Capítulo 39

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Marinette.

- Toma dos –me indico señalando uno de los mazos sobre la mesa.

- Okey –hice lo que me dijo al pie de la letra– ¿y luego qué?

- Descartas una –repitió por séptima vez señalando otra pila justo al lado de la anterior.

No entendía una mierda de este puto juego. Lo único que sabía es que estaba perdiendo por cuatro a cero y no me gustaba para nada que me lo restregara en la cara al final de cada partida.

Bien Marinette, piensa. No sabía que carta me convenía conservar. Analizaba mi mano, luego las que había sobre el piso, volvía a mi mano, miraba a mi oponente y luego al piso otra vez.

Joder, ¿Cuáles había tomado?

- No es tan difícil –decía con esa sonrisita estúpida, regocijándose en la ventaja que llevaba mientras esperaba pacientemente mi jugada.

- Cállate –balbucee sin poder evitar que me temblara una ceja.

Al final me decidí, solté una carta sobre la baraja de descarte y conserve otras tantas en mi mano para continuar mi estrategia, que aquí entre nos era inexistente, pero mi absurdo contrincante no lo sabía.

- Bien, mi turno.

Tomo dos cartas igual que yo y rápidamente se decidió por una sonriendo como idiota porque tal parecía que la suerte le prefería a él y no a mí. O al menos eso me hacía suponer pues estaba bastante satisfecho de su jugada.

- Tu turno.

Joder, ¿a qué hora termina este juego? pensé tomándome nuevamente mi tiempo para planificar aunque sea un mero atisbo de un plan dentro de mi asquerosa mano.

- Tu turno –dije yo ahora, sin esperar que ese sería mi último movimiento.

- Tal vez te duela saber que soy el ganador otra vez linda –exclamo campante mostrándome su juego– flor corrida.

- ¡¿Qué?!

Mi grito de incredulidad hizo que Adrien riera de lo lindo mientras yo arrojaba mis porquerías de cartas sobre el piso de mi sala de estar. Donde teníamos montado todo un casino estilo las vegas.

- De todas maneras no tenías nada –soltó analizando la situación.

- Cállate –parlotee escondiendo la cara entre mis brazos estando de panza al suelo– no entiendo tu estúpido juego.

- ¿Sabes? A la siguiente deberíamos jugar póker de prendas –propuso con descaro acomodándose junto a mí, lo que de inmediato cambio cuando lo arroje lejos de un empujón.

- Pervertido.

Fue mi turno de reír un poco. A pesar de que él encontrara tanta dicha en ganar un par de simples corridas de cartas pasando por sobre mi dignidad, me agradaba saber que no estaba usando ese tiempo en lloriquear o tomar litros de jarabe de maple sin parar.

- Ya está lista la cena –grito Alya asomando la cabeza por la puerta que daba a la cocina– arreglen eso antes de que Alex tome algo.

- Si mamá Alya –dije refunfuñando, con cuidado de levantarme pues había estado tumbada ahí a lo menos un par de horas– anda, ayúdame.

- No es necesario que me alimenten, yo puedo comer en mi apartamento –comento sentándose en el piso tratando de juntar las cartas que yo había tirado.

Dos centavos por una canción. [Miraculous AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora