Capítulo 34

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Adrien.

Acostumbrarse al cambio de horario es una patada en el culo.

Y a pesar de que soy el único que no se ha quejado de ello, esa obligación no me dejaba exento del descalabro de luz de día que traía mi cabeza dejándome con una migraña horrible. Definitivamente necesitaba noche. Necesitaba dormir.

- Adrien, son las cinco de la mañana. Por favor ten piedad –me rogo Jordan lloriqueando como había sido todo el puto camino.

- Ya te dije que ajustes tu reloj –le regañe por octava vez para que dejara de quejarse por la hora que hacía en París.

- No lo hare. Necesito saber cuándo estará despierta mi pichoncita en Francia.

- ¿Tú qué? –pregunte asqueado, sin querer saber en realidad en que ave específicamente se había convertido mi hermana– Mira sabes que, mejor vete al hotel.

Le alcance mil trecientos Yenes para que buscara un taxi mientras esquivábamos a un montón de gente en plena calle siguiendo a Kagami camino a su oficina, pero el muy tarado solo se quedó ahí mirando los billetes, tratando de procesar que lo que tenía precisamente en la mano era dinero.

- Dáselos al taxista y él te llevara al hotel –le explique como si fuera un niño– solo coges un taxi y el conductor sabrá que hacer.

- ¿Adrien que es esto?

- ¡Es dinero!

- Así no es el dinero.

Joder, estaba por sacarme de quicio. ¿Acaso creía que todos los países del mundo tenían la misma moneda?

- Es el dinero de aquí Jordan –dije lento y claro. Reuniendo toda la poca paz interior que me quedaba dentro.

- ¡Oh, ya entiendo! –grito empuñando los billetes– ¿Y cuánto es esto?

- Diez euros, de seguro con eso te alcanzara –le asegure aliviado, apunto de emprender el rumbo otra vez.

- ¿Y cuál es nuestro hotel? ¿Dónde queda? Si me pregunta no sabría que decir –se quejó a punto de lloriquear de nuevo– ni siquiera entendería la pregunta.

- Joder –solté con un suspiro– solo coge un taxi, dile en perfecto inglés que vas al Ryumeikan Ochanomizu y luego le entregas el dinero, ¿okey?

- ¡¿Riyu que?!

Ya estaba. No podía mandarlo solo.

- Camina Jordan, sería un peligro enviarte de vuelta sin compañía –dije rindiéndome y recibiendo de su mano los mil trecientos Yenes. Creo que en el fondo él sabía que tampoco lo lograría solo así que fue a molestar a Nathan para que lo llevara al hotel.

Sin embargo, Nathan y Luka eran otra historia. Parecieron amar la ciudad, las luces, las avenidas, las plazas, los barrios, los edificios y básicamente todo pues caminaban de un lado a otro tomando fotografías con el teléfono e intentando leer el mapa que por cierto traían al revés desde que se los di. Parecían tan emocionados, que a pesar de que casi me dan con una zapatilla en plena cara cuando fui a despertarlos a su habitación para traerlos a la empresa, ahora lucían en completo éxtasis.

Básicamente el día fue aparecernos por el hotel, registrarnos con habitaciones de lujo y dormir el poco par de horas que logramos ganar antes de que Kagami llamara para avisar que nos esperaba en el primer piso. Su jefe demandaba ver a sus nuevas estrellas temporales y yo como buen agente no podía hacerlo esperar. Debía cumplir mi misión de llevar las estrellas al firmamento.

Dos centavos por una canción. [Miraculous AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora