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Me desperté por el sonido de mi celular que indicaba una llamada, a regañadientes estire mi brazo y lo desenchufe del cargador.

-Hola. - dice molesta cuando acepte la llamada.

-¿Así recibís a tu amiga?

-¿Ámbar?

Hacía mucho tiempo que no escuchaba su voz, habíamos hablado mucho desde que se fue, pero la última vez que me llamo fue hace varias semanas.

-¿Y cuál otra sino?

-Estaba durmiendo, te conviene que sea bueno lo que me tengas que decir.

-Adivina quién vuelve a visitarte.

-No jodas- dije levantando la cara de mi almohada, sorprendida.

-Te conviene venir a mi casa apenas llegue- amenazo.

Me reí ante su comentario, seguimos hablando demás cosas, entre ellas habíamos quedado que la iba a ir a buscar al aeropuerto y después iríamos a su casa para una noche de chicas.

Baje las escaleras hasta la cocina y me fije la hora, eran las 10 de la mañana, tenía todo el día libre hasta las 11 de la noche que iba a ser la hora que mi amiga llegaba.

No entiendo para que me despertó tan temprano si ella llegaba tan tarde.

Sin muchas ganas, puse a calentar el agua para hacerme un café. Los chicos seguramente no se despiertan hasta más tarde, teniendo en cuanta a la hora que dormimos normalmente, esto es plana madrugada.

Teníamos el sueño totalmente cambiado, la noche era nuestro día.

Saque el café y después de dos grandes cucharadas que tire en mi taza empecé a batirlo, el sonido de la pava avisándome que el agua estaba lista me hizo detener mi acción y vertí el agua en el mismo. Le puse dos sobres de edulcorante y caminé con cuidado hasta la sala para acomodarme con el sillón.

No tarde mucho en beber todo el líquido, encendí la televisión y me dispuse buscar alguna película o algo con que distraerme.

Sin resultados, dejé en un canal cualquiera y empecé a boludear con mi celular. Abrí la galería e instintivamente abrí la carpeta que no debería ni siquiera tener.

La primera foto que apareció en mi pantalla fue una de él y yo, estaba sentada como indio mientras que él, a mi lado, estaba recostado en el césped con un pucho en la mano y el atardecer de fondo, ambos estábamos mirándonos riendo. Era una foto muy bonita, el humo del cigarrillo consumiéndose le daba un lindo toque.

Cerré los ojos recordando aquella tarde, estuvimos casi todo ese día juntos, nos habíamos saltado las clases y fuimos directo a su casa con la excusa de desayunar, pero lo que menos que hicimos fue eso. Términos durmiendo abrazados totalmente desnudos.

A la tarde Jess nos había invitado a fumar en la plaza, nos pareció una buena idea, así que fuimos. Esa foto la tomo ella, sin que nos diéramos cuenta. Los ojos de él estaban completamente achinados debido a su sonrisa de oreja a oreja dejando ver sus hoyuelos, en cambio, yo los tenía fijos en él con una sonrisa estúpida en la cara, parecía que lo admiraba.

Y es estúpido negarlo, porque si, lo admiraba. Siempre pensé que la gente que fumaba era misteriosa. Desde chica me gusto el olor al cigarrillo, me gusta el humo que genera, siento que da cierta belleza. Y en él, lo generaba notablemente, cuando fumaba se veía tan tranquilo, relajado, pensativo. Yo también quería eso. Quería que alguien me vea como yo lo hacía.

"Todo fumador tiene su historia. Así que cuando le digas un fumador que el cigarro mata; déjame decirte que ya hay algo que lo está matando."

Pitada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora