Capítulo 44

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Adrien.

La lluvia no parecía querer amainar.

Marinette miraba la entrada de su edificio desde el asiento del copiloto mientras yo la miraba a ella, aun sorprendido de tenerla cerca después de tanto tiempo.

- Gracias –susurro buscando quitarse mi chaqueta de encima.

- ¡No! Llévala contigo. Sigue lloviendo mucho afuera.

- Pero la necesitaras para volver a casa –dijo confundida– además ya estoy empapada, no creo que importe si me mojo un poco más en lo que corro a la puerta.

Terca como siempre, esta vez no permitiría que se saliera con la suya, así que tome su mano para impedir que se la quitara y de nuevo esa sensación de anhelarla me recorrió el cuerpo.

- Por favor –le pedí.

- No puedo dejar que te vayas sin ella. Acompáñame y te la devolveré arriba.

¿Estaba invitándome a subir? Acaso... ¡¿Estaba invitándome a subir?!

- ¿Adrien?

- ¡Si! –grite más fuerte de lo que hubiera querido– Vamos. Vamos. Déjame abrirte la puerta.

Corrí como alma que lleva el diablo y en menos de treinta segundos ya estábamos dentro de su edificio, subiendo frenéticamente la escalera hasta llegar a la puerta del apartamento que precisamente había visitado hace un par de horas buscándola.

- Bien, cumplí mi misión –dije feliz con el frio calándome los huesos mientras ella luchaba con las llaves. Ya no esperaba nada mas de este glorioso día.

- Ven, la meteré a la secadora.

Entro sin más, como dando por hecho que yo podía entrar también, aunque me detuve a analizar si eso estuviese realmente implícito en sus palabras o más bien yo debía esperar afuera.

- ¿Te sucede algo? –dijo asomándose al ver que no la seguía.

- ¿Puedo pasar?

La azabache miro a todos lados, buscando tal vez alguna razón por la que no pudiera hacerlo. Una grieta de lava ardiente, un perro de tres cabezas o arbustos venenosos quizás. Pero no, no había nada, así que tomo fuerte de mi brazo y me jalo hacia adentro.

Mi chaqueta se escuchaba dando vueltas en la salita detrás de la cocina donde recordaba estaba el cuarto de lavado. Me parecía más que increíble volver a pisar este sitio de nuevo, y es que su apartamento siempre fue tan Marinette en todo sentido. La decoración, los colores y hasta el aroma decían azabache por donde se viera. Era como un paraíso.

- ¿Quieres algo de beber? –me pregunto poniendo la tetera al fuego.

- ¿Qué? No, tu ve a cambiarte –regañe al verla hacer cualquier otra cosa que no fuera preocuparse de su salud.

- Tomare una ducha... achss. Tu ponte cómodo, no tardare –dijo quitándose las zapatillas– cuando vuelva seguro estará lista tu chaqueta.

Me dejo solo con el sonido giratorio de la maquina y de inmediato me di permiso para explorar, igual como había hecho en su ex casa sobre la cafetería.

A simple vista había muchas fotos, la mayoría de Alex, como si fuera una línea de tiempo. Él de bebé, en la guardería, envuelto en una toalla después del baño y así. Por lo menos contaba unas quince a lo largo de la sala y la cocina.

Dos centavos por una canción. [Miraculous AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora