Capítulo 38

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Anna

Me quedo unos instantes observando la puerta cerrada, finalmente salgo, camino por los pasillos desorientada, en mi mente se reproduce dicha conversación una y otra vez, sin ser capaz de darle mayor sentido.

—¡Anna!, finalmente te encuentro —dice aliviado Edwin, sin embargo al notar mi rostro sombrío, me pregunta preocupado—, ¿estás bien?

—No —respondo—, pero lo estaré no te preocupes —contesto con un amago de sonrisa.

—¿Te encontraste con Christina? —pregunta y yo lo miro asombrado

—¡¿Volvió?!

—Solo vino por el torneo, una vez finalice regresará donde su tía, aunque así como van las cosas es probable que deba adelantar su partida —dice malicioso Ed.

Al principio no comprendo sus palabras, pero cuando observo nuevamente la arena veo como el lobo de Alberto se tambalea por la falta de sangre, noto como intenta atacar a Dante, pero se encuentra tan desorientado que falla cada uno de los ataques hasta que finalmente cae inconsciente declarando vencedor a mi mate. Anuncian el siguiente encuentro entre Adrián y Henry, pero no me quedo a verlo, en cambio corro rápidamente en dirección hacía los camerinos con Edwin a mi siga. Al entrar Dante ya se encuentra en su forma humana y me recibe con una sonrisa en su rostro y simplemente lo abrazo, estoy tan feliz por su victoria, pero al mismo tiempo mi mente no deja de recordarme lo que pasó con Ezra, siento el peso de su tarjeta en mi bolsillo trasero, me recrimino mentalmente el hecho de habérsela aceptado. Renuentemente me separo de mi mate, ya que llega el médico a revisarle sus heridas que afortunadamente son pocas, solo un par de rasguños en su espalda y brazos, que para la batalla de mañana ya estarán en perfectas condiciones. Luego, de la revisión le sugiero acompañarlo a su casa, al inicio Dante no esta muy de acuerdo, ya que quería ir a celebrar al pulgoso su victoria, pero renuentemente acepta mi recomendación. 

En la mansión somos recibidos por un silencio absoluto, subimos a la habitación de mi mate, la cual como es usual se encuentra perfectamente ordenada, me siento sobre la cama y comienzo a juguetear con mis manos, quiero abrazarlo, pero no me atrevo, ¿por qué soy tan cobarde?, sin embargo, mi mate como es habitual percibe mi incomodidad y simplemente me arrastra hacia sus brazos, me permito reconfortarme, acerco mi nariz hacia su cuello en un intento de sentir su olor a vainilla, noto como poco a poco mis músculos se van relajando hasta que finalmente suelto un sonoro suspiro, cierro mis ojos simplemente disfruto, desearía que este momento nunca acabara. Noto como suavemente Dante comienza acariciar mi espalda, levanto mi vista y me topo con esos ojos cafés que me devuelven la mirada anhelantes y cautelosamente acerco mis labios a los suyos. Mientras lo beso deseo desesperadamente olvidar todo, sin embargo mi mente me traiciona continuamente recordándome las palabras de Ezra. 

El beso acaba y percibo que mi mate me mira desconcertado eso me preocupa—. Entiendo que la batalla pudo ser muy dura para ti, pero no tienes de qué preocuparte tu mate es muy fuerte —menciona orgulloso en un intento de tranquilizarme, en cambio me siento aún más culpable porque solamente fui capaz de verlo solo unos escasos minutos, al ver que sus palabras no tienen el efecto esperado, Dante continua diciendo—, mis heridas no son graves, así que no estes triste por eso —comenta mientras percibo como acacia mi coronilla, mientras yo solamente quiero llorar, me siento tentada en comentarle mi encuentro con Ezra, sin embargo, desecho la idea, no quiero que se distraiga con mis preocupaciones y renuentemente me alejo de él.

—Nos vemos mañana —me despido de mi mate mientras la culpa corroe mi corazón.

Al llegar a mi casa subo ansiosamente las escaleras, busco desesperadamente en cada uno de los libros algún registro que se haya realizado en los últimos tres meses, sin embargo a medida que avanzo noto que la mayoría de los textos relatan hechos de hace quince años o más. Decepcionada abandonó mi investigación, me recuesto en la cama, me debato entre si debería levantarme y correr a buscar más libros de la biblioteca del alfa o esperar hasta mañana, finalmente opto por aguardar hasta el día siguiente cuando observo la hora que es, Dante necesita descansar para su batalla de mañana, pero saberlo no logra calmar mi ansioso corazón. Durante la noche giro innumerables veces sobre la cama mientras analizo una posible respuesta a una pregunta que se repite en mi mente una y otra vez, ¿será posible que alguien cambie tan radicalmente solo por el simple hecho de conocer a su mate?.

RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora