—¡Oye! No empieces sin mí — exclamó Daniel al volante, mientras yo me llevaba un trozo de pizza a la boca.
—Hmmm, está más delicioso de lo que se huele —mastiqué y tragué el trozo—. Tú no quisiste quedarte a comerla ahí.
La pizzería a la que fuimos estaba un poco llena de gente, y además tenían una banda de rancheras tocando en vivo, y eso a Daniel le desesperó así que decidió venir al río y hacer un pequeño picnic. Yo no sabía que aquí había uno.
—¡Solo deja de comerla! — rió
—Dime que falta poco para llegar.
—De hecho ya estamos aquí — detuvo el auto y le puso el freno de mano, el lugar no estaba tan iluminado, solo unas pequeñas luces amarillas.
—¿Y nos quedaremos aquí?
—Vamos, es mejor que ese lugar lleno de olor a fritura — dijo y abrió la caja de pizza que descansaba en mi regazo.
—¿Y es seguro? — pregunté mirando a los alrededores. Solamente se escuchaba el correr del agua, y el sonido del viento caliente. Era una noche calurosa, el clima de aquí frecuentemente era así, y cuándo hacia frío no lo hacia tanto.
—Si estás conmigo sí — Respondió. Puse los ojos en blanco y agarré un trozo de pizza.
—Oye, cambiando de tema, no sé muy bien que decirle a mis padres cuándo lleguemos.
—¿Y qué les ha dicho a tu hermano?
—Que he venido con Elías.
Richard llamó a mí cuando se dieron cuenta de que no estaba en mi habitación, obviamente le mentí y le pedí que tranquilizara a Mamá y Papá, principalmente a Cecilia.
—Me siento mal por lo que he echo, les fallé.
—Pero ya estás aquí ¿te arrepientes?
—Creo que no.
—¿Creo?
—Bueno, cuando llegue a casa te lo responderé con certeza.
—Te aseguro que la respuesta será no.
—Eso, ya lo veremos. Además fuiste tú el que me estiró a todo esto.
Terminamos de comer la pizza y luego nos sentamos a beber de nuestros refrescos en el capó del auto mirando las estrellas y la luna, que por cierto, desde aquí relucian mejor.
—Y ¿dónde queda la casa de tu abuela? — pregunté dejando mi lata de Coca-Cola a mi lado.
—¿Ves esa casa de ahí? — señaló a una casa lejana al río, pero se veía desde aquí por las luces que iluminaban su alrededor.
—¿Es esa?
—Sí, a esta hora debe estar en su quinto sueño.
—¿Es materna o paterna?
—Materna — dijo mirándome y luego desvío la mirada hacia el río.
—¿Tu madre vive con ella? O... — No me dejó terminar
—Ella, ella ya no está con nosotros — musitó
—Oh, no tenía idea yo, lo siento.
—No te preocupes, hablar de ella ya no es tan doloroso. Mi abuela es lo más cercano a ella que me queda, sus hermanas también pero, ellas viven lejos de aquí —hizo una pausa mientras yo lo escuchaba atentamente—. Pero da rabia sabes, porque ninguna de ellas se preocupa tanto como yo, digo, no aprovechan tener a su madre viva.
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El chico del periódico | PAUSADA
Teen FictionRanking más alto en Novela Juvenil: 01/08/18 ? #343 Necesito comprarme una bici. Necesito aprender a andar en bici. Necesito saber quien es el chico que reparte periódicos, y por qué todas las mañanas me deja una nota entre sus hojas. ¿Por qué es...