Capítulo 5

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Anna

Me encuentro en el prado esperando a Edwin, ya ha pasado una semana desde mi conversación con el alfa, hoy es el día en que abandonaré Lucine, no me iré muy lejos, tuve la suerte de que a una hora de aquí se encuentre un pueblo habitado mayoritariamente por humanos, por lo que sólo debo preocuparme que no descubran que soy una mujer lobo, lo que ya de por si no será difícil, porque soy incapaz de transformarme. A lo lejos, distingo una figura, que no es otro que Edwin, y no puedo evitar sonreír al verlo.

—¡Increíble! nunca pensé que un hombre lobo se pudiera cansar —digo.

Edwin frunce el ceño, por mi comentario, como si lo hubiera ofendido. 

—Muy graciosa Anna, sabes perfectamente que nos podemos cansar, más aún si mi mejor amiga me dice que debo llegar en cinco minutos, sino se irá sin despedirse —contesta enfadado.

—Tienes razón, lo siento —contesto apenada, no puedo evitar sonrojarme.

—Disculpada —dice con una gran sonrisa—. Ahora ¿cómo ese eso de qué te vas?

Bajo la cabeza avergonzada, sabía que esto iba a ser complicado, con Edwin hemos sido amigos desde que llegó a este pueblo, y siempre nos hemos tenido confianza, solo espero que no se sienta culpable, porque simplemente no es su culpa, pero sé que de alguna forma él se siente responsable de mí, más aún desde que mis padres fallecieron. Así que trato de juntar el poco valor que poseo y contesto.

—Edwin debo alejarme de acá, este pueblo está lleno de recuerdos, necesito cambiar de ambiente.

—Iré contigo.

—¡Qué! ¿estás loco?, eres el futuro beta de esta manada, mucha gente te necesita, sin considerar que tus padres...

—Anna —interrumpe—, ¿por qué no cuentas la verdadera razón por la que vas?

En ese momento, me percato de que no logré engañarlo, siempre es capaz de ver a través de mí. Finalmente decido contarle sobre lo malos tratos, las miradas, los susurros, todo, y de cierta forma me siento un poco más aliviada.

—Nunca pensé que fuera tan grave —contesta Edwin.

—Normalmente no lo es —explico, pero creo que mi aclaración no consiguió calmar a Edwin, al contrario—... solo desde que fui rechazada.

—Anna, debí estar más atento —dice enfadado—, significas mucho para mí, qué clase de beta seré si fui incapaz de ayudarte.

—Edwin no te debes sentir responsable, es mi culpa por ser tan débil.

Las lágrimas se van acumulando, ya que finalmente he aceptado lo que he escuchado mil veces, pero eso no evita que me duela, merezco haber sido rechazada por el alfa, soy una completa cobarde que lo único que sabe es huir. Poco a poco Edwin se acerca y me abraza, me repite que desea irse conmigo, pero yo rechazo su oferta nuevamente. Solamente se tranquiliza una vez que le prometo de que si llego necesitar ayuda lo llamaré. En eso escucho una rama quebrarse y  a continuación percibo ese exquisito olor a vainilla, desde las sombras aparece Dante.

—Espero no interrumpir, pero se me había perdido mi beta.

Edwin y yo nos separamos, no puedo evitar sentirme incómoda bajo la atenta mirada de Dante, al verlo recuerdo que debo rechazarlo, no puedo marcharme sin antes dejarlo libre,  así que le solicito hablar a solas, lo cual no le agrada mucho a Edwin, pero finalmente se va a regañadientes. Siento mis manos temblar, no puedo evitar estar nerviosa por lo que estoy apunto de hacer.

—Yo Anna te rechazo a ti Dante como...—mientras pronuncio esas observo como la cara de Dante se contorsiona.

De repente Dante se abalanza sobre mí, no puedo evitar que mi corazón se agite, me envuelve su aroma, poco a poco nuestros rostro se acercan, y noto que él se encuentra igual de agitado, en eso escucho una flecha que rompe el hechizo. Dante me pide que me dirija al refugio, ya que en estos momentos los cazadores nos están atacando. Sigo su orden e intento alejarme, pero una persona se interpone en mi huida, quien me apunta con una flecha. Esta no alcanza a ser disparada, debido a que un lobo blanco, de ojos azules se abalanza sobre él desgarrando su garganta. A pesar de estar bañado en sangre, no puedo evitar admirar su belleza, el lobo de Dante me deja sin palabras.

Recuerdo que debo escapar, a lo lejos escucho más sonidos de luchas. Le hago señas a Dante de que me dirigiré al refugio, pero antes de abandonar el claro no puedo evitar girarme para observarlo por última vez. Y a mi derecha veo al compañero del otro cazador apuntar a Dante, este parece no notarlo, debe ser por la posición del viento, sin meditarlo realizó mi único acto de valentía y me interpongo en la trayectoria de la flecha. Siento un primer impacto, y a continuación el segundo, luego poco a poco me invade la sensación de quemazón, y grito de dolor. El mundo se comienza a distorsionar, no puedo evitar sonreír por la ironía, luché tanto escapar de este pueblo, que seré incapaz de hacerlo. A lo lejos escucho que dicen mi nombre, lo último que veo es el rostro desesperado de Dante antes caer en la oscuridad, antes de reunirme con mis padres.



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