Capítulo 38

4.7K 310 727
                                    


Marinette.

A veces siento ganas de robarme el dolor de alguien.

Es una sensación de querer interponerte en medio de todo aquello que le lastima por muy efímero que sea y tomar su carga para ti misma porque ya no soportas verle sufrir.

Todo eso me dijo Alya en el funeral de mis padres y desde entonces el pensamiento tomo tanto sentido para mí, tanto que es precisamente lo que desearía en este momento teniendo a Adrien sollozando a mi lado. Simplemente ser yo la que sienta todas sus desdichas.

- M-Marinette... –balbuceo entrecortado. Intentando respirar entre tanta desesperación.

- Lo lamento mucho Adrien.

Le había dicho eso ya diez veces y bien podría decirlo otras diez más porque de verdad lo sentía, y porque necesitara que se calmara aunque fuera un poco para que me escuchara.

- ¿Q-que voy a hacer?

- Lo resolveremos, solo ten calma.

- No tengo empleo –volvió a decir aferrándose más a mí. Como si las palabras le dolieran genuinamente.

Sus brazos rodeaban mi cintura y los míos acariciaban su cabello dulcemente, haciéndome recordar lo que hacia mi madre cada que yo lloraba desconsolada.

- Podemos buscar otro. Hay un millón de empresas que pagarían muy bien por alguien como tú.

- Pero... este fue el proyecto de mi vida –su respiración entre cortada me estaba partiendo el alma– ¿Cómo pude fracasar así?

- Fue solo una estupidez Adrien. Ten calma, por favor.

- Sin esto no soy nada, ¿cómo demonios podré volver a casa ahora? –se quejó mientras sentía como alguna de sus lágrimas bajaban por mi espalda dándome un escalofrió– seré el hazmerreír de ese maldito pueblo.

- Eso no es importante. Deja de pensar en esa gente, de cualquier forma no ganabas nada de ellos cuando...

Iba a decir cuando eras el mejor agente de Journal, pero gracias al cielo mi alarma de comentario inadecuado se me encendió en la cabeza antes de soltarlo.

- Cuando tenia empleo –dijo completando mi frase.

- Exacto. Ahora simplemente conseguirás otro y procuraras hacer las cosas mejor –le advertí sin olvidar que de alguna forma se había ganado todo esto– y con eso me refiero a evitar acostarte con todas las mujeres que conozcas.

Suspiro. Al parecer le había dado en el clavo con la culpa que sentía pues, a pesar de que seguía desconsolado, dejo de hablar un momento y se concentró un poco en lo que yo decía.

- Aun no olvido que recuerdas mejor los traseros que las caras de las chicas –le dije queriéndole hacer reír.

Y joder, ¡lo logre!

Marinette era la mejor consolando gente.

- No es cierto –dijo sin querer soltarme aun– es solo que tu uniforme del restaurante te hacia ver gorda, por eso lo recordé.

- ¡¿Qué, que?!

Fue mi turno de reír y después de que ese minúsculo y apreciado momento de felicidad terminara volvimos a hundirnos en el amargo trago del silencio profundo. Y volví también a sentir un par de lágrimas silenciosas empapar mi cuello.

Dos centavos por una canción. [Miraculous AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora