Capítulo 26

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Anna

Mis piernas son incapaces sostenerme chocando con la fría tierra, mis rodillas se empapan por la humedad mientras analizo las palabras de Dante. Percibo como una mano acaricia mi coronilla en un inútil intento de tranquilizarme, ¿realmente por mis venas corre sangre de cazador?, en el instante en que lo pienso me doy cuenta de lo ridículo que suena y recuerdo las incontables veces en que Diego mencionó mi inusual capacidad de curación que podía llegar a superar hasta la de alfa, que obviamente en términos lobeznos era extraordinaria, pero de acuerdo a los textos que hemos estudiado en clase, los cazadores se caracterizaban por su rapidez, puntería y factor de curación, según cuenta la leyenda ellos hicieron un pacto con la Diosa Luna para que les brindara dichas habilidades, a cambio ellos velarían por sus hijos, acuerdo que actualmente no se está cumpliendo, ¿si soy parte cazadora significa que tendré que abandonar el pueblo?, sin embargo tal como mencionó mi mate este secreto no puede ser revelado, si actualmente ya me miran con desconfianza por ser incapaz de transformarme no quiero ni imaginar lo que sucederá si se enteraran de esto.

—Tranquila, no estás sola —dice mi mate como si leyera mis tormentosos pensamientos. Con estas simples palabras y ayudado por la conexión, una calma invade mi cuerpo y termino por soltar un sonoro suspiro, me reprendo internamente por haber dudado de su apoyo, decido disfrutar un poco más de su abrazo, desearía que este momento nunca terminara. A regañadientes y muy lentamente recogemos las cosas del entrenamiento cada uno inmerso en sus propias divagaciones, el recuerdo de mis padres cuando me explicaron que nos mudaríamos al pueblo de Lucine viene a mí, me dijeron que nos trasladaríamos a un lugar donde habían perros gigantes muy simpáticos, aunque esta última parte nunca fue verdad. Tímidamente tomo la mano de mi mate a medida que nos alejamos del claro en dirección a mi hogar, cuando estamos a punto de despedirnos le pido que se quede, en estos instantes necesito de su coraje, existe un lugar en esa casa que quizás pueda encontrar las respuestas que requiero, pero que al mismo tiempo he sido incapaz de ingresar sola, y es la pieza de mis padres, un santuario inmaculado que desde aquella ocasión en que le presté algunas prendas a Dante se ha mantenido cerrada. Nuevamente abro aquella puerta, el polvo me da la bienvenida rememoro que había invitado a mi mate para que me ayudara con la limpieza, pero el temor a enfrentarme a los recuerdos me impidieron concretar dicha cita. Percibo sus expectantes ojos sobre mí esperando la silenciosa orden de comenzar con el registro con el único y absurdo objetivo de encontrar alguna pista que hayan dejado mis padres biológicos, cualquier cosa que me permitiera por absurdo que parezca mantener la esperanza de que Dante esta equivocado con sus conjeturas. Finalmente nos topamos con una enorme caja con fotos de mi infancia, mis padres tenían la inusual costumbre de colocar en cada una de ellas una breve descripción de lo que sucedía en el instante en que se realizaba la captura, en aquella en particular estaba dando mis primeros pasos en nuestra antigua cabaña, poco a poco sentí como mis ojos se humedecían lentamente, los extraño tanto, quizás fue un error entrar, e inevitablemente comienzo añorar esos momentos donde simplemente nos sentábamos en el living a ver películas toda la tarde, riéndonos por esas ridículas comedias de acción que le fascinaban a mi papá, la nostalgia me invade, creí ilusamente que estaba superando su muerte, pero el simple hecho de cruzar el umbral de esta habitación consigue que mi corazón se apriete en agonía, ahora revisando cada una de las fotos siento que nuevamente me hundiré en mi charco de autocompasión, y egoístamente me pregunto ¿por qué me abandonaron?, quizás debí suplicarles que me llevaran en su viaje así no me hubiesen dejado atrás, tal vez todos estarían mejor sin mí.

—Lamento ser tan débil —susurró débilmente, es lo único que pienso mientras un inevitable sollozo surge desde mi garganta, fue pésima idea entrar. Sorpresivamente unos tiernos labios comienzan a besar mis lágrimas, sus manos se posan delicadamente sobre mis mejillas y me topo con ojos bañados por la preocupación. 

RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora