Capítulo 32

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Anna

Mis pies se mueven tambaleantes por ese eterno pasillo, intento parecer serena, pero en cambio unas traicioneras lágrimas caen por mis mejillas, todo parece un sueño, no, más bien todo parece una terrible pesadilla, un juego cruel del destino, ¿por qué?, ¿será mi culpa?, ¿todo fue mentira?, acaso es mi castigo por nacer como una omega. Mi mano tiembla mientras intento colocar la llave en la cerradura, ¿tan patética soy?, ¿en qué me he convertido?, quizás hubiese sido mejor seguir sola en mi refugio, ¿por qué confíe en él?. Sin molestarme en cerrar con llave subo hasta la habitación de mis padres, abrazando fuertemente una de las almohadas, imaginando que aún se encuentra el olor de mi mamá. Mi pequeño amigo se acurruca junto a mí, al parecer nota lo triste, frustrada que me siento, lentamente su calor me cobija, y me pierdo en el mundo de los sueños.

Un ruido en la cocina me alerta e inevitablemente me ilusiono pensando que será Dante diciéndome que solo fue una broma o ¿quizás lo que recuerdo no fue real?, pero todas esas absurdas ideas se desvanecen cuando me topo con Ed observo su acongojada cara.

—¿Lo sabias? —pregunto, mientras internamente ruego para que me diga que no.

—Sí, digamos que Christina no es la persona más reservada, sé que debí decirte, pero deseaba que fuera él que te lo explicara, yo...lo siento, no tengo justificación —finaliza frustrado.

Permanezco en silencio, no porque lo quiera hacer sufrir con la incertidumbre, simplemente, no sé que decirle—. Ed, te entiendo, sé que estabas en una posición complicada por un lado tenías las ordenes de Dante y por el otro nuestra amistad, que solamente...

—¡No! —me interrumpe Edwin, al parecer lo ofendí con mis palabras, porque por un breve segundo visualizo a su lobo se reflejado en sus ojos—, la razón por la que callé no tiene relación con que sea su beta, ni si quiera porque somos amigos. Anna —pronuncia mientras me mira fijamente, como si quisiera contarme una gran revelación—, Dante cambio, sé que en estos momentos te sientes dolida y probablemente no me creas, pero es la verdad, mientras estuviste en coma él estaba destrozado.

—Tanto que se marchó con Christina —replico, quiero creer en la palabras de Ed, yo misma fui testigo de dicha transformación, sin embargo, me siento tan pérdida, quisiera tanto...alejarme de todo—. Creo que le pediré al Alfa que me permita marchar es asfixiante estar aquí.

—Anna, por favor eso los destrozará a ambos —dice suplicante—, intenta recordar los buenos momentos que pasaron, estoy seguro que Dante eventualmente te lo hubiese dicho.

—Pero eso jamás lo sabremos —digo resignada—, sabes qué es lo más terrible es que a pasar de todo me sigo preocupando por él...es tan frustrante, lo odio.

—Lo sé —susurra, lentamente se acerca como si temiera mi rechazo, finalmente termina por abrazarme, es tranquilizante de cierta forma saber que no estoy sola, permanecemos así por unos minutos hasta que llegamos al consenso de dejar de hablar de cierto personaje, y nos dedicamos ver películas malas mientras nos atiborramos con helado. 

Cuando ya son pasadas las doce de la noche Ed se marcha, me siento tentada a pedirle que se quede, decirle que no quiero estar sola, pero simplemente no me atrevo, intento dormir en mi dormitorio, pero luego de una hora dando vueltas me percato que será imposible conciliar el sueño. Bajo por esas solitarias escaleras, las cuales crujen en cada paso que doy, me recuesto en el sillón e intento ver algo en la televisión, sin embargo me es imposible concentrarme, mis pensamientos continuan vagando hacia él, preguntándome cómo estará, por qué lo hizo, me extrañará, ¿me lo hubiera dicho?, comienzo a divagar entre mis recuerdos, rememoro esa mirada de culpa que noté algunas veces, aquella vez en su habitación cuando mencionó un terrible error que cometió mientras estaba hospitalizada, ¿se trató de tu encuentro con Christina o me ocultas algo más Dante?, ¿hice bien en marcharme?, quizás debí quedarme y exigirle una explicación, aunque a quién engaño en ese instante solo quería desaparecer, tengo tantas preguntas, las cuales no tendrán respuestas si no consigo reunirme con él, ¿seré capaz de verlo a los ojos sin desmoronarme?, ¿me dirá la verdad está vez?, lo mejor sería simplemente marcharme de este pueblo, empezar en otro sitio, dejar de ser 'la omega', y pasar a ser solo 'Anna'.

Paulatinamente la habitación comienza a iluminarse por la luz del sol, como si tratase de un ultimátum, pero a pesar de todas mis divagaciones aún me debato entre si debería encontrarme con él o no, cobardemente pospongo la decisión bajo la excusa de respuestas, porque a pesar de todo perdí una semana por dicho error y me dirijo al único lugar donde quizás las halle, el hospital, intento no parecer desesperada cuanto ingreso, mi corazón acelera sus latidos. Recorro los pasillos en su búsqueda, finalmente la encuentro, aquella persona que me cuidó mientras estuve en coma, Juliette.


***

Espero no les haya molestado tanto monólogo de Anna XD, gracias por leer, comentar y votar por esta historia. Espero les haya gustado el capítulo.


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