Capítulo 33

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Adrien

Me asegure de dejar todo listo y preparado antes de partir.

Mi hermana comenzó a lloriquear desde que le dije que me iría a Japón por mínimo ocho semanas, alegando que ella aun era una niñita y que las niñitas no sobrevivían solas en casa. Claro que todo ese teatro se esfumo apenas le propuse que volviera a Yvoire con mis padres en lo que yo regresaba a Paris, pues al parecer esa idea no le agradaba más que quedarse sola.

- Solo ocho semanas –prometí tomando firme la maleta antes de salir del apartamento– cuando vuelva nos mudaremos.

- Adrien deberías recapacitar –menciono colgándose de mi pierna– ni siquiera te despediste personalmente de nuestros padres.

- ¿Con que objeto? De todas maneras no estaré en casa, sería lo mismo estar aquí en París o en el otro extremo del mundo.

- ¡Pero Adrien! Mamá te extrañara aún más.

- Vamos Sophie, ya suelta mi pierna. Se me hace tarde –roge sacudiéndola.

- ¡No!

- ¡Voy a perder el vuelo Amelia!

- ¡Arg, está bien! –me soltó y se levantó de un salto– cuídate mucho hermanito.

- También tú. Por favor no quemes el apartamento, no vendas nada, no lo uses para traficar drogas y no comas ni derrames nada sobre la alfombra, ¿entendido?

- Vaya que buenas ideas me has dado.

- Hablo en serio –le advertí notando como sus pequeños ojos se volvían cristalinos– mamá sabe que estarás sola aquí, de seguro vendrá a visitarte un par de días.

- Okey –su puchero me haría llorar a mí si no se detenía en este momento.

- ¿Me dirás que quieres que te traiga de regalo?

Me abrazo de la nada y yo le devolví el abrazo. Creo que lo único que me preocupaba de dejar Paris era saber que Sophie necesitaría compañía porque en el pasado siempre había estado con mis padres. Ahora sería una preocupación para mí mientras estuviera de viaje pues la conocía, y temía que muriera de inanición o de soledad aquí en la ciudad.

- Solo vuelve pronto. Y no comas perros por favor –me pidió moqueando– los perritos son amigos.

- No comida, ya sé. Encontrare algo lindo que traerte.

Su eterno abrazo termino y por fin estuve libre para volar a la empresa pues estaba con el tiempo justo para ir en busca de la banda y partir al aeropuerto. Todo estaba preparado, les había pactado al menos una docena de conciertos en varias ciudades con la colaboración de una prestigiosa empresa musical en Tokio, quienes tuvieron la gentileza de acceder a mi petición de confiarme a su mejor agente para conseguir los escenarios más exclusivos de la ciudad. Obviamente lo mejor de lo mejor para mis clientes.

Apenas llegue a Journal subí hasta mi oficina en busca de todo lo que necesitaría para mi viaje, y aproveche para despedirme de la única persona de la cual valdría la pena despedirme.

- Nos vemos en un par de meses Rita. Confío en que sabrás llevarlo todo sin mí.

- No se preocupe por eso señor Agreste. No es la primera vez.

- Eso me tranquiliza. Por favor hazle saber a Jenkins que nuestro vuelo sale a las once en punto. Estaremos arribando a media noche.

- Se lo diré –me aseguro anotándolo en su agenda– por cierto, tiene un mensaje escrito de Danielle.

Dos centavos por una canción. [Miraculous AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora