Capítulo 23

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Marinette

Mi estancia en Londres duro dos días más de lo planeado. Y prometí regresar.

La ciudad era alucinante, la gente de lo más amable, la vida nocturna una locura y, aunque estuve trabajando la mayoría del tiempo, hubo un momento en el que cantar ya no era una obligación para mí.

Comenzaba a acostumbrarme a los ojos curiosos viendo a una parisina desconocida tocar un montón de canciones que empezaban a escucharse en la radio, hasta que de a poco mi nombre dejo de ser sinónimo de anonimato en un país ajeno al mío. Tanto así que incluso Lance estaba encantado con la buena racha.

A diario se la pasaba pegado al teléfono y varias veces se vio en la obligación de rechazar algunas entrevistas o presentaciones en clubes y bares porque simplemente no alcanzaba el tiempo. Mi agenda estaba repleta y en buena parte se lo debía a Luka.

Él y la banda se aparecieron en Inglaterra en medio de la presentación de sus nuevas canciones, y precisamente ahí es donde entraba yo. Había sido gestora de buena parte de su nuevo álbum, e incluso en varias canciones colaboraba a la par como si yo, Marinette Dupain-Cheng una huérfana sin aspiraciones, fuera parte de la jodida banda más genial de la historia.

No podría decir que fue un sueño hecho realidad, porque era algo tan alucinante que en el pasado ni siquiera me hubiera alcanzado la imaginación para soñarlo.

Y asi fue como me aparecí en uno de sus conciertos. Por pura insistencia de los chicos que parecían quererme como una hermanita o una mascota simpática, mientras mi agente hacia malabares para que tuviera tiempo de hacerlo todo y descansar. Aunque después de ese concierto el teléfono no parara de sonar.

- ¿Cariño? ¿Estas despierta? –Lance llamaba a la puerta de mi habitación temprano en la mañana como cada día

- No –respondí escondiéndome bajo el edredón– no hay nadie aquí

- Genial, ¿podrías decirle a ese nadie que se aliste para desayunar?

- Nadie dice que hoy puedes desayunar solo –agregue a ver si me resultaba– Nadie te autoriza a que desayunes solo

- ¿Te das cuenta de que eso suena a que me prohíbes desayunar solo? –pregunto queriendo reír pegado a mi puerta– No puedes ser tan cruel, tengo hambre

Mi cerebro estaba tan aturdido que me costó un mundo entender qué carajo había dicho. Hasta que finalmente entendí que si nadie lo autoriza a desayunar solo, no puede desayunar solo.

Bien Marinette, súper inteligente.

- ¿Cariño? ¿Sigues ahí?

- Arg, ya voy. Solo dame un minuto –exclame rindiéndome y arrastrándome a la orilla de la cama

Tome una ducha rápida y me vestí con alguna de las cosas que Nora me dejo traer de mi guarda ropa personal. Esas que solo podía usar "cuando no estaba en algún evento especial" pues incluso se dio a la tarea de que no me viera como una vagabunda en mis ratos libre. Una vagabunda que podrían captar los paparazzi.

- Solo tengo un disco que aun nadie conoce Nora, no soy nadie para los fotógrafos –le había dicho cuando me instruía sobre que ponerme y que no.

Eso sin pensar que dos semanas y media en Inglaterra y otra más en Berlín me harían un blanco deseable para la prensa dedicada al espectáculo. Incluyendo la prensa amarillista por supuesto.

- Ya estoy aquí –solté saludando alegremente a mi querido Lance que me esperaba en la mesa del restaurante del hotel– buenos días

- Buenas tardes dirás. Ya pasan de las doce cariño

Dos centavos por una canción. [Miraculous AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora