Capítulo 6

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Marinette

- Tal vez y debí aceptar la propuesta de Alya de acompañarme a este lugar –me dije bajando la ventanilla de la limusina en cuanto aparcamos fuera del edificio Journal Records.

De lejos se notaba que era un sitio imponente, pero teniéndolo cerca casi parecía que esa gigantesca torre circular de más de veinte pisos me caía encima.

Estaba tapizada en relucientes vidrios hasta donde alcanzaba la vista, y al buscar el punto más alto casi me voy de espaldas, como cuando intentas seguir un avión con los ojos sin voltear.

- Bienvenida a Journal Record señorita Marinette –el chofer me abrió la puerta con una sonrisa amable y dude en bajar, pero dándome un empujón mental prácticamente me arroje hacia afuera– la recepcionista la espera para acompañarla personalmente a la oficina del señor Agreste. Será mejor que se dé prisa, está algo retrasada.

- Muchas gracias Etienne

Madre mía, eso fue lo que precisamente me pidió Adrien que no hiciera, llegar tarde. De seguro estaría algo enfadado, y lo sabía porque en las tres oportunidades en que las que había tratado con él pude notar que su genio era bastante corto.

Me abrí camino rápido y una chica que parecía de mi edad me acompaño a la carrera por el ascensor hasta el último piso donde desde donde podía verse una panorámica impresionante de todo París, y decorando dicha postal, un rubio engreído y egocéntrico caminando de un lado a otro en lo que parecía el clímax de una crisis nerviosa.

- ¡¿Dónde estabas?! –me pregunto apenas me vio entrar a su oficina– ¡casi una hora tarde!

- Lo siento, Alya y yo nos desvelamos anoche –dije como excusa notando que hacia una mueca extraña que le desencajo la cara– pero ya estoy aquí

- Acompáñame

No dijo nada más y simplemente paso de largo por la puerta sin mirarme siquiera reafirmando mi teoría de que no lo encontraría de buen humor, como siempre.

Es cierto que no era la clase de recibimiento que quería, aunque debía admitir que tampoco esperaba bombos y platillos. No era tan ilusa como para fantasear con alguien como él, pero a pesar de que aún no escuchaba mi preciada disculpa y que el resentimiento de nuestro primer encuentro no me abandonaba por completo, había algo en él que me hacía sentir demasiado extraña. Demasiado para mi gusto.

Tal vez me provoca indigestión, pensé siguiéndolo a unos metros de distancia hasta llegar a un par de grandes puertas de caoba roja que el rubio abrió de par en par sin demora.

- Señor Jenkins –saludo con parsimonia dirigiéndose a un hombre regordete con sombrero vaquero sentado detrás de un gran escritorio de cristal

- ¡Adrien! –celebro el tipo– justo la persona a quien más quería ver

No parecía estar trabajando arduamente. Lo sabía porque la música estaba algo fuerte y porque en el reflejo del ventanal a sus espaldas se podía ver una partida de solitario abierta en el ordenador.

¿Aún existe ese juego? Pensé, antes de que ese tal Jenkins pusiera sobre mi toda su atención.

- Veo que lo lograste –le dijo a Adrien quien de inmediato dejo salir un sonoro suspiro– Aun no pierdes el toque muchacho. No estaba equivocado contigo

- No fue difícil –contesto el rubio con su usual tono engreído

- Te lo has ganado –menciono el hombre abriendo un cajón de su escritorio y sacando otro sombrero vaquero, casi tan horrible como el que llevaba puesto– quiero que lo conserves

Dos centavos por una canción. [Miraculous AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora