Anna
Estoy escondida detrás de unos casilleros, así ha sido gran parte de mi día, cada vez que percibo el olor de Dante salgo huyendo, pero creo que ya no podré hacerlo más. Lo veo avanzar por el pasillo, corro hacia la cafetería quizás allí le sea difícil identificarme. Pero me equivoque, avanza directo hacía mi, me huele el cuello y lo escucho gruñir.
—Esto es imposible —susurra, poco a poco se separa de mí, y observo su rostro lleno de angustia—. Yo Dante futuro alfa de la manada Lucine, te rechazó a ti Anna como mi mate y futura luna de la manada.
Noto todas las miradas fijas en nosotros, sucedió lo que temía, fui rechazada, ahora debería rechazarlo, pero las palabras no salen, y me quedo ahí mirándolo, finalmente abandono la cafetería bajo el murmullo de todos los presentes, mientras camino siento como poco a poco las lágrimas se acumulan en mis ojos, siempre supe que sería rechazada, quién querría una omega como mate, y más encima un lobo que es incapaz de transformarse que fue criada por humanos.
Camino hasta llegar al prado que me enseño Edwin hace mucho tiempo atrás, por alguna extraña razón este lugar me transmite una infinita tranquilidad, medito mis opciones, puedo seguir como si nada hubiera pasado continuar yendo al instituto o huir sin avisarle a nadie y convertirme en una traidora, ya que a pesar de mi insistencia el alfa, aún no me autoriza a abandonar el pueblo. El tiempo pasa y aún no decido qué hacer, finalmente me empieza a dar frío, creo que tendré que volver a esa solitaria casa.
Al día siguiente me dirijo nuevamente al instituto, todos me miran con asco y se mantienen alejados. Al llegar a mi casillero, se encuentran esperándome Christina y sus secuaces, me ordenan que las siga, sé que lo más racional hubiera sido huir, pero por alguna razón ya no me interesa lo que pase conmigo.
Me arrastran al departamento de limpieza, es un lugar solitario, lleno de estantes, de escobas, y como dice su nombre instrumentos de limpieza.
—Anna mi querida Anna —empieza Christina—, cuando una alfa te rechaza tú debes rechazarlo inmediatamente, porque crea la errada impresión de que tienes la esperanza de enamorarlo, y dado que yo seré tu futura luna, lo que menos quieres es hacerme enfadar, ¿verdad?.
—No, por supuesto que no, luna —contestó.
—mmm...no sé por qué no te creo —me toma del mentón y dice—, mantente alejada de Dante, o sino acabaré contigo.
Dicho esto me encierra dentro de uno de los estantes, no sin antes golpearme, como una forma de recordarme que ella es la que manda y que yo no soy nada. Trato de golpear la puerta, pero nadie se acerca a esa zona de la escuela. En eso recuerdo que no me quitaron mi celular, tal vez sea incapaz de transformarme y arrancar la puerta, pero al menos puedo llamar alguien para me ayude.
Pasan los minutos y en eso escucho unos pasos, no puedo evitar aliviarme finalmente podré salir, ya me comenzaba a desesperar. Observo por las rendijas del compartimento como arrancan el candado, abren la puerta, y siento ese delicioso olor a vainilla, por qué tenía que ser él quien me rescatará. No puedo evitar mirar con detenimiento al joven alfa que se queda parado frente a mí, impidiéndome salir del estante.
—Gracias —susurró, porque no sé que más decirle y mucho menos cómo comportarme con él, ¿debería aprovechar que estamos solo y rechazarlo?.
—¿Quién fue? —pregunta.
—Eso ya no tiene importancia...—contestó y trato de empujarlo, él se sorprende por mi rudeza pero se hace un lado y finalmente puedo salir de mi confinamiento, antes de marcharme añado—. Ya aprendí mi lección, así que no es necesario que te molestes.
Trato de caminar lo más dignamente posible, a pesar de que me duele todo el cuerpo. A lo lejos escucho a Edwin hablar con Dante, me siento aliviada de que llegara, pero no puedo evitar desear que hubiese aparecido un poco antes. Y sin darme cuenta, estoy nuevamente frente al despacho del alfa, pidiendo por enésima vez que me deje partir.
—Alfa necesito marcharme...
—Anna —interrumpe.
—Por favor, ya no aguanto más —digo lo último en un susurro de frustración. Y siento su mirada fija en mi pelo enmarañado, mis ropas rasgadas y en algunos de los moretones que se están formando en mi cara.
—Anna —dice mientras me mira fijamente—, tienes mi autorización para marcharte.
—¿De verdad? —preguntó ilusionada, finalmente podré irme y empezar en nuevo lugar, sin ser juzgada.
—Sí Anna —contesta sonriendo—, me alegro que estés feliz, pero te recuerdo que tus padres me encargaron tu cuidado, así que no lo podrás hacer inmediatamente, tendrás que esperar un poco mientras arreglo tu estadía y tu nuevo colegio.
Trato de no desilusionarme, y recordar que este es el primer paso para un nuevo comienzo, no tendré que convertirme en una traidora, ya que contaré con la autorización del alfa, lo cual me llena de alivio, y podré volver para visitar la tumba de mis padres si así lo deseo.
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Redención
WerewolfAnna es adoptada y fue criada en el pueblo de Lucine, una localidad de hombres lobos, y teme por el día en que encuentre a su mate, porque tiene la certeza de que será rechazada. Dante es el futuro alfa de la manada de Lucine, y sueña con el día en...