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Apenas la vi correr hacia el baño, todo efecto que tenía en mí desapareció, para dejar lugar al temor.

Corrí, pero no llegue a tiempo, ella me había cerrado la puerta en mis narices, no pude impedirlo.

No quería verla metida en esto, no podía verla destruirse otra vez por mi culpa. ¿Por qué cuando parecían ir las cosas bien lo arruinaba? ¿No podíamos ser solamente normal? Ahora ella estaba ahí metida por mi culpa.

-Por favor, no lo hagas. Te juro que lo dejo, vos no lo hagas.- le suplique.

Cuando termine de hablar ya no se escuchaban ruidos del otro lado, y algunas lágrimas empezaban a salir. Empujé la puerta y esta vez cedió, la abrí con cuidado para no golpearla, y cuando tuve espacio suficiente para pasar, entre. Ella estaba totalmente dormida, pero todavía respiraba.

La tome en mis brazos y la lleve a la cama para recostarla.

-Por favor, ya no lo hagas. - me dijo en un susurro débil.

Me sequé unas cuantas lágrimas y le di un pequeño beso.

Me recosté al lado de ella, observándola dormir con la respiración lenta.

"No sos capaz de dejar tus mierdas de lado por ella."

La frase de Jess sonó en mi cabeza, y tenía razón.

Tenía que dejar de hacer esto, no lo hacía bien ni a mí ni a ella. Iba a tener que luchar, pero por ella lo iba a hacer, por ella lo iba a intentar.

-Lo voy a intentar. - susurre junto a su coronilla para después dejarle un beso.

Ella ya se había despertado, hablamos y se ofreció a ayudarme con esta mierda. Fuimos a comprar diferentes cosas que necesitaría para sobrellevar esto, como valium, metadona y demás fármacos.

Después de casi un día lo síntomas empezaron, la fiebre y los temblores eran increíbles.

Ahora estaba a mi lado, poniéndome comprensas de agua fría en la frente para intentar bajar la fiebre.

Me sentía débil.

-Mierda. - dije para mí mismo, mientras corría al baño.

Sentía ganas de vomitar, aunque no había comido nada. Cuando llegue, me agache y metí la cabeza en el váter, vomite lo poco que tenía en el estómago, que no era otra cosa que agua.

Cuando ya no tenía nada más que lanzar, me levante y me enjuague la boca, para después volver a acostarme a la cama.

-Toma. - me dijo ella cuando volví, pasándome un balde.- Es para que vomites.

Asentí con la cabeza y tomé lo que me pasaba para ponerlo al lado de la cama. Acto seguido, abrí el cajón de la mesita de luz y saqué una pastilla de valium para dormir un rato.

No sé cuánto tiempo paso desde que cerré los ojos, pero ahora los dolores musculares y el de los huesos eran insoportables. No podía pararme, y los calambres me hacen retorcer en toda la cama.

-¡Ándate!- le grite.

-No.- me respondió con un intento de tranquilidad.

-Necesito que te vayas. - sin decir queja alguna, entendió y salió de la habitación.

No quería que me vea en ese estado, esto estaba siendo una verdadera tortura.

Agarre el balde y vomite, ya no era otra cosa que bilis.

Con las pocas fuerzas que tenía me tome una pastilla tras otra, pero el efecto parecía no llegar. Sentía mi corazón latir a mil por hora, y los temblores me dificultaban todo.

Grite, por bronca, por dolor, por sentirme inútil. Porque siempre arruinaba todo, soy toxico hasta para mí mismo. Ella no tendría que estar acá, necesita algo mejor.

De un momento al otro empezó a sangrarme la nariz, estaba manchando toda la cama, pero eso era lo que menos me importaba.

-¡Mierda!- me golpee una y otra vez las piernas, pero estaban totalmente dormidas, solamente sentía un constante dolor.

Ella volvió a entrar, con los ojos llorosos. Eso me derrumbo todavía más. Tomo mi rostro entre sus manos y limpio un poco los rastros de sangres. Evite mirarla a toda costa, tenía vergüenza de mí mismo.

Me llevo hasta ella y me hizo apoyar mi cabeza sobre su pecho escuchando sus latidos, eso provoco que me tranquilice un poco, y en ese momento mis ojos se volvieron a cerrar mis ojos.  

Pitada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora