Maratón 4/4

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Si algo era de temer sobre Arafat, era que ante su ira no había nada que nadie pudiera hacer. Vi su puño cerrarse hasta dejar la piel de sus nudillos blanca y lentamente empezó a levantarlo, sobre ella estaba la fulminante mirada de sus ojos negros como la noche y un semblante poderoso de ira.

-¿Vas a golpearme?- ante él, un hombre imponente yo solo era una temblorosa gelatina.

Su labio inferior temblaba. Arafat no podía hacerlo, no podría ser capaz...

-Skyler, has hecho caso omiso a mis órdenes- dijo en un gruñido.

-No me importa si me golpeas, con levantarme el puño lo acabas de hacer.- susurre

Se acercó unos pasos a ella y la tomo de los brazos.

-Dime ¿te importa Bel?- dijo

-Claro que me importa. Ya te dije que fue mi culpa ella solo hace lo que yo le pido.

Lo tomó de un solo brazo y la arrastró con fuerza fuera de la habitación. Se metieron en uno de los autos negros y Arafat arrancó sin importarle la velocidad. El guardia de la puerta casi fue arrollado por él.

-¿A donde vamos?- preguntó temerosa Skyler.

Arafat no prestó atención a Skyler y tomó una serie de caminos alternos que parecían laberintos, Skyler y había perdido el camino a casa.

Arafat se estacionó en medio de la carretera. Estiró el brazo frente a Skyler y abrió la puerta del coche.

-Bajate- ordenó

-pero...

-Hazlo- apresuró. - si no es Bel eres tú

Ella le hizo caso y cerró la puerta, era imposible que la dejará varada en medio del camino... Y eso hizo.

-NO PUEDES DEJARME AQUÍ- Corrió un par de metros siguiendo el coche

Después de un tiempo la temperatura empezó a descender con peligro, su chaqueta de felpas no le ayudaba mucho con el clima. Tenía miedo de estar sola en ese lugar oscuro y repleto de altos matorrales, un loco podría salir de ahí y atacarla.

-Idiota Arafat...idiota...idi..ota- tiriteaba

Había estado siguiendo el último camino que Arafat tomó, por más de una 1 hora. Era increíble que él me hiciera esto, no piensa en las  consecuencias, el frío estaba haciendo de las suyas en mi cuerpo y siento la nariz congelada y las piernas ya no quieren funcionar.

Tropecé y caí, todo se volvió negro y no sentí nada más que el asfalto frío sobre mi mejilla.

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¡oh, my love! Pt. IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora