Capítulo 8

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Dante

Este es el tercer día en que Anna permanece en coma, y tal como ha sido mi rutina últimamente me encuentro en el hospital observando su rostro, anhelando ver nuevamente esos bellos ojos verdes, que jamás imaginé que extrañaría tanto.

—Joven Alfa, me alegra verlo nuevamente por aquí —dice Juliette, mientras irrumpe en la habitación, de cierta forma estoy un poco molesto, porque esta acortando mi tiempo con Anna, ya que en solo en una horas más debo dirigirme al instituto. 

—Ya no soy el futuro alfa, es decir, depende si salgo victorioso en los combates —aclaro.

Ella me mira fijamente y añade—. Creo que ganarás —me cierra el ojo izquierdo, no puedo evitar sentirme incómodo, y mirar por el rabillo del ojo a Anna.  Luego recuerdo la razón por la que Juliette esta en la habitación.

—¿Cuál es el estado de Anna?,¿está mejor?, ¿cuando podrá despertar? —pregunto.

—Ya se eliminaron las toxinas de su cuerpo, por lo que ya no existe impedimento para que no despierte, pero...finalmente depende ella y de ti —dice mirándome fijamente—. Cada vez que vienes los signos vitales de Anna mejoran, y de acuerdo a mi experiencia el tener a tu mate cerca acelera la recuperación. ¡Sigue así campeón y continua visitándola! —dice, y nuevamente me cierra un ojo, pero esta vez no me siento incómodo al contrario, me siento alegre de que por primera vez mi presencia significa algo positivo para ella.

Nuevamente estoy solo en la habitación, trato de aprovechar los pocos minutos que nos quedan, y le cuento la primera vez que la conocí.

—Cómo sabrás el trabajo de mi padre es muy estresante, por lo siempre en los veranos intentamos alejarnos lo más que podemos del pueblo idealmente a lugares sin cobertura, no te imaginas lo estresante que era para mí —no puedo evitar reír con solo recordarlo—. uno de nuestros destinos habituales era el centro vacacional de tus padres. Tenía tres años cuando nos conocimos, cada vez me convenzo más de lo imbécil que he sido durante toda mi vida, recuerdo que nos divertimos mucho ese verano jugando y cuando mi padre me contó que te vendrías a vivir al pueblo me emocioné como no tienes idea, pero —suspiró, desearía no tener que decir esto en voz alta—...cuando mis amigos se enteraron de que fuiste criada por humanos, que habías sido abandonada, yo...sentí vergüenza de mencionar que eras mi amiga, y comencé a despreciarte públicamente, como todos los demás, debí defenderte, pero privilegie mantener mi imagen frente a personas que no lo merecían, en vez de arriesgarme por ti, ahora estoy pagando las consecuencias, de lo contrario...quizás estarías a mi lado, y nuestras únicas preocupaciones serían la prueba de física que tenemos a primera hora.

Siento que la presión de lo que acabo de decir me agobia, necesito salir de aquí, me acerco a ella me despido como todas las mañanas juntando nuestras frentes, y me dirijo al instituto, ese deprimente lugar, que desde que Anna se fue todo se siente más sombrío.



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