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Como Gabriela había dicho, esto estaba repleto de gente dispuesta a pagar lo que sea por un poco de droga. Con solamente dos horas había vendido casi todo, y ganado el doble de lo que ganaría habitualmente.

-¿Te quedo algo?- me pregunto mi acompañante, acercándose a mí.

Asiento mi cabeza como respuesta, todo lo que quedaba podía usarlo a mi antojo, ya había cubierto el dinero de los jefes y conseguido para mí.

-Perfecto. - dijo con una ancha sonrisa.

Sin perder en ningún momento el gesto, tomó mi mano y subimos escaleras arriba directo a una habitación. Una vez allí, me quita la mochila y saca todo lo necesario.

Unos minutos más tardes ya estoy dándome mi segundo pique en el día, volviendo a esa sensación de bien estar.

Observe a Gabriela, la cual esta recostada en la cama con los ojos somnolientos. Dejo las cosas ahí y bajo para buscar algo de tomar.

Bajo las escaleras, y paso por la improvisada pista de baila con la intención de salir al patio, pero antes de salir una rubio toma mi mano, sin quejas me dejo llevar, y una vez que estuvimos de vuelta ella empieza a menear muy cerca de mi cuerpo, intentando besarme, a lo que la esquivo de todas formas ya que totalmente ebria.

Ella empieza a bajar moviendo sus caderas hasta el suelo, recorriendo mi cuerpo con su mano, la observo divertido mientras niego con la cabeza. Cuando vuelvo a levantar mi vista, el enojo me consume. Empiezo a caminar, lo que provoca que aquella chica se caiga.

-¡Eh!- me grita notablemente enojada.

No le doy importancia y sigo mi camino, ya no me importa nada, lo único que quiero que es romperle la cara a ese idiota.

Cuando estoy lo suficiente cerca lo tomo de la camisa justo antes de que la bese.

Lanzo un golpe tras otro, la simple idea de imaginarlos besar a este sujeto y a ella me nubla la razón y veo todo rojo. No soporto verla con otro.

Se que estoy actuando de la peor manera, pero ni siquiera estoy pensando lo que hago, pareciera que mi cuerpo se manejara solo y solamente quiere romperle la cara a este idiota.

Después de unos cuantos golpes, los cuales conseguí hacerle varias heridas en la cara. Él aprovecha mi cansancio y logra darse vuelta. Lanza uno que otro golpe, pero finalmente lo empujo haciendo que caiga al suelo. Me paro y con la intención de darle un último golpe una mano me frena.

Miro hacia la persona que me está frenando y es ella. Se para entre medio de ambos y grita.

-¡Basta!- dice alternando la mirada entre ambos varias veces, hasta que finalmente la deja en su amigo, el cual es agarrado por otro chico castaño.

Una vez que sus amigos se van, ella vuelve su mirada a mí.

-¿Qué te pasa?- grita enfadada.

Me quedo en silencio, no sé qué responderle, las palabras parecen no salir y no tengo ninguna excusa creíble. Al notar que no iba a responder, suspira y se da la vuelta dispuesta a irse. Pero no puedo dejar que se vaya, no quiero que lo haga, la extraño.

-Vamos. - le digo tomándola de la mano, intentando que me siga, que vuelva a mí.

Solamente niega con la cabeza y se va, en ese momento me doy cuenta que la perdí. Una parte de mi se rompió, con cada paso que daba alejándose me iba sintiendo más vacío.

Que idiota fui. ¿Por qué vendría conmigo? No soy nada bueno para ella, lo único que ganaría serian problemas, perderse al igual de lo que estoy yo. Ella había elegido a otro y no la culpaba, pero aun así me dolió.

-Lindo, ¿Qué te paso? - me pregunto Gabriela con tono preocupado mientras acomodaba mi mochila en su espalda, sacándome de mis pensamientos.

-Nada, me voy.- le conteste cortante mientras le arrebataba la mochila. 

-Vamos entonces.

Sali de esa casa con ella pisándome los talones. Me detuve en la vereda para encender mi cigarrillo, pero antes de que pueda llevármelo a la boca unos labios me lo impiden.

Gabriela se lanzó a mí, besándome con desesperación, instintivamente le sigo el beso. Cuando por fin se separa, vuelvo a mirar la casa y ahí la veo, parada, sola. Cuando sus ojos chocan con los míos noté decepción, no pude evitar sentir enojo conmigo mismo, ella me había ido a buscar y yo, como siempre, terminé lastimándola.

Ignorando esos sentimientos seguí mi camino hasta mi moto que estaba estacionada en una parte alejada.

En el transcurso de la fiesta a la casa de la morocha no paraba de pensar en ella.

Esta iba a ser la última vez que iba a ver a Gabriela, si quería tener una nueva oportunidad, tengo que alejarme de ella.

-¿Te quedas?- se insinuó apenas entramos a la casa.

-No.- dije de forma contante.

-¿Por qué?

-Mira, prefiero cortar esto acá. -le hice saber para irme de una vez por todas.

-¿Por qué mierda la querés tanto? Ya tiene a otro, ¿no lo ves? Maldito imbécil- me grito enfurecida.

-No lo sé.- dije sin mucha ganas de esta discusión.

Más de una vez intento ser algo más que solamente un juguete para mí, aunque desde el primer momento le aclare que esto era un simple juego y ella acepto las condiciones. Yo no hice nada sin avisarle, no la ilusione ni mucho menos, ella sabía en la mierda en la que se metía, no era mi problema si se confundía.

-Yo puedo ser mejor que ella, cariño- dijo en tono coqueto, acercándose a mí.

-Me voy.

-¿Por qué la queres?- volvió a preguntar, sigo diciendo demás cosas que no llegue a escuchar, ya que había salido del lugar.

Pero en mi mente siguió esa última pregunta. ¿Por qué la quería? Ni yo lo sé, en un momento era solamente atracción física, pero ahora era diferente.

Al principio fue un simple juguete como todas, tener sexo con ella me encantaba, pero con el tiempo no fue solamente eso.

Ella era diferente, tiene una forma de decir "gracias" que parece que dice "muérete" que me encanta, ella era como yo o lo que intentaba ser. Es fría, fuerte, pero al mismo tiempo insegura, acomplejada. Nunca busco algo más allá de una noche, ambos queríamos usar de juguete a al otro, pero al final ninguno pudo desecharlo.

Busque caminos para olvidarla, pero cuando se fue las cicatrices me desbordaron.

Busqué pretextos para olvidarla, pero no los encontré.

Simplemente no podía sacarla de mi mente.

Por fin entiendo lo que me pasa, estoy enamorado de ella, la quiero. Y estoy dispuesto a luchar hasta lo imposible para enamorarla.  

Pitada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora