Capítulo 40

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Dante

Cuando la observo junto a la tumba de sus padres recuerdo aquella vez donde la encontré completamente destrozada mientras la lluvia mojaba su rostro luego de que Christina le diera una paliza. Temerosamente me acerco, desde que inicio el torneo percibí angustia, pero ingenuamente pensé que era porque temía que perdiera el título, sin embargo con el paso de los días me fui convenciendo de que mis deducciones eran erradas. Mi lobo se retuerce ansioso, lo único que desea es aplacar cualquiera sea el motivo que tiene a mi mate tan preocupada, en cambio yo, me debato en si debería interrogarla o darle su espacio, temo que huya si me inmiscuyo demasiado, finalmente termino por preguntarle. Cuando soy recibido por una evasiva, automáticamente me congelo, mi peor temor se ha cumplido, trato que mis miedos no se vean expresados en mi rostro, mantengo mi relajada sonrisa me acerco a ella y simplemente la abrazo con el único objetivo que sea lo que sea que la esté carcomiendo, con dicho gesto espero poder apaciguar aunque sea levemente su tormento.

—Me reuní con el Alfa Ezra —murmura suavemente Anna. 

Al escuchar esa simple frase mi lobo quiere rugir de furia, pero lo mantengo a raya bajo la excusa de que eso asustará a mi mate, pero definitivamente Edwin me debe una explicación, ¡se suponía que debía permanecer en todo momento junto a ella para evitar precisamente aquello!.

Suspiro sonoramente, cuando estoy seguro que mi voz sonará calmada pregunto—. ¿Te amenazó?

—No, solamente quería conversar, al parecer se sintió intimidado con mi amenazante mirada —dice orgullosa y yo le sonrío en respuesta—, él...a él le intrigaba saber a qué miembro de mi familia había matado y deseaba compensarme por aquello.

—¿Compensarte?, ¿quieres decir pedirte perdón?—pregunto anonadado, la pocas veces que tuve la oportunidad de encontrarme con él no parecía la clase de persona que se disculparía.

Observo como mi mate se muerde el labio mientras observa de forma asustadiza los alrededores—. ¿Podemos seguir esta conversación en mi casa?—susurra insegura. 

Acepto su sugerencia, ya que aunque el lugar parece desértico esta conversación podría llegar a oídos indeseados, luego de despedirnos de los padres de Anna, nos dirigimos a su casa. Al entrar mi mate me indica que suba inmediatamente las escaleras y soy recibido por una números libros dispersados por el piso. Anna me pide que me sienta en la cama como si intentara tranquilizarle ante una catastrófica noticia.

—Antes que te alteres quiero que tengas claro que el alfa no sabe que soy hija de Sophia. Solamente sospecha que debió matar a alguien cercano —suspiro aliviado, sin embargo la tensión no abandona mi cuerpo, Ezra sigue siendo un peligro para Anna—, al principio no creí que quisiera compensarme, hasta que mencionó que había encontrado a su mate hace tres meses, intenté corroborarlo en los libros de actas, pero no encontré ningún registro —dice resignada.

—Entonces está mintiendo —respondo enojado.

—No lo sé realmente, observa —dice mientras me señala un informe donde se relata que Ezra  permaneció muerto por unos siete minutos—, creo que esa experiencia cercana a la muerte lo perturbo un poco, quizás eso lo hizo cambiar —comenta no muy convencida de sus palabras—, simplemente...no sé como decirlo parecía sincero cuando habló de su mate, yo...

—Tranquila —digo—, no te atormentes más, no permitiré que se acerque más. Él no sabrá de ti.

—Pero si...—observo como muerde sus labios insegura—...y si...

—Entiendo —comento interrumpiéndola—, averiguaré que lo que está tramando —sonrío cuando observo su cara iluminarse por mi sugerencia—, no puedes dejar ningún alma atormentada sin intentar socorrerla —menciono mientras me acerco, poso mi mano en su mejilla y la beso. Mi corazón se agita de solo pensar en qué hubiese pasado si se hubiese descubierto la verdad, acarició su cabello temo despertar un día y no encontrarla a mi lado, lentamente la tomo entre mis brazos, la deposito en la cama, escucho como susurra mi nombre, siento deseos de huir, dejar todo atrás, la manada, todo, pero sé que Anna no estaría de acuerdo, es demasiado generosa para su propio bien. Reticentemente rompo el beso aún existen un par de temas por conversar, acomodo un par de mechones de Anna al mismo tiempo en que intento normalizar mi respiración.

RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora