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Día uno:

-"Por favor, necesito saber donde estas. Cuando escuches esto, llámame. Te extraño"

Día cuatro:

- "¡Te necesito, llámame! Estoy muy preocupado."

Día diez:

-"¿Sabes que? ¡Estoy perfectamente sin vos!"

Día quince:

- "Ya no puedo, otra vez caí y vos no estas. ¿Sabes? Es muy fácil quedar atrapado en está locura."

Día veintitrés:

-"No me puedo imaginar como alguna vez te pude querer, estas mal de la cabeza."

Día veintinueve:

-"Te amo, no tengo ni idea si escuchas estos mensajes, pero si lo haces, solamente quiero que lo sepas. Se que soy un idiota por decírtelo ahora, pero..."- me callé, no supe que decir.

Día treinta y cuatro:

-"¿Por que me hiciste esto? ¿Qué hice mal? Necesito respuestas, solamente eso te pido."

Esos habían sido algunos de los mensajes de voz que le deje, de algunos me arrepiento, fueron a causa del alcohol mezclados con drogas, otros eran en los momentos en los que me sentía vacío, en lo que era un simple cuerpo que lo único que hacía era ocupar una esquina de mi habitación, totalmente inútil e innecesario.

Los días eran tan efímeros que parecían mentira, los diferentes excesos me habían hecho perder la razón del tiempo, apenas si comía.

Todas las consecuencias que había dejado atrás volvieron como si siempre hubiesen estado ahí. La piel más grasosa, los ojos distorsionados, llagas en la boca, las piernas hinchadas y delgadez otra vez estaban presentes en mí. Pero prefiero eso, elijo deteriorarme, jugar con la vida antes de pensar, porque de alguna forma todavía no había abierto los ojos, todo parecía un sueño, y cuando me despertada solamente bastaba con un pique para volver.

Jess me regaño durante los primeros días, después lo dejo de hacer, supongo que se cansó de que no le prestara atención y, por fin, se dio cuenta que no podía hacer nada, porque no hay nada que hacer. Yo estoy bien, mientras tenga lo mío, voy a estar bien.

Corte la llamada cuando nuevamente dio directamente con el contestador, lo apreté en mis puños y lo tire al otro lado de la habitación, haciendo que caiga en un tumulto de ropa. Prendí un cigarrillo y se senté como indio, de fondo se escuchaba alguna canción de los Guns n' Roses. Cuando iba a dar otra pitada al cigarro el celular empezó a sonar, corrí con la esperanza de que sea ella, pero en la pantalla figuraba otro nombre.

"Charly"

Deslice la opción de rechazar llamada y lo volví a tirar, era como la décima vez que ese chabón me llamaba y en todas las veces las ignore, seguramente estaría furioso, el plazo de pagarle ya había acabado y yo no tenía ni su plata ni su droga. Me pase todos esos días consumiendo lo que había dentro de la mochila.

Lo único que estaba haciendo era atrasar lo inevitable, no sé hasta donde podría llegar ese hombre, pero la verdad que tampoco me importaba, no tenía nada que perder.

Fui hasta la cama, arrodillándome en el piso, y me puse a preparar las cosas para otro pique, una vez que estuvo todo listo solamente apreté mi brazo y otra vez la sensación de bienestar.

Me desperté por un fuerte golpe en la puerta, todavía adormilado me apoyé en los codos sobre el piso.

-¿Jess?- dije fregándome los ojos. Al ver que no hubo respuesta, volví a hablar. -Jess, ¿Qué paso?

Justo en ese momento la puerta de mi habitación quedo abierta de par en par, con Charly y dos hombres corpulentos a su lado. Me senté rápidamente, sin saber muy bien que hacer.

-Hola chico- me saludo Charly, adentrándose en mi habitación.

Levante la barbilla en señal de saludo.

Mi jefe había sacado el celular y marco algo, cuando me di cuenta, mi celular estaba sonando nuevamente entre medio de la ropa.

-Bien, por un momento pensé que ya no lo tenías. Bueno, viendo que anda perfectamente, me quiero imaginar que tenes lo mío.- hablo a medida que paseaba por mi habitación.

Los otros dos hombres se mantuvieron en el marco de la puerta, bloqueándome la única salida. No tenía escapatoria.

-Charly, si me das tiempo...- me interrumpió, acercándose a mí.

-Tiempo, tiempo. ¿Cuánto tiempo? Ya lo tuviste. - me miraba amenazadoramente.

¿Y ahora qué? No podía hacer nada, así que mejor morir de pie.

-No tengo lo tuyo, ¿que vas a hacer? - le hable de forma desafiante.

-Veo que tenes agallas. - me tomo del cuello, intente moverme para liberarme, aunque no lo conseguí, lo único que provocaba era que aumente la fuerza alrededor de mi garganta- Pero no es suficiente, te lo advertí.

Me estaba quedando sin aire cuando me soltó, antes de poder recuperarme por completo su puño dio directo con mi mejilla derecha, dejándome desorientado. Me lleve la mano a la zona afectada, estaba sangrando, levante la vista para demostrarle que yo no iba a arrugar y dispuesto a dar pelea, pero Charly ya no estaba cerca mío, en su lugar estaban los otros dos hombres mientras que él ya se encontraba recostado en el marco del baño, como si fuera a disfrutar de un espectáculo.

El primero en lanzar el golpe fue el pelado, logre esquivarlo, para luego devolverle el golpe dando con mi objetivo. Estaba por lanzar otro cuando el otro hombre me agarro de los brazos, impidiéndome mover. Su fuerza superaba por mucho la mía, no podía soltarme.

Aprovechando mi inmovilidad, el hombre de Charly lanzo un golpe tras otro, hasta el cansancio. Los primeros fueron en el rostro, siguió con mis costillas y abdomen.

-Un poco más despacio Cesar, todavía nos tiene que pagar. - dijo mi jefe apoyando su mano en el hombro del que me golpeaba.

Cesar, tiro otro golpe en la boca de mi estómago, dejándome sin aire y la cabeza baja. La sangre de mi nariz caiga en grandes gotas en mi ropa y suelo. Levante la vista con mis pocas fuerzas y me obligue a mirar a los ojos a Charly. El chabón detrás de mi apretó todavía más su agarre.

-Para que veas que no soy tan hijo de puta, te voy a dar dos semanas.

Antes de irse, me dio un último golpe en el rostro, entonces todo se volvió negro. 

Pitada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora