Capítulo 7

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Dante

Nuevamente me encuentro en el despacho de mi padre, espero que sea rápido lo que sea que tenga que comunicarme, estoy cansado y solo quiero descansar. Mañana debo ir  a ver a Anna, siento que debo explicarle lo que pasó con Christina, aunque técnicamente ya la había rechazado por lo que soy libre de hacer lo que sea, pero el momento no fue el correcto, debí esperar hasta  que se recuperará, digo ella se hirió por mi culpa es lo menos que le debo.

—Dante, necesito que me escuches atentamente —dice seriamente mi padre, esto no augura nada bueno—. El concejo se ha pronunciado, y ha tomado la decisión de que el siguiente alfa será designado por combate.

Poco a poco las palabras hacen mella en mi interior, comprendiendo el verdadero significado de estas, el concejo no quiere que sea el siguiente alfa, lo que creí que era mi derecho de nacimiento me lo acaban de arrebatar.

—¿Por qué? —susurró.

—Por tu comportamiento en el último tiempo, y si a eso le sumamos que has permitido que muchas injusticias se gesten en la escuela, el consejo cree que no eres la persona idónea para el cargo.

—¡El consejo cree...o eres tú el que piensa eso! —grito furioso.

No escucho su contestación y me marcho dando un portazo, oigo los gritos de mi padre, pero no soporto estar en la mansión, me transformo y corro hacía el bosque. Pasan minutos, horas, siento como mis patas duelen por el esfuerzo. Finalmente decido volver a mi forma humana, y me dejo caer en césped, todo se ha derrumbado, desde que Anna apareció todo se ha derrumbado. Pero en el momento que aparece ese pensamiento lo desecho, el único responsable soy yo. Desde la época de mi bisabuelo que no se escoge al alfa por combate, soy una vergüenza.  Observo como el sol comienza aparecer en el horizonte, parece que no pude descansar como quería. Me dirijo a uno de mis tantos escondites, y me visto.

Luego de una larga caminata, llego finalmente al pueblo, ingreso al único restaurante que cuenta el pueblo de Lucine, necesito urgentemente un café, de lo contrario Anna tendrá que prestarme su cama. Mientras espero que traigan mi café y mi pastel de chocolate, no puedo evitar recordar las veces que vine y como Anna intentaba evitarme de la forma menos disimulada posible. Alguien se sienta frente a mí interrumpiendo mis recuerdos.

—¿Qué es lo que quieres?

—Esa es la forma de tratarme cariño —dice Christina, tratando de tomar mi mano, pero yo la alejo.

—Repito ¿qué es lo que quieres?

—Parece que alguien no anda de buen humor, seguro no quieres que trabajemos en ello, cómo la otra noche.

El recuerdo de esa noche provoca que se acumule un sabor amargo en mi boca, reafirmando la decisión que tomé en bosque.

—Christina lo nuestro ha terminado —observo como ella trata de replicarme—, te buscaré si cambio de opinión —pero sé internamente que no lo haré, la veo marchase indignada del lugar, al parecer no esta acostumbrada a ser rechazada.

Luego de comer, me dirijo al hospital, estoy ansioso por verla, ¿habrá despertado?, pero cuando entro a su habitación, me quedo unos segundos observando la escena, Edwin se encuentra sentado en una silla durmiendo sobre el regazo de mi mate tomados de la mano. En ese instante mi cuerpo se llena de ira,  y jalo de la camiseta a Edwin, este se despierta alterado y me dirige una mirada colmada de odio.

—¿Qué estás haciendo aquí tocando a mi mate? —grito, trato de controlarme  ya que de lo contrario lo terminaré moliendo a golpes.

—Creo que eso debería preguntártelo yo, ¿cómo te atreves aparecerte  por acá?...después de lo que hiciste con Christina, ¡Anna está en coma por tu culpa! —las palabras de Edwin me dejan mudo, y no puedo evitar observar a Anna que permanece impávida frente a la tormenta que se está gestando a su alrededor—, tú padre me lo contó —aclara cómo si adivinara lo que estaba a punto de preguntar—...lo mejor será que te marches.

—No lo haré, soy su mate y tengo todo el derecho a estar a su lado —contestó.

—Entonces empieza a comportarte como tal —dicho esto se marcha, no sin antes despedirse de Anna con un beso en la frente prometiéndole visitarla nuevamente. 

—Hola Anna, siento que hayas tenido que presenciar ese arranque de testosterona —comienzo, no puedo evitar ponerme nervioso en su presencia—...debe ser difícil tener que escucharnos y no poder decirnos que nos callemos. ¿Anna, me escuchas? —pregunto.

Y espero, observo tratando de ver si hay algún cambio por pequeño que sea, que me indique que esta atenta a mis palabras, pero nada, la enfermera ya me lo había advertido, pero no puedo evitar ilusionarme. Respiro profundamente y tratando de eliminar toda la frustración lo cual de cierta forma es imposible, ¿por qué añoro escuchar su voz?, ¿en qué momento todo cambio?.

—Anna, estoy asustado —confieso, mientras tomo su mano y darme valor para seguir—. Ayer mi padre me comunicó que el siguiente alfa será designado por combate, lo implica que en tres meses más todo aquel que desee convertirse en alfa participará en un torneo, donde él que resulte ganador será el siguiente regente. 

Dejo que el silencio nos envuelva, de cierta forma una vez dicho en voz alta todo se vuelve real, ahora he dejado de ser el siguiente alfa, y solamente soy un chico más.

—¿Sabías que el director solamente es un informante, y quién realmente dirige el colegio era yo? —pregunto—, se supone que una forma para observar el temple del siguiente alfa, y ver cómo gobernaría la manada pero en menor escala, y el director es parte del consejo, junto a mi padre y varios ancianos más , y ellos determinaron que no era digno para tomar el lugar de mi padre, así que sí Anna tienes razón —digo adivinando, lo que debería estar pensando en este momento—, yo tenía el poder para terminar con los abusos que sufriste. 

Lentamente me levanto, acaricio su pelo, le pido perdón. Pero antes de marcharme mientras la observo no puedo evitar pensar, ¿realmente puedo permanecer junto ella? ,¿cómo será cuando despierte? , ¿será capaz de perdonarme?


***



Muchas gracias a todas esas personas que están leyendo esta historia, espero que la sigan disfrutando :)

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