034|Todo se sale de control.

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—Jamás imaginé que iba a estar haciendo esto — dije rodando los ojos, Daniel se encontraba detrás de mío mientras nos escondiamos de algún guardia o alguien que  nos pueda ver.

—Si no llegaba a tu vida jamás conocerías la adrenalina —susurró—. Mira es la diez.

Sólo nos faltaban dos cabañas más para llegar a la 13, probariamos suerte con esta. En realidad, Daniel juró que estaban ahí así que confié en su instinto. Corrimos y cuando llegamos al frente todo estaba en silencio, sentí miedo.

—¿Que me darás a cambio por todo esto? — preguntó

—¿Por todo que?

—Por traerte hasta aquí, por decirte en que habitación estaban — Respondió mirándose las uñas.

—Una bofetada, ya déjate de tonterías que estoy nerviosa.

—Esperaba un beso.

—Basta de eso ¡no habrá más besos! Rápido, puede venir alguién.

Daniel se acercó a la puerta y pegó su oído a ella, giró el pomo de la puerta pero estaba cerrada. Entonces golpeó dos veces.

—Espera ¿qué.. — No me dejó terminar, oímos una voz femenina.

—¿Quién? — gritó desde adentro.

—¡Servicio a cuarto! — Daniel puso voz de mujer. No pude evitar reír, pero el corazón me latía a mil por hora.

—Ah ¡Ya va! — respondió.

—Por Dios creo que voy a desmayarme — susurré

—Cuando ella abra...— No pudo terminar.

Escuché como giraba la llave detrás de la puerta y luego se abría lentamente, una chica de cabello castaño hasta el hombro apareció vestida con una bata de baño.

—Hola, quería ofrecerte la promoción de una cena romántica en el restaurante "El amante" ¿Tienes usted pareja?

—Hola, vaya justo no sabíamos dónde cenar.

—Dígale a su pareja, tal vez le guste la idea — dije y guiñé un ojo a la chica—. Solo que debe ser ahora ya que le reservaremos una mesa.

—Oh bueno, él se está dando una ducha pero...

—La esperaremos, no hay problema, vaya y pregúntele — le sonreí

La chica asintió y cerró la puerta de nuevo.

—No pude ver nada.

—Es ahora, entremos. — Sin dejarme responder abrió la puerta y se metió dentro, dudé un poco, pero finalmente lo seguí. Se escuchaba el caer del agua en algún lugar de la pequeña casa.

Me llené de valor y estaba dispuesta a saber la verdad, así que fuí a la habitación siguiendo el ruido del agua. Ví unas botas que se me hicieron familiares, la ropa de la chica estaba tirada en el piso, quién sabe desde que hora estaban teniendo sexo. Quise llorar.

La puerta del baño estaba entre abierta, temblando y con el corazón a punto de salir por mi boca la empujé despacio. La imagen que tenía frente a mí confirmó que los meses junto a Christopher habían llegado a su final.

La tenía frente a él sentada en el lavado, le susurraba cosas al oído y le metía las manos por debajo de la bata acariciando sus muslos.

—¿Por qué? — fué lo primero que logré articular ya con los ojos llenos de lágrimas, porque de verdad yo no entendía que hice para que Chris me hiciera esto.

El chico del periódico | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora