Capítulo 6

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Dante

Estoy por alejarme del prado cuando me llega el sonido de una flecha junto con un quejido, ante mí observo como Anna es herida. Aullo su nombre y acto seguido mi lobo se descontrola y de un momento a otro me encuentro degollando al cazador, los deseos de destriparlo y diseminarlo me invaden, pero los contengo, y le recuerdo a mi lobo que Anna aún se encuentra herida y debemos llevarla al hospital. Vuelvo los más rápido posible a mi forma humana y la tomo delicadamente entre mis brazos, mientras me alejo, noto como los gritos de batalla se van apagando creo que los cazadores han decido huir. Al llegar al hospital busco desesperado a Juliette, mientras percibo como la respiración de mi mate se hace más lenta cada segundo. Finalmente se la llevan a la sala de cirugía, y me piden aguardar en la sala de espera. 

Las horas pasan, y aún no hay noticias, cuando estoy a punto de levantarme, una mano toca mi hombro.

—¿Qué haces aquí? —preguntó enfadado, en estos momentos no tengo tiempo para sus tontería.

—Bueno...pensé que ibas a estar aburrido esperando, porque no mejor nos vamos a relajar un rato, y luego regresas —dice Christina, mientras agita sus pestañas.

—Creo que lo dejaremos para otra ocasión.

—Dante, si no supiera que te sientes culpable pensaría que estás preocupado por ella —creo que percibe mi asombro porque añade-—...las noticias vuelan en este pueblo.

No puedo evitar analizar sus palabras,  y noto que tiene razón. Rechacé a Anna, nadie le pidió que se arriesgará por mí, además yo hubiese sido perfectamente capaz de esquivar esas flechas, no era necesario su intervención. Y con ese último pensamiento abandono el hospital y me dirijo a la mansión, a mi habitación, donde hemos estado innumerables veces antes, haciendo exactamente lo mismo, teniendo sexo, solo que en esta ocasión ya he encontrado a mi mate.

A la mañana me despierto solo en la cama,  Christina se esta arreglando para marcharse, una vez cierra la puerta escucho como se despide de mi padre. Intento seguir durmiendo unos minutos más, pero el alfa grita mi nombre. Bajo enfurruñado, ¿qué podría ser tan importante?, entro al despacho y tomo asiento.

—Dante, llamaron del hospital, Anna...

Y no termino de escuchar porque salgo corriendo hacía el hospital, estoy desesperado, siento el peso del error que cometí,¡soy un completo imbécil!,  rezo a la Diosa Luna para que no sea nada grave. En los pasillos me encuentro con Juliette quién me comenta que Anna tuvo una crisis anoche, y que cayó en coma. 

Ahora me encuentro frente a mi mate, y no sé por dónde empezar, observo su pelo negro, su cara, noto lo linda que se ve. Y con su mera presencia me tranquiliza, y encuentro las respuestas mis interrogantes.

—Debe ser nuestra conexión —digo, por alguna razón comienzo hablar, quizás con la esperanza que me escuche, aunque Juliette me dijo que eso era poco probable, me siento a su lado, y tomo su mano—. Tú me conoces desde que tengo cuatro años, sabes lo tonto que soy.

Trato de encontrar el valor, para decir las siguientes palabras, mientras el ruido de las máquinas suena de fondo. 

—Lo que trato de decir...tú no debiste salvarme en primer lugar..quiero decir...Dios qué estoy haciendo se supone que quería disculparme, en estos momentos debes pensar que soy muy tonto —rio tratando de imaginar su expresión, ya que su rostro sigue impávido.

—Desde muy pequeño siempre he sido el mejor en todo, por lo que debes imaginar lo que me cuesta aceptar que por primera vez alguien se arriesgue por mí...que es primera vez que siento está sensación de vulnerabilidad, de que necesitaba ser rescatado. Gracias Anna por pensar que podría salir lastimado, y protegerme.  

Lentamente me acerco a ella, se me cruza la loca idea de besarla, pero la desecho porque sería aprovecharme de la situación, simplemente me aproximo y percibo su delicioso olor a chocolate, junto nuestras frentes, prometo visitarla pronto. Antes de marcharme me juro a mi mismo confesarle mi pecado a Anna.


RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora