Capítulo 27

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Adrien

Estar de vuelta en París se me hacía muy aburrido.

Más aun, pasar la mañana en la oficina, con mi mal humor de siempre y un puñado de empleados incompetentes no mejoraba en nada esa sensación de aburrimiento que me calaba en la cabeza.

- ¿Señor? –mi siempre confiable Rita me miraba con extrañeza desde la puerta– le traje más papel

- Excelente –celebre acomodando mi recién inventada catapulta que fabrique con un par de lápices, tres clips y una liga de escritorio– necesito más municiones

Se acomodó junto a mí y empezó a cortar papel en trozos para luego hacer bolitas y apilarlas dentro de lo que antes era el estuche de mis gafas de sol. Y que ahora, por supuesto, era mi armería.

- Si gusta puedo traerle algunos Skittles –dijo sin mucha convicción. Como si los dulces fueran en realidad mis pastillas para la loquera.

- No es necesario Rita –rechace haciendo una encestada perfecta dentro del bote de basura– ¿Te ha pasado alguna vez que comes mucho de tus dulces preferidos y luego ya no te gustan tanto?

Me siguió mirando raro y meneo la cabeza, como si nunca en la vida se hubiese hartado de algo que considerara importante.

- Pues asi me siento –solté.

Aunque tal vez no me refería a los Skittles solamente.

- No hay nada en su agenda para hoy, ¿Por qué no va a casa y toma un descanso? –me ofreció.

No había nada en mi agenda porque nadie sabía que yo llegaría hoy. Es más, ni siquiera yo tenía planeado llegar hoy. Si no fuera porque me echaron...

- No, prefiero ocupar mi tiempo en el trabajo. Ya sabes... para distraerme

- Creo que el trabajo es de lo que precisamente debería distraerse –comento haciendo evidente la patética escena.

Yo jugando como un niño con mi estúpida catapulta. Con el piso regado de bolitas de papel luego de cinco folios convertidos en balas y una hora de atacar el basurero enemigo.

- ¿Por qué no viaja a Yvoire unos días? –me propuso dejando su tarea de lado– su madre llama el doble de veces desde que fue a visitarla. De seguro lo extrañan mucho.

Justo cuando termino su frase mi precioso invento literalmente estallo. El lápiz salió expulsado y la liga termino por romperse haciendo saltar todo el delicado engranaje de clips que me había tardado mucho en armar.

- Mmm tal vez tengas razón –dije ya sin más excusas– necesito distraerme un poco.

Me levante, tome mi chaqueta y con una fina orden le di a mi asistente el día libre. Si yo no trabajaba no tenía sentido que ella se quedara perdiendo el tiempo tampoco.

- ¿Llamo a su chofer?

- No te preocupes, hoy conduciré yo –dije subiéndome al elevador– nos vemos mañana a primera hora Rita.

No me era habitual conducir hasta mi casa o por lo menos no ahora que Marinette ya no viajaba conmigo todos los días sin falta. Hubo un tiempo antes de ella y es seguro que habrá un tiempo después, pensé dándome ánimos para resolver de una buena vez este tema de la mujer que se había colado en mi cabeza.

Yo, Adrien Agreste, había sido orgulloso, egocéntrico e incluso un idiota antes de enamorarme de ella, luego me vi obligado a reconocer mi amor por ella y seguí siendo un tanto idiota después. A pesar de admitirlo y pedir perdón, las cosas siguieron sin resultar y ahora no solo seguía siendo un idiota sino que era un hombre patético, solo y deprimido. Joder, ¿cómo me había permitido terminar en eso?

Dos centavos por una canción. [Miraculous AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora