Capítulo 26

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Marinette

Nueva York.

Estaba cumpliendo exactamente un mes fuera de casa. Lejos de Paris y de Alex. Lejos de Alya y de mi antigua vida, aunque pareciera que todo hubiese sucedido ayer.

Lance me había prometido que no sería más de un mes. Solo treinta días y podríamos volver, e incluso el resto del contrato podríamos cumplirlo desde Paris, pero esa promesa se cumplía hoy justamente cuando estábamos por aterrizar en estados unidos.

- Lance –dije captando la atención tanto de mi agente como de Adrien– ¿crees que podríamos volver ya a Paris?

- Amm, acabamos de llegar aquí cariño –me respondió algo triste– sé que dije que solo sería un mes, pero nada más queda esta parada y volveremos

Me quede en silencio, concentrada en la banda corrediza que transporta las maletas desde el avión a la terminal, esperando a que apareciera mi equipaje. Y cuando lo hizo, Adrien tuvo la gentileza de adelantarse para tomarlo.

- Yo lo llevo –soltó rápido haciéndose del mango de la maleta

No respondí. Seguía demasiado enfadada con él, siquiera como para negarle que cargara con mis cosas. Si eso lo hacía sentir mejor, ni me importaba.

El resto de los días que pasamos en Italia fueron así. El rubio sintiéndose mal por la sarta de idioteces que dijo en su típico momento de enfado ridículo, luego de que eso nos costara una muy mala fama en el programa de entrevistas que le dio por sabotear, pues los rumores de que Luka y yo estábamos juntos se pusieron más fuertes que nunca.

Obviamente intento disculparse conmigo, pero ya estaba demasiado harta de sus tonterías como para prestarle atención. Me valían unas buenas hectáreas de mierda si estaba arrepentido o no.

- ¿Quieres comer algo antes de ir al hotel? –me pregunto Lance sondeando mi estado de ánimo decaído

- No, solo quiero dormir unas horas –respondí sintiendo el cansancio de viajar de madrugada– ¿A qué hora debemos estar en la radio?

- A las diez en punto, pero si te sientes muy mal yo...

- No, no. Todo está bien, puedo con esto.

Mi respuesta no le pareció del todo convincente pero no objeto. Al parecer ninguno de los dos tenía ánimos de contradecirme aquel día, tanto que pensé que si me diera la gana de ir y lanzarme de un puente, me conseguirían un bonito chaleco salvavidas.

Eran las seis de la mañana cuando llegamos al hotel. Me dieron un lindo cuarto con vista al parque, cama grande, una bañera gigante y espacio suficiente para rodar por el piso si se me antojaba. Parecía que Jenkins les hubiese advertido que me consintieran más entre más harta estaba de todo este jaleo de la gira ya que parecían no escatimar en gastos cuando del alojamiento se trataba.

Aproveche y dormí un par de horas hasta que ya tuve que alistarme para partir a una estación de radio que quería poner en vivo un par de mis canciones. No fue la gran cosa, solo algo de música en modo acústico y nada de preguntas, hasta que saliendo me percaté de que una pequeña multitud se había congregado en mi espera, sorprendiéndome sobremanera.

Ni de chiste era la misma tropa de fans de Luka que nos atacó en Italia. No eran más de ocho o diez personas, sin mencionar que ninguna quería golpearme, por lo que podía decirse que eran mucho más agradables. Así no tuve problemas con aceptar fotografías, firmar algunos discos y hablar con personas cuyo idioma manejaba mejor que el alemán o italiano.

Dos centavos por una canción. [Miraculous AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora