Las visitas a Gabriela después de aquella tarde se volvieron más frecuentes. Me llamaba constantemente para que le lleve diferentes drogas. Ya me había acostumbrado, era siempre lo mismo, cogíamos y después le dejaba la bolsa en la mesa donde agarraba la plata y me iba, aunque más de una vez me pidió que me quedara con ella o me ofrecía que consumiera con ella, siempre me negué, no tenía ganas de meterme en esa mierda y menos quería perder tiempo en verla a ella en ese estado. No teníamos mucha comunicación, no más allá de la necesaria.
Estaba saliendo del edificio cuando me encontré con Pablo.
-Eh, ¡perdido!- me grito.
Lo saludo con un choque de manos y seguimos caminando mientras hablábamos.
-¿Y como te va con el negocio?
-Bien.- dije secamente, no me gustaba hablar mucho del tema, él era el único que sabia lo que hacia dentro de mi circulo social.
-¿Qué te dije? ¡Esto es lo mejor!- hablo con tono de grandeza, solamente me encogí de hombros.- Mira, el sábado hay un fiesta, me pidieron que vaya, pero tengo otras cosas mas importantes. Si queres vas vos, podes hacer mucho en pocas horas.
Lo pensé por un instante, era verdad lo que decía. Las veces que fui a fiestas con la intención de vender, habia ganado mas de lo que hacia en una semana. Asentí la cabeza como respuesta, él sonrió con malicia.
-Bien, te paso la dirección.- después de esto acelero el paso desapareciendo en la esquina.
Seguí mi camino, todavía tenia cosas que entregar. El mensaje de Pablo llego después de dos horas, solamente me quedaba esperar.
Ya era sábado por la noche, estaba en la plaza esperando a un tipo que me iba a traer todo para que venda. Era un noche fría, no había nadie, por lo tanto era perfecto ese lugar.
Sentí a alguien silbando, cuando busque en el lugar donde provenía no me sorprendió ver al mismo tipo de antes. Camine hacia él.
-Hola.- lo salude mas que nada por educación, pero no contesto, se limito a mirarme con superioridad, lo que hizo que me de bronca, pero no podía hacer nada, sabia que si llegaba a reaccionar no iba a ser de la mejor manera y nada bueno podía salir de ahí. Me tiro la bolsa con brusquedad, la abrí para comprobar de que estaba todo, ya verificado, volví a cerrar el paquete y lo metí en la mochila.
La fiesta estaba llena, ya había vendido casi todo.
-Hola, ¿pepa tenes?- me pregunto un chico pelinegro con mechas azules.
-¿Cuántas?
-Cinco.
Saque lo que me pidió, y con un choque de manos intercambiamos los 5 cantoncitos por la plata. Después de eso desapareció y me puse a hablar con otro chico, pero escuche una voz.
-¡Thomas!- gritaron, conocía perfectamente esa voz, era inconfundible.
-Eh.- me llamo el chico de enfrente mío.
-No, no tengo.
-Pero reci..- deje de escuchar lo que decía, me acerque mas a esa risa que tanto me gustaba escuchar.
Cuando estuve lo bastante cerca la vi, no estaba sola. Ahora tenia de la mano a otro chico, uno alto con varios tatuajes, al lado de ellos había una chica y dos chicos, uno era con el que hable hace un rato. Estaban repartiéndose las pepas, ella se veía tan feliz, me quede observándola unos cuando minutos sin que ella notara mi presencia. Vi como cada tanto besaba al chico a su lado, o bailaba muy pegado a él provocándolo, justo como hacia conmigo. El enojo me estaba consumiendo, sentía celos aunque no tendría, yo ya no estaba con ella, ni nunca lo estuve, pero me dolía verla con otro. Harto de la situación y antes de hacer una tontería salí de la casa.
Sabia que estaba siendo egoísta, pero no podía evitarlo, yo la quería solo para mi, pero no le hacia falta y ese día lo comprobé. Ella estaba radiante, feliz, por primera vez en mucho tiempo no se la veía débil, su cuerpo estaba mejor de lo que recordaba, ella estaba bien. Quería sacarla de mi cabeza, así que llame a Gabriela.
Después de una hora ya estaba tirado en su cama sin ganas de nada, solamente quería dormir, no podía sacarla de mi cabeza. Aunque haya tenido sexo no fue suficiente para borrarla, era imposible concentrarme.
-Bueno, esto es nuevo.- dijo Gabriela con una sabana envuelta alrededor del cuerpo desnudo –Generalmente cuando salgo del baño ya no estas.
Me encogí de hombros, tratando de restarle importancia, ni yo sabia que hacia ahí y por no me había ido. Ella agarro mi mochila sacando un sobre con heroína, mostrándomelo. Acto seguido metió un par de billetes en el bolsillo de esta.
-¿Qué te parece si nos divertimos un rato?
-Gabriela.- dije en tono de advertencia.
-Solamente decía.
Se sentó a mi lado, y del cajón de la mesa de noche saco una jeringa, una especia de tapita y un encendedor. La observe mientras hacia todo el procedimiento, puso todo el polvo blanco en la tapida, y con el fuego en la parte de abajo este se fue derritiendo, paso la jeringa mezclándolo el ahora liquido para romper los pequeños grumos, después lleno la jeringa y se la inyecto.
Sus facciones se relajaron, estaba mucho mas tranquila, se acostó a mi lado, disfrutando del afecto.
-¿Seguro?- me pregunto tendiéndome la jeringa todavía con los ojos cerrados.
No lo pensé, solamente la tome y copie todos sus pasos, después de unos cuantos segundos ya estaba igual que ella, recostado en la cama, me sentía bien, relajado, como volando, en un viaje. Cerré los ojos, cuando los volví a abrir ya era de día, Gabriela estaba acostada a mi lado, me cambie y me fui.
Los siguientes días no tuvieron mucha diferencia a ese noche, la única diferencia era que a medida que pasaba el tiempo el efecto de duraba menos. Ahora me sentía bien, algo parecido a una taza de café, me hacia querer hablar mucho pero no escuchaba a nadie. Provocaba que confíe mas en mi mismo. Pero dura muy poco, lo que provocaba a querer volver una y otra vez para no perder el efecto.
Después de varios meses de mi primer pique, me había deteriorado notablemente, estaba muy delgado para mi gusto y no podía pasar un día sin drogarme, lo necesitaba.
Hoy habíamos quedado con Gabriela para encontrarnos en un bar cerca de su casa, era un lugar bastante agradable, nada parecido a lo que habia visto antes. Busque a Gabriela del lado de las mesas y la localice en la ultima mesa, esperándome.
Antes de ir quise beber algo, pero apenas dirigí mi vista a la barra, me sorprendí. Del otro lado de la barra estaba ella, hablando animadamente con su compañero. Me dio bronca verla, era mismo chico de la fiesta. Ella siguió con lo suyo, el bar estaba más lleno y unos cuantos hombres se acercaron a ella intentando seducirla. Me gustaba ver como coqueteaba con aquellos hombres solamente para después dejarlos con las ganas. Ella tenia facilidad para eso, era una gran seductora al igual que imperdible, con unas simples palabras podía tenerte en sus manos, siempre llevaba el control de la situación. Cada vez que rechazaba a alguno de los chicos que se le insinuaban me daba gracia al igual que celos.
Después de un rato, tuve ganas de verla más cerca, de tenerla más cerca. La había extrañado demasiado. Me acerqué y le pedí una cerveza.
Apenas me vio, note su nerviosismo, me gustaba saber que todavía seguía dando ese efecto en ella. Pero antes de que Gabriela me viera, me fui, dejándola ahí, tan linda como siempre. Camine hasta la mesa, me senté al lado de mi acompañante de esa noche, pero cuando volvió a mirar al lado de la barra, no la encontré. Ella había desaparecido. Me levante, acercándome a donde ella estaba antes ignorando las preguntas de Gabriela.
-¿Y la chica que estaba acá?- le pregunte de mala manera al chico que antes estaba con ella.
-No se, pero aléjate de ella.- me advirtió, solamente lo fulmine con la mirada para después girar sobre mis talones y volver a mi mesa.
-Vamos.- ordene.
-¿Qué?- me pregunto sin entender.
-Quédate si queres, hace lo que mierda queras, yo me voy.
Caminé hasta la puerta con Gabriela pisándome los talones y salí de ahí.

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Pitada.
Подростковая литератураYo no buscaba recordarlo, quería algo rápido. Eso no estaba en su mente, me hacia desearlo. Y asi me termine enamorando.