ellos, me muestro como ellos quisieran que fuera. Pero, es solamente eso, una máscara.

Hay algo que siempre lo sentí y es la ausencia de mi padre, era el dolor más grande que cargaba desde pequeña. Siempre me molesto su ausencia, lo necesitaba. ¿Cómo es posible que la persona que había prometido amarte para siempre no pueda ser capaz de cumplir su palabra? Creo que es por él la razón por la cual no creo en el amor, por la que creo que nunca nadie me llegué a querer, porque mi padre me había demostrado que al final todos estamos solos, desde chica lo supe.

"Nacemos y morimos solos" era su frase favorita. Pero yo odiaba sentirme sola.

Con mi padre había aprendido lo que era la decepción, ya estaba acostumbrada, por eso nunca me enganchaba con nadie, tenía claro que al final todos me iban a traicionar.

Mi llanto parecía no parar, me dolía cada vez más, recordaba su cara, sus ojos. Ya no podía, tenía un sentimiento inexplicable, me sentía vacía y ya no tenía a nada ni nadie. Me faltaba algo, las motivaciones y razones que solamente él me daba. Tengo miedo de no encontrar eso que me falta, a hundirme cada vez más y llegar a un punto de estar tan abajo de ya no poder subir.

Me levanté de la cama, estaba desecha, agarré mi cuchilla y la pase demasiadas veces como para contarlas, la sangre corría mezcladas con las lágrimas, estuve viendo mis heridas hasta dormirme. 

Pitada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora