Capítulo 3

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Dante

Estoy cansado de esperar a Edwin, ¡quién se cree para plantarme! se supone que me ayudaría a organizar los últimos detalles de mi cumpleaños, y por supuesto de mi transformación que será esta noche. Finalmente llegó el día donde conoceré a mi mate, no me interesa si es linda o no, lo que espero es que sea influyente, fuerte, una líder, para que me ayude a proteger la manada. No una luna débil, que deba proteger, eso sería demasiado molesto y problemático.

A lo lejos veo como Edwin se acerca, parece que algo le molestó, ya que no deja de fruncir el ceño. Finalmente me desespero y termino por preguntarle qué le sucede.

—Anna —responde.

—¿Anna?, la omega —contesto enfadado, no sé porque oír el nombre de los labios de Edwin me produce un cierto malestar en el estómago— ¿qué fue lo que hizo está vez? 

—Sabes que Anna nunca...

—Ese es precisamente el problema —lo interrumpo—, déjame adivinar la molestaron otra vez, y tú llegaste a defenderla, ¿me equivoco? —agrego, y noto como su rostro se contorsiona por la rabia, pero a pesar de eso continuo, debe escuchar la verdad de una vez por todas—, amigo mientras siempre estés ahí para salvarla nunca se volverá fuerte.

—Dante, tu jamás lo entenderías, siempre has sido bueno en todo, no todas las personas son tan "perfectas" cómo tú, algunas necesitan apoyo, y tiempo, especialmente cuando están dañadas. No puedes dejarlos simplemente a su suerte.

—Claro que puedo —contestó molesto— te recuerdo que seré tu alfa, y esta manada no necesita actos de caridad.

—¿Qué tienes pensado? —pregunta aterrorizado Edwin, y no entiendo por qué, no tengo pensado mandar a matar a los débiles o algo por el estilo, eso sería prehistórico, pero obligarlos a asistir a un entrenamiento intensivo, donde solo los más fuertes sobrevivan me parece algo razonable, pero no se lo comunico a mi futuro beta, ya que intuyo de que no entenderá, está cegado por esa omega. Finalmente Edwin se cansa de insistir y nos dirigimos al bosque para preparar lo que será mi transformación, porque a diferencia de las los otros miembros de la manada, esta no es solo presenciada por mi familia sino también por la elite del pueblo, los que me ayudarán en mi próximo mandato.

Ya es cerca de media noche, solo faltan cinco minutos para que sea mi cumpleaños número diecisiete, me encuentro vestido con una bata para facilitar la transformación, pero tengo un bolso con ropa para cuando vuelva a ser humano. Comienzo a sentir como mi cuerpo empieza a hormiguear, mientras la luna alcanza su cenit, y el dolor me invade, mis huesos se fracturan, trato de recordar las lecciones donde me decían que solo debía respirar, y no luchar contra el dolor, pero eso es imposible, caigo al suelo, intento no gritar, pero inevitablemente se me escapa un gemido, y tan rápido como llego el sufrimiento este desaparece. Lo primero que noto son mis patas blancas, me acercan un espejo, y no puedo evitar sorprenderme por los ojos azules de mi lobo, porque debo aclarar, tengo unos hermosos ojos cafés. Huelo el ambiente intentando encontrar a mi mate, pero nada. No puedo evitar desanimarme, quizás se encuentre en otra manada. Mi padre, los miembros del consejo me estudian detenidamente, y al parecer están conforme con mi tamaño, y lentamente se van retirando, a medida que me dan sus felicitaciones, la única que no se encuentra feliz es Christina, creo que contaba con que fuera mi mate, pero al parecer la Diosa Luna no piensa lo mismo. No puedo evitar estar ansioso por encontrarla, una vez sólo recorro el bosque, definitivamente esta noche no dormiré, y corro hasta a agotarme. Finalmente decido volver, pero antes me dirijo al restaurante 24/7, ya que el ejercicio me abrió el apetito, al entrar la percibo, mi lobo grita <<mate>>, pero lo mando a callar, porque el olor es muy débil, al parecer estuvo acá por la mañana, aunque no puedo evitar sentirme aliviado, porque no tendré que recorrer medio mundo buscándola como otros no tan afortunados. 

Ya en la mansión lo vuelvo a sentir, ese olor a chocolate tan dulce, camino hasta al despacho de mi padre, donde lo percibo con más fuerza. Por la intensidad mi mate estuvo solo hace un par de horas acá,  entro sin llamar, el alfa me mira sorprendido, es primera vez que soy así de irrespetuoso, pero no me importa en estos momentos, solo me interesa mi mate.

—¿Quién se reunió contigo?—pregunto desesperado.

—A que te refieres con...

—¡Aquí! ¿Con quién te juntaste hoy? ¡Dime! —grito lo último.

—Hijo..¿Qué...?

—¡Quién!...contesta por favor —mi lobo está a punto de tomar el control, solo quiere saber dónde esta su mate, y esta dispuesto a retar a duelo a quién se interponga en su objetivo, mi padre al parecer, deduce lo que me pasa y me mira divertido.

—Christina, Edwin,Edgard, Anna, Juliette..

Voy descartando los nombres a medida que recuerdo quienes estuvieron en el bosque, hasta que uno llama mi atención—. ¿Anna? —interrumpo—, no ella no...es imposible ¿quién más vino?

—Tu madre, y el personal de limpieza, nadie más —contesta, y puedo notar que la diversión que sentía hace uno minutos ya se disipo y ahora lo observo preocupado.

—¿Tiene que haber alguien más? quizás alguien entró a tu despacho mientras no estabas— divago.

—Hijo, quizás Anna no era lo que esperabas, pero..

—No lo digas, no intentes convencerme que tener a una omega como mate es lo que la Diosa Luna quiere —interrumpo, y siento como mi lobo quiere luchar por el control, ahora que sabe quién es su luna, solo quiere encontrarla, pero se lo impido, y miro directamente al alfa, antes de pronunciar las siguientes palabras—. Si Anna resulta ser mi mate, la rechazaré, porque esta manada se merece una luna mejor, yo me merezco algo mejor, para eso fui entrenado.

Y con esas palabras abandono el despacho, solo restan unas horas para el amanecer, unas horas para ir al instituto y saber realmente si Anna es o no mi mate.  




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