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El frió me estaba haciendo temblar, el viento estaba demasiado fuerte como si una tormenta estuviera cerca.

Miro hacia mis lados y no había nada, solamente edificios y la calle desierta. Miro mis pies y estoy descalzo, de un momento al otro un sonido ensordecedor se hace presente por unos minutos, corro para huir pero las calles cada vez son más largas.

-Hijo. - dice la voz de una mujer.

Quiero hablar, pero no puedo, estoy demasiado agitado. No puedo parar de correr, siento algo persiguiéndome, y el miedo no me deja dar vuelta.

La luz se apago por completo justo en el momento en el que me quedo inmóvil. El cuerpo me duele, y la respiración es cada más dificultosa. Siento unos brazos tomándome por los hombros, intento soltarme y no puedo.

-¡Despertate!

Ese grito me hace abrir los ojos por completo mientras me siento, estoy todo transpirado y tiemblo. Mierda.

Las náuseas estas apareciendo al igual que siento como empiezan a dormirse las extremidades.

-¿Qué te pasa?- me pregunta, la miro y me estaba observando con preocupación. Seguramente está asustada.

Sin decir nada, me paro y corro hacia al baño, allí esta lo que necesito.

Una vez que entro, cierro la puerta con seguro y saco del botiquín la jeringa y una cuchara. Busco en los bolsillos del pantalón que estaba en el cesto de ropa sucia y lo encuentro, la bolsita con el polvo que necesito y un encendedor.

-¿Estas bien?- escucho que pregunta desde el otro lado de la puerta.

Me apuro, pero la torpeza de mis manos lo hacen realmente difícil.

-Si..si- dije, aunque con dificultad por la sequedad de mi boca.

Abro la bolsita y tiro todo en la cuchara, derrito el polvo y me lo inyecto.

A medida que hace afecto me siento cada vez mejor, vuelvo a sentir cada parte del cuerpo y ya no tiemblo.

Me paro y guardo todas las cosas para que ella no se dé cuenta, me lavo la cara, los dientes y abro la puerta.

-¿Estas bien?- me vuelve a preguntar mientras toma mi cara para examinarme. -Estas pálido.

-Si, solamente quería vomitar. - le mentí para tranquilizarla.

-¿Seguro?- cuestiona no muy segura.

No le contesto y me acerco a ella para dejarle un beso en sus labios. Ella me corresponde enseguida.

-Me voy a bañar, cuando salgo te llevo a casa si queres.- le digo al separarme.

-Bueno...- habla incomoda.

-¿Qué paso?- me acerco y la tomo de la cintura.

-Ya no vivo con mi madre.

-¿Y con quién?

-Con unos amigos.

En ese momento la suelto, los celos me están consumiendo. Ella estuvo viviendo todo este tiempo con él. Y aunque no tendría por qué enojarme, me molestaba demasiado la idea de que hayan estado juntos por tanto tiempo.

-¿Cuáles?- aunque intente disimular, el tono de mi voz me traiciono.

-Sam, Nick, Thomas y..- suspira- Tyler.

-Bien.

Me doy la vuelta y empiezo a caminar para salir de allí, si no lo hacía podía llegar a decir algo que luego me haga arrepentir.

Pasaron unos minutos en los que logré relajarme un poco y encendí un cigarrillo, después de varias pitadas ella apareció en mi campo de visión.

-No te enojes, son solo amigos.

-No estoy enojado, son celos. - le digo sin mirarla, aceptarlo me costaba demasiado.

Ella camino hacia mí y se sentó en mi regazo. Me tomo de la barbilla y me obligo a mirarla.

-No los tengas, yo te necesito a vos.

Y me beso, al principio me paralice por sus palabras, pero sus suaves labios me sacaron de mi ensoñamiento y le devolví el beso.

-Quédate unas semanas conmigo. - le dije cuando me separé.

-¿Qué?- pregunto riéndose.

-Hablo enserio, quédate conmigo.

-Pero, ¿y Jess?

-No le importa, sabes que te adora, y no está casi nunca, me dijo que se iba a quedar un tiempo con el novio. Además, con tal de no tener que ser la única que me tenga que soportar acepta sin problemas.

-Y siempre te soportaría. - dijo burlona.- Tengo que ir algo de buscar ropa.

Asentí con la cabeza como respuesta.

El resto de la tarde paso tranquila, vimos algunas películas, comimos, hablamos como lo hacíamos hace tiempo, todo parecía estar bien.

Alrededor de la 6 ella se fue hasta la casa de sus amigos para buscar algunas prendas, y aunque quise acompañarla se negó, supongo que temía a mi reacción en cuanto vea al idiota de Tyler.

Mi celular empezó a sonar desde mi habitación, corrí hasta allí temiendo de que le haya pasado algo a ella, pero para mi suerte o mala suerte no era ella.

"Gabriela" figuraba en la pantalla, ni siquiera sabía que todavía la tenía agendada. Sin muchas ganas atendí.

-¿Qué?

-¿Por qué tan enojado, lindo?

-No te importa, ¿Qué mierda queres?

-Bien, lo mismo de siempre. ¿Tenes?

-No.

Y colgué.

Borré el número y lo tiré al otro lado del sillón. Encendí a la televisión y me puse a buscar algún programa interesante, sin resultados dejé uno al azar.

Decidí ir a tomarme una ducha, cuando salí saque del botiquín el desodorante y me quede viendo la jeringa, pensando en cómo casi ella se da cuenta. La tomé y salí del baño para vestirme.

Deje la jeringa junto con la cuchara en la mesita de luz y procedí a vestirme, cuando por fin termine, me senté en la cama observando fijamente las cosas.

-A la mierda. - dije en voz baja.

Aprovechando que no iban a estar ni mi prima ni ella, me iba a dar un pique ahora para estar un poco más de tiempo sin tener que hacerlo cuando ella llegue.

Busqué en mi mochila lo que necesitaba, aunque esta vez saque dos sobrecitos, y fui al sillón. En el brazo del mismo dejé lo que usaría para inyectarme, abrí la primera bolsita y tire todo el polvo en la cuchara, con la segunda solamente volqué un cuarto y empecé a quemarla con el encendedor, cuando ya estaba todo derretido, cargue la jeringa y apreté mi brazo para hacer resaltar alguna vena, cuando lo conseguí, proseguí a inyectarme.

Presioné hasta que ya no había más líquido, el efecto no tardó en llegar, sentí los parpados pesados junto con una sensación de placer. Deje caer mis brazos a mis costados, dejando en mi mano la jeringa y en el suelo lo que quedaba del polvo en la bolsita, para apoyarme totalmente en mi asiento.  

Pitada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora