032 |Aún hay secretos.

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A través de mi ventana observaba como Sofía corría detrás de Elías, él no se detenía y seguía caminando hacia su auto y ella insistía, veía como le gritaba palabras que yo no podía oír desde mi habitación, Elías subió a su auto y cuando estuvo dentro la miró y dijo unas cuantas palabras a lo que ella no respondió y quedó plantada en el pasto del frente de mi casa, mientras él retrocedía y desaparecía por la calle.

Dió la vuelta cabizbaja, me senté de vuelta en mi cama con las papitas que Elías me había traído en su visita de media hora y oí como Sofía subía las escaleras de regreso, cruzó la puerta y se sentó en la silla dónde estaba sentado Elías hace un minuto. La inspeccioné por unos segundos, parecía dolida ¿qué le había dicho Elías? ¿Que me estaban ocultando?

—¿Qué pasó ahí fuera? Te quedaste muda — pregunté con el ceño fruncido y me llevé una papita a la boca.

—No sé cuándo se le va a pasar —dice suspirando, vencida—. O tal vez no se le pase nunca.

—Es extraño porque, creo que hay algo más — digo haciendo una mueca—. Algo más por lo que se ha enojado

—Tal vez, no lo sé lo extraño muchísimo.

—¿Qué es eso algo más? ¿Por qué no puedo saberlo?

—No hay nada más, en serio —me mira con los brillosos—. Pero en fin, hablemos de tí y ese chico. Digo ¡no me has contando mucho!

—Pues te mentí, no es tan feo que digamos

—¡Ja! ¿Es más lindo que Christopher? ¿O más feo?

—Más lindo — admito suspirando, recordar a Christopher solo me traía una sensación de tristeza.

—Ey ¿Que pasa? ¿Que es?

—Es él, Chris. No ha llamado en mucho tiempo, ya no sé ni lo que somos.

—¿Y por este chico? ¿Que sientes por él?

—¿Por Daniel? —pregunto—. ¡Amistad!

—¿Amistad? Bueno, yo creo que él sí se gusta de tí. Digo, no a cualquier chica empiezas a acosar así porque sí, todo tiene un motivo todo pasa por algo.

—Sí estás pensando que puedo tener algo con él, no es así — explico levantando las manos.

—¿Quién dijo eso? —preguntó arqueando una ceja, luego estalló en risas—. ¡Lo dices porque quieres tener algo con él! Te guusta, lo quieres, quieeres volver a besarlo — Canturreó

—¡Callate! — grité y le lancé un cojín que logró atajar con las manos.

—Okey está bien —se recompuso—. Ya no hablaremos de esto si no quieres, pero piénsalo, hazte esa pregunta de ¿Por qué lo seguí como una loca en bici? ¿Por qué lo dejé entrar a mi habitación anoche?

—Aguarda, yo no te conté eso.

—¡Ups! —dijo llevándose las manos a su boca.

—¿Fué Nico? —ella asintió—. Nada más faltaba que ande de chismoso.

—Es dulce. Pero aún no lo he conocido. — Se encoge de hombros.

—Y tú ¿como vas con Nico?

—Pues bien. Muy bien

—¿Y con tus citas al psicólogo?

—Va bien —dice ladeando la cabeza—. Bueno, más o menos, pero Nico me ayuda mucho, estamos todo el día juntos que no me da tiempo de acordarme de nada.

—¿Se cuidan?

—¿Qué?

—En las relaciones — Puse los ojos en blanco

El chico del periódico | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora