Anna
Cuando aparece Christopher mi mente queda en blanco, en mi cabeza comienzan a resonar las palabras del señor Thomas, mis mejillas inmediatamente se sonrojan, y un leve gruñido se escucha, mi corazón se agita, lentamente voleo mi vista hacia Dante, quien aprieta los dientes visiblemente enfadado, sin pensarlo poso mi mano sobre la suya, en un inútil intento de tranquilizarlo. Él por su parte, suelta un sonoro suspiro, al parecer ha funcionado, así que retomo mi atención a Christopher, cuando estoy por responder Dante me interrumpe.
—Un helado de vainilla para la señorita y un helado de chocolate para mí.
Christopher toma nota de la orden y se retira un poco intimidado por la furiosa mirada de mi acompañante quien consigue que me asuste levemente, nunca había estado en una situación similar, es primera vez que estoy en el Pulgoso como clienta, pero lo que me tiene más nerviosa es que Dante parece que fuera a estallar en cualquier momento, es como si estuviera...celoso, eso es imposible, pero mientras más analizo más me convenzo de que es así, lo cual me sorprende y al mismo tiempo me divierte, me es inevitable estallar en una sonora carcajada, que consigo que hasta cierto comensales me miran con extrañeza, incluido Dante.
Cuando logro serenarme, siento la necesitad de preguntarle—. Dante, ¿estás celoso de Christopher? —en respuesta obtengo uno de los más hermosos espectáculos, observar a mi mate sonrojarse, ver como juega nerviosamente con sus cabellos. No consigo escuchar su respuesta porque Dante vuelca el azucarero a causa de los nervios y me levanto inmediatamente a buscar algo que para ayudar a limpiar el desastre que acaba de causar mi alma gemela cuando soy interceptada por Chistopher, quien me toma del brazo.
—Regresa a tu mesa el Señor Thomas me regañaré si permito que te aparezcas por la cocina, además quiero seguir vivo hasta mañana —añade esto último señalándome con el mentón a mi mate quien tiene sus ojos en llamas. Así que decido seguir su consejo, espero pacientemente mientras retiran el mantel con los restos de azúcar e inmediatamente es reemplazado uno inmaculado—. En un momento traeré sus ordenes —dice Chistopher antes retirarse.
El incómodo silencio se extiende, me debato en si debería intentar repetirle la pregunta, pero me arrepiento al observarlo tan afligido, como si estuviera en un complejo debate interno—. Tienes razón, estoy celoso —murmura, lentamente toma mi mano, entrelaza nuestro dedos, noto como tiembla, al parecer no soy la única que se pone nerviosa ante su presencia —, pero también estoy... avergonzado, hay tantas cosas que no sé de ti —dice, me regala una de esas miradas que me transmiten que lo que tenemos no se trata de un juego, ahogando mis incontables seguridades—, por favor Anna dime, cómo hago para evitar comportarme como un idiota cuando otro macho te roba mi atención.
Escucharlo reconocer su error me enternece, así que simplemente digo—. Aprendiendo a confiar en mí, te prometí que estaría siempre para ti.
Creo que esas palabras fueron suficientes para calmarlo relajando el ambiente, devolviéndole una cordial sonrisa a Christopher cuando llegan nuestras ordenes.
—¿Extrañas trabajar acá? —pregunta mi mate.
La respuesta es inmediata—. Sí, especialmente comer los postres sobrantes después del turno de trabajo, a pesar de que pulgoso esta abierto las veinticuatro horas del día, el señor Thomas siempre se tomaba el tiempo y nos compensaba con un postre a elección, decía que era por los malos ratos que sufríamos con algunos de sus clientes.
—Lo siento, probablemente yo fui parte de esos molestos clientes.
Intento negarlo, pero no puedo, porque aunque hice lo imposible por no atenderlo, fui testigo de su arrogante y prepotente comportamiento con algunos de mis compañeros, es por ello que siempre era un respiro cuando nos reuníamos todos los camareros en una mesa cerca de la caja con el señor Thomas a compartir, probablemente se compadecía de nosotros, ya que la gran mayoría éramos abusados en el instituto en mayor o menos medida, a veces pensaba, por aquella razón nos había contratado, porque era demasiada coincidencia. Me perdí en mis recuerdos que no me percate el momento en que terminé mi helado, al igual que Dante. Finalmente nos levantamos, pero antes de marcharme paso a despedirme del dueño prometiéndole venir mañana.
Nos alejamos de pulgoso tomado de las manos, a medida que nos acercamos a mi casa ciertas heridas vuelven a sangrar y volver al restaurante me ha permitido reunir el coraje para lo que tengo que decir a continuación—. Dante, probablemente no es lo que te gustaría oír pero... que lamentes lo que hiciste en el pasado no va a borrar el sufrimiento que pasaron esas personas —soy testigo como poco a poco esos hermoso ojos café se entristecen, y me recrimino haber dicho esas duras palabras.
—Lo sé —responde lastimosamente mi mate.
—Porque no pensamos en cómo evitárselo en el futuro, te ayudaré con ello —digo intentando levantarle el ánimo.
Creo que lo consigo, porque me devuelve una sonrisa esperanzadora, lentamente se acerca y me besa la coronilla e inevitablemente termino por abrazarlo, mientras lo consuelo me pregunto ¿es la conexión lo que impulsa a hacerlo?—. Gracias —dice al despedirse interrumpiendo mis divagaciones, pero, antes de marcharse se voltea y me sonríe con malicia—. Casi lo olvido, mañana estás invitada a cenar a mi casa.
Dicho esto lo observo alejarse, dejándome con un pequeño ataque de nervios por la noticia.
***
Es un capítulo corto, espero les haya gustado, de a poco estoy intentando retomar mi frecuencia de publicaciones, sus reclamos por capítulos nuevos me motivan a seguir escribiendo, gracias :)
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Redención
Hombres LoboAnna es adoptada y fue criada en el pueblo de Lucine, una localidad de hombres lobos, y teme por el día en que encuentre a su mate, porque tiene la certeza de que será rechazada. Dante es el futuro alfa de la manada de Lucine, y sueña con el día en...