Capítulo 42

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Dante

Me encuentro sólo en el auditorio de la manada a la espera de la resolución del concejo, intento mantener un semblante tranquilo, pero internamente siento como la ansiedad me corroe y comienzo a contar los pilares del edificio en un intento de serenar mi mente. A lo lejos escucho pasos, observo como mi padre es el primero en ingresar al lugar, noto en su semblante que algo le preocupa y aquello me genera un mal presentimiento, al parecer ya está al tanto. 

Contemplo como cada uno de los miembros hacen su aparición, finalmente Jacob se posiciona en estrado dando inicio a la reunión—. Este concejo ha decidido que para entregar su consentimiento se deberán completar tres pruebas.

—¿Tres?, no debería ser solo una —interrumpo desconcertado.

—Que en el caso de sus padres se haya realizado una sola prueba, no quiere decir que sea la regla —hace una pausa como si saboreara el momento—. Este concejo ha considerado que las circunstancias de su mate son bastante particulares comparadas con nuestra luna actual —observo como una sonrisa burlesca aparece en su rostro cuando dice las siguientes palabras—.  Ni siquiera es capaz de transformarse, ¿o me equivoco?

Aprieto los dientes fuertemente, deseo replicarle, seguir el consejo de Ezra y acabar con todos, pero me controlo, fui un ingenuo al esperar se comportaran de una manera diferente—. Esta en lo correcto y con gusto completaré las pruebas.

—¡Qué agradable es escuchar esas palabras!, sin embargo será su mate la que deberá completar cada una de ellas ¿existe algún problema con ello? —pregunta Jacob. 

—Ninguno —contesto a regañadientes.

Jacob continúa su discurso como si no me hubiese escuchado—. La primera prueba se realizará dentro de una semana y consistirá en la caza de un ciervo, donde la postulante deberá internarse en el bosque y traernos el cadáver del animal. Solo dispondrá de cuatro días para completar la tarea.

Luego de la explicación, Ramón otro miembro del concejo, me entrega un papel con la misma información, me imagino para que se lo haga llegar a mi mate. Siento la presencia de mi padre a mi lado, posa su mano en mi hombro como queriendo tranquilizarme, mi lobo se encuentra al límite y yo igual, se han pasado de la raya, cuando sea alfa lo primero que haré será desmantelarlos, es la promesa que me realizo para encontrar un poco de serenidad.

—Las siguientes pruebas, ¿cuáles serán? —interrogo a Jacob.

—Se le informará una vez sea completada la primera—contesta, luego añade—, ahora no parece tan valiente como anoche —con esas ruines palabras dan por finalizada la reunión dejando entrever que no tienen la más mínima confianza de que Anna pase si quiera la prueba inicial.

Me retiro indignado y me dirijo hacía única persona que podría calmar la tormenta que se gesta en mi interior. Me encuentro en las afueras del restaurante, al entrar soy recibido por la radiante sonrisa de mi mate, intento devolvérsela, pero percibo que me sale muy forzada. Anna parece notar mi aflicción me lleva hacía una de las solitarias mesas que están en el fondo.

—¿Qué te sirvo?, tenemos un postre especial de chocolate que probablemente te va a encantar, yo invito —menciona en un inútil intento de confortar mi corazón.

—Sí, algo dulce me vendría bien —contesto desanimado.

—¿Todo bien? —dice mientras acaricia mi mano, lentamente como es habitual, todo lo que me atormentaba se diluye por la calidez de su toque.

—Te lo explicaré al final de tu turno —comento—. Tenemos mucho que conversar.

Mientras los minutos pasan siento el peso del papel que me entregaron en mi bolsillo, temo que se sienta agobiada y se culpe si llegase a fallar, sin embargo yo confío en ella, la he entrenado en estos tres últimos meses, sé de lo que es capaz, creo firmemente que superará sea lo que sea lo que el concejo esté planeando. Anna me trae mi pedido, lentamente comienzo a sacar pequeños pedazos de mi postre mientras la admiro, observo como es capaz de memorizar diversos pedidos de diferentes mesas, la agilidad con que balance su bandeja llena de comida, la paciencia que tiene mientras espera que los clientes decidan su orden, me divierte los momentos en que nuestros ojos se topan, observo como el sonrojo comienza a surcar su rostro e inmediatamente desvía la mirada. Así transcurren los minutos hasta que me percato que el turno de Anna a concluido, me acerco a ella y me despido de los chicos del lugar, mis alumnos, suena extraño nunca me imaginé como un maestro de alguien.

RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora