Capítulo 25

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Dante

Ha pasado una semana desde la cena con mis padres, solo restan siete días para que vuelva mi verdugo, en estos momentos me encuentro en los pasillos del hospital a la espera de que termine la revisión de mi mate. Debí corregirla de sus conjeturas, pero nuevamente fui un cobarde, y simplemente la deje asumir que el motivo de mi remordimiento se debía a una estúpida fiesta que hasta que ella no la mencionó ni si quiera había recordado, porque estaba 'ocupado' tonteando con Christina. No puedo evitar soltar un sonoro suspiro mientras observo avanzar las manecillas del reloj, necesito confesarle la verdad. Escucho como abren abruptamente la puerta y por la deslumbrante sonrisa de Anna deduzco que finalmente le han dado el alta e inevitablemente le devuelvo la sonrisa. Mientras caminamos en dirección a su casa percibo su mirada que fija en mí, ¿se habrá percatado de mi engaño?, escucho como inspira profundamente intentando infundirse coraje—. Dante, sé que no soy de mucha ayuda, pero puedes contarme qué te sucede, me duele observar como cada día te deterioras poco a poco. 

Probablemente se refiere a mis ojeras, últimamente me ha sido complejo conciliar el sueño, imaginándome cuál sería su reacción, ¿debería aprovechar esta oportunidad?, analizo los alrededores, estamos solos, pero luego recuerdo que recién le han dado el alta, sin deseos de arruinarle el día o quizás porque soy un cobarde prefiero esperar. 

Acaricio tiernamente su rostro—. Tranquila, solo estoy un poco ansioso por la competición, solo restan dos meses —miento descaradamente, porque lo último que he pensado ha sido en el torneo, pero al parecer fue una pésima excusa porque noto como mi mate se entristece.

—Hablaré con los chicos, te debes concentrar en tu entrenamiento, ellos... —dice mi mate.

—¡No! —interrumpo, lo que menos quería era perjudicarlos con mis mentiras, intento controlar mi nerviosismo y añado—, quiero decir, entrenar a los chicos de pulgoso, me distrae de mis preocupaciones —esto último es verdad, observarlos esforzase por completar el entrenamiento, me recuerda a cuando era cachorro y mi única preocupación era volverme más fuerte—, ahora que te han dado el alta, te espero mañana —agrego, con este último comentario consigo despistarla, finalmente nos despedimos en el umbral de su casa con un beso y no puedo evitar pensar que este puede ser el último. 

Mientras camino hacia la mansión recuerdo cuando le propuse entrenar a los omegas, a la mañana siguiente después de la magnifica cena con mis padres, cada vez que la recuerdo inevitablemente mi rostro se sonroja, al rememorar la infinidad de anécdotas que contaron sobre mí. Estaba esperando a mi mate salir de su turno, cuando me recibió con una sorpresiva declaración—, ¡Hey! no me comentaste que ofrecerías tus servicios de matón —al inicio la miré extrañado, hasta que recuerdo mi conversación con Christopher, probablemente él se lo comentó—, sí, le prometí a los chicos mis humildes servicios, aunque quizás debía ofrecerles algo más definitivo, ¿qué te parece un entrenamiento donde peligre su vida?, probablemente eso sea mucho más efectivo —concluyo emocionado.

Aún me causa gracia aquella mirada sorprendida que me devolvió, al parecer pensaba que estaba bromeando, hasta que se percato de la verdad, su rostro se transformó a una expresión de espanto, supe que fue una pésima idea mi propuesta.

—Es...un horrible idea —dice horrorizada.

—Pero...—digo en un inútil intento de justificarme—, el entrenamiento de la manada no funcionó.

—¡Claro! —me interrumpe mi mate—, porque cuando los instructores se percataron de lo débiles que éramos nos ignoraron y nos dejaron a nuestra suerte.

—Es no...—intento contradecirla, pero luego me percato que tendría toda la lógica, de que esa fueran las instrucciones del alfa, digo para qué invertir recursos en donde es probable que no se generen beneficios, pero al mismo tiempo con ello se continua aumentando la brecha. Y en ese instante me prometo que si me convierto en alfa modificaré dicha situación, mientras tanto conversaré el tema con mi padre para remediar el asunto. Mientras observaba el rostro expectante de mi mate tomé una decisión—, olvidemos el asunto en que su vida peligra —esta última frase pareció tranquilizarla—, ¿te parece buena idea si solo los entreno?   

RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora