Capítulo dos

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Marinette

- Hijo de...

Me ahogaba en mi rabia después de una tarde con ese idiota.

- Cálmate, ya pasó –me decía Miles uno de mis compañeros de trabajo en el restaurante

- ¿Acaso no te fijaste que lo hizo para molestarme? –reclame una vez más mientras limpiábamos las mesas antes de cerrar– Además estuvo mirándome el trasero la hora entera

- Vaya que lo note –se carcajeo echándome agua con su rociador– pero ya en serio, calmante. Ese tarado ya se fue.

- Deberías ser más cuidadosa la siguiente vez –me reprendió Lía, mesera al igual que Miles– ese Adrien Agreste es como un magnate de la industria musical

- Sí no estoy mal creo que fue quien descubrió a Luka

Y al instante, un suspiro. Todas suspirábamos cuando se trataba de Luka.

- Luka Couffaine, me muero –balbuceo Lía rociándose a sí misma con algo de agua en la cara

- Me da igual si fue agente del mismísimo Elvis. Debería aprender a respetar a las personas

- Ay si claro, y tú se lo vas a enseñar ¿Verdad? –me reto mi amigo

- Pues... no, yo no. No creo que vuelva a verlo en mi vida –concluí siendo ese mi único consuelo– ¡pero alguien debería hacerlo!

- Ya déjate de parlotear y termina esa mesa. Casi dan las doce

Mierda, debería estar camino a otro lugar.

- Carajo, tengo que correr. ¡Hoy hay un espacio para mí en el Bourbon!

- ¡¿Qué?! ¡¿Por qué no nos dijiste?!

- Lo siento, no quiero público. Solo necesito vender un par de canciones –me excuse ante el reclamo de mis amigos– la próxima vez les avisare, lo prometo

Salí pitando del restaurante y grande fue mi sorpresa al notar que mi bicicleta no estaba

Otra vez mierda

Ratas. Ahora tendría que correr si pretendía llegar a tiempo. Mi presentación era a las doce y quince y si no quería salir con ese corriente uniforme al escenario tendría que apurar el paso.

Adiós zapatos, hola asfalto frio.

Bastaron ocho cuadras de maratónica carrera para alcanzar la puerta del Bourbon Village de París. Un bar conocido por ser el sitio que vio nacer grandes estrellas de la música y que daba de vez en cuando el espacio para que aficionados como yo pudiésemos salir del anonimato por tres minutos y medio. Eso si es que el público no te echaba antes a botellazos.

- Bien Marinette, no te acobardes –me dije cambiándome el uniforme por unos sencillos vaqueros ajustados y una camiseta negra ceñida que marcaba lo poco de curvas que tenia

No buscaba la fama ni buscaba ser descubierta como los demás. No era cantante, solo componía canciones que esperaba vender al mejor postor con la esperanza de gozar de una jugosa paga que le diera a mi futuro sobrino una vida más decente. Pues la verdad es que si no fuera por él, no estaría haciendo esa locura. Las canciones fueron creadas para morir ocultas en ese dichoso cuaderno donde garabateaba todo, no para que alguien más las usara para hacer billetes.

Dos centavos por una canción. [Miraculous AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora