Capítulo 11

22.2K 1.1K 93
                                    

Anna

Como ha sido costumbre en estos tres días, Dante entra a mi habitación, solo que en esta ocasión será mi último día en el hospital. No puedo evitar sentirme inquieta en su presencia, ya que aún no le doy una respuesta de si quiero o no ser su amiga, y por alguna extraña razón tampoco me ha presionado. Lentamente se acerca a mi cama y notó que trae un bolso en sus manos que reconozco de inmediato.

—¿Dónde está Edwin?—preguntó, se suponía que él traería mis cosas. 

—A Edwin se le encomendó una importante misión, por lo que tuvo que salir urgentemente de la ciudad. Pero no es necesario que te agobies por él Anna, volverá dentro de unos días, en cambio tendrás el privilegio de ser escoltada por este humilde servidor. —dice fingiendo una torpe reverencia. 

No sé si reír o enojarme porque claramente Dante intervino para ser él, el encargado de recogerme. En eso abren la puerta e ingresa Juliette poniendo fin a este incómodo momento, ella me ayuda a vestirme, ya que es un poco complicado dado que mis extremidades aún no adquieren la suficiente fuerza, por lo que a pesar de ser dada de alta deberé venir periódicamente a sesiones de ejercicios con Diego, mi kinesiólogo, mientras tanto tendré que utilizar un par de muletas para poder movilizarme. Cuando finalmente estoy lista hacen pasar a Dante que esperaba en el pasillo. Estoy nerviosa de volver a mi rutina, es inevitable tener la sensación constante de pérdida, el sentimiento de que pasaron muchas cosas mientras estuve en coma, y que seré incapaz de recuperarlas.

La primera parada que realizamos es la mansión del alfa, Dante me ayuda a descender del auto,  nuestros dedos se rozan y siento una descarga cálida que recorre todo mi cuerpo, permanecemos tomados de la mano hasta llegar al despacho del Alfa. Por un segundo quise pedirle que no me soltara, pero desistí.

—Anna, te mandé a llamar para agradecerte por haber protegido Dante, muchas gracias.

Mis mejillas se sonrojan al instante, no puedo evitar sentirme avergonzada, simplemente...yo...solo no quería que lo hirieran, pero no soy incapaz de decirlo en voz alta. Y opto por preguntar. —Alfa...sé que aún debo seguir yendo al hospital, pero ¿cuándo podré mudarme a mi nueva escuela?.

—Anna, sé que antes de tu accidente te autorice a marcharte de Lucine, pero mientras estuviste en coma, hubo ciertos 'eventos' que me han hecho recapacitar en mi decisión. Anna tienes prohibido abandonar el pueblo.

Sujeto firmemente la silla, mientras lentamente mi mundo se desmorona, mis sueños de iniciar en un lugar donde no seré juzgada por ser una omega me fue arrebatado en ese momento. Siento que tocan mi mejilla izquierda y mis ojos colapsan con unos de color chocolate, que me han vigilado en los últimos días, y el puzzle se resuelve, él, todo es por su culpa, dijo que quería ser mi amigo, en cambio, me quita lo único preciado que tenía, esperanza. Escucho a lo lejos como el alfa trata de disculparse por lo sucedido, pero no presto atención ya nada tiene sentido para mí. 

Dante me acompaña a mi casa, ninguno de los dos dice nada durante el trayecto, finalmente ambos nos despedimos con un sencillo adiós. Y la culpa que percibo en sus ojos me confirman que tengo razón con mis conjeturas. Entro a mi lúgubre morada, el olor a humedad se percibe en el aire, por lo que de cierta forma me llena de alivio ya que nadie a hurgueteado mientras estuve fuera. Camino lentamente hasta el sofá, y finalmente lloro, pero es un llanto de impotencia mezclado con dolor. Poco a poco mi consciencia se va desvaneciendo hasta que la oscuridad me acoge en sus brazos.

 A lo lejos escuchó unos golpes, paulatinamente me levanto con la ayuda de las muletas, y al abrir la puerta soy recibida por Dante, quien lleva ¿ropa del  instituto?.

—Anna si no te vistes de inmediato llegaremos tarde—dice, simplemente me quedo observándolo, al parecer sus ojos ya no reflejan tristeza como ayer—. Juliette me dijo que no existía problema para que retomaras las clases, siempre que asistieras a las terapias. Te ayudaré a vestirte sino te apuras —susurra esto último con una seductora voz.

Mi corazón se altera palpitando a mil por hora, todo por es culpa de la conexión, sin decir nada me dirijo a mi habitación para arreglarme. El uniforme del instituto para el caso de las mujeres se compone de una falda, camisa, calcetas y una chaqueta todo de color gris representando a la luna.

Frente a las puertas del instituto no puedo evitar recordar la última vez que vine aquí, en esa ocasión creí que no volvería entrar, pero estaba completamente equivocada, no puedo evitar que la frustración me invada. Dante me informa que irá hablar con el director y que nos reuniremos en clase, debo confesar que me sentí tentada a pedirle que no me dejará sola, pero no quiero deberle nada, ya que por su culpa estoy nuevamente en este lugar. 

Camino temerosa por los pasillos en dirección a mi casillero, el cual espero que siga siendo el mismo, solo fue una semana que estuve fuera. Cuando finalmente lo encuentro, no alcanzo a sentirme aliviada cuando soy arrojada al suelo, y la sensación de deja vu me invade. 

—Veo que aún no estás muerta, Anna —pronuncia Christina—, pero no te preocupes cambiaré eso.

El primer golpe llega a mi estómago, intento levantarme pero mis músculos no responden, me encuentro a su merced. El segundo impacto lo siento en el brazo, y luego dejo de contar. Presiono mis dientes para no gritar, pero es inútil, los quejidos se escapan de mis labios, no intento pedir ayuda porque sé que se podrá peor para mí o para aquel que ose auxiliarme. Cierro los ojos e inicio mi viejo mantra no debo llorar, sino eso la enfurecerá más, quiero creer que pararán pronto, solo debo resistir, ya deben estar cansados, queda poco, solo unos segundos más, es lo que me repito una y otra vez. Pero un gruñido ensordecedor rompe mi concentración.  


***


Espero que le haya gustado este capítulo, en esta ocasión no tarde tanto en actualizar :P, nuevamente gracias por todos los votos, comentarios, y sus visualizaciones no me cansaré de agradecerlo :). 






RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora