Capítulo 28

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Dante

Luego escucharla decir que seré el siguiente alfa mi corazón se siente atormentado y un nuevo miedo se instala, el miedo a defraudarla. Tiernamente acaricio su mejilla, mi mate me devuelve una mirada anhelante su rostro como es usual se sonroja, pero no alcanzo a maravillarme por ello, ya que inmediatamente se aparta bruscamente de mi toque. 

—Creo...creo que deberíamos ordenar —tartamudea nerviosamente.

—¿Hice algo mal? —pregunto preocupado. Ante mi pregunta Anna niega enérgicamente, en vez de tranquilizarme me inquieto más.

—Sólo me puse nerviosa —murmura tímidamente, esa simple respuesta termina por conmoverme, decido no seguir presionándola.

—Qué te parece, si luego de acomodar todo, arrendemos un par de películas y tenemos una especie de pijamada los tres con Edwin —sugiero en un intento de distraerla de todo lo que le ha acontecido estás últimas horas.  Anna acepta entusiasmada, en un inicio deseaba acompañarme, sin embargo la convenzo de que permanezca en la casa, por si Edwin llega mientras estoy de compras, lo que desconoce mi mate, es que previamente le mandé un mensaje solicitándole reunirnos urgentemente. Me siento culpable de ocultarle aquello, pero me autoconvenzo que dada la gravedad de la situación es correcta la decisión que estoy tomando. 

Mientras camino hacia nuestro lugar de encuentro permito que el miedo gobierne mis pensamientos, me debato internamente de si debo o no comunicárselo, es cierto, que yo concerté esta reunión, pero siempre se me puede ocurrir una buena excusa para justificarla, podría continuar manteniendo este secreto con Anna, como algo que sólo nosotros dos compartimos, aunque inmediatamente me recrimino por tener esos pensamientos egoístas. En esto instantes mi mente se siente confusa, finalmente al observarlo en aquel claro tomó la decisión, en estos momentos requiero de la mayor cantidad de aliados posibles con el único objetivo de protegerla. Al inicio Edwin me mira incrédulo, sin embargo a medida que le voy presentando cada uno de los hechos su rostro se va poco a poco transformando hacia el horror. 

—Esto es malo —pronuncia Edwin, recordándome lo mismo que pensé inicialmente—. ¿Qué tienes pensado hacer? —pregunta algo que me he estado cuestionando todo este tiempo.

—Honestamente no lo sé —contesto—, callar y rezar para que nadie lo sospeche.

Edwin me estudia detenidamente y esboza una sonrisa—. Por un instante creí que te alejarías de Anna.

Inicialmente me espanto por sus conjeturas, pero luego me relajo, lamentablemente mi expediente respalda esa catastrófica deducción—. No se me ha cruzado en ningún momento dicha idea, la protegeré sin importar el costo.

—¿Aunque eso signifique perder tu puesto como alfa? 

—Sin importar el costo —repito, disipando cualquier duda que tenga. 

Permanecimos en silencio casi esperando que la solución caiga del cielo, la cual obviamente no aparece, ambos estamos confusos en cuál sería nuestra estrategia una vez esto se destape, sin embargo coincidimos en que lo mejor en estos momentos es callar. Finalmente abandonamos el prado y nos dirigimos al Video Club a arrendar un par de películas, comprar golosinas, aunque Edwin no estaba muy de acuerdo con mi elección termino convenciéndolo, y nos llevamos 'El diario de la princesa 1 & 2' en ingenuo intento de que mi mate comprenda que al igual que Mia la protagonista pueden salir cosas beneficiosas al descubrir su origen.

Al llegar a la casa Anna nos recibe con una alegre sonrisa—. Mira a quién me encontré en el camino —digo señalando a mi beta, el cual es incapaz de sostener la mirada de mi alma gemela, antes de que ella pueda llegar a una conclusión errada le explico—, le conté todo, sé que inicialmente te dije que no debería saberlo nadie más, pero si en algún momento no me encuentro cerca —o tu decides alejarte de míuna vez te enteres de lo sucedido con esa arpía, añado mentalmente—, quiero que puedas apoyarte en alguien más.

Mi mate analiza mis palabras parece convencida por el improvisado plan de acción que únicamente consiste en despistar cualquier sospecha, así que sin más demora nos dirigimos al segundo piso por un par de mantas, de esta forma los tres terminamos acurrucamos en el sofá de la planta baja. La película inicia mostrando como se burlan de la protagonista por casi vomitar mientras daba un discurso en un debate, y es en ese instante me cuestiono si fue o no buena elección. Poco a poco la trama avanza con la revelación de que Mia es la futura princesa de Genovia, y observo como una leve sonrisa se dibuja en su rostro mis miedos son acallados por ese simple hecho. 

Llegamos a la parte dónde inician las 'lecciones de princesa' escucho la melodiosa carcajada de mi mate aplacando cualquier resquemor de duda presente en mi corazón—. ¿Qué bueno que en mi caso no deba someterme a un entrenamiento así? —murmura Anna, casi me atraganto por dicha declaración, aún no le comento que mi madre quiere reunirse con ella para que le 'enseñe' una o dos cosas de los deberes de una luna.

Seguimos viendo la película plácidamente hasta que llegamos a una incómoda escena donde Joseph, el chofer/guardaespaldas de Mia cita a Eleanor Roosevelt diciendo: "Nadie la puede hacer sentir inferior sin su permiso", la escena es conmovedora, pero mi corazón se desgarra en el instante en que escucho murmurar Anna un leve tiene razón , y nuevamente el sentimiento de haberme equivocado en mi elección vuelve, suavemente la abrazó tratando de transmitirle que aquello no volverá a repetirse. Así la noche transcurre con las típicas bromas entre películas, lanzamientos de palomitas y sonoras carcajadas. 

A la mañana siguiente la molesta luz de la pantalla me despierta, me giro en un inútil intento de seguir durmiendo y me topo con el rostro de mi mate que duerme plácidamente, mi corazón simplemente se acelera por la cercanía y los deseos de acariciar su rostro me invaden, pero me contengo. Lentamente me desperezo y me percato que en algún instante de la noche Edwin se marchó silenciosamente a su casa, lo cual se lo agradeceré en cuanto lo vea, intento alargar lo más posible este momento, sin embargo cuando reviso el reloj de la pared, me percato que son las cinco de la mañana, dolorosamente me alejo, delicadamente la tomo en mis brazos y la llevo a su habitación, la arropo cuidadosamente para no alterar su sueño, nuevamente me invade el miedo a decepcionarla, suavemente deposito un beso en su frente a modo de despedida, al abrir la puerta me encuentro con su gato Yuki—, cuídala mientras no estoy —le susurro, quien me devuelve un maullido mientras se acomoda sobre las mantas de su cama.

Suavemente bajo las escaleras me dirijo nuevamente al claro, donde me espera Edwin, hoy es mi primer día de entrenamiento solo restan dos meses para que inicie el torneo. 

—Intenta no ser tan duro, estoy fuera de forma —le suplico a mi futuro beta, que bajo esa apariencia tranquila se esconde un guerrero muy feroz.

—Veré que puedo hacer —contesta presumidamente, luego parece meditarlo mejor y añade—, aunque ahora que lo pienso, creo que no aceptaré tu sugerencia, no desperdiciaré esta perfecta ocasión para vengarme por todas las lágrimas que derramó Anna por tu culpa.

Con esas simple declaración el sudor frío se comienza agolpar en mi espalda. Luego de dos horas peleando sin un minuto de descanso, mi cuerpo es reflejo del resentimiento que guardaba Edwin. Cada músculo e incluso algunos que desconocía de su existencia me duelen, lo más terrible es que masoquistamente le solicité reunirnos nuevamente todas las mañanas.

***

Creo que en esta ocasión la espera no ha sido tan larga :) de a poco estoy retomando mi ritmo de publicación. Para que no han visto la película el diario de la princesa le recomiendo que la vean y si tienen la oportunidad de leer los libros muchísimo mejor, ya que la película se toma demasiadas libertades. Bienvenido a los nuevos lectores y muchas gracias a los que aún me siguen leyendo :). 

RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora