044 | Un chico nuevo.

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Tres, tres días habían pasado desde que Daniel había dejado mi habitación sin importarle las lágrimas que corrían por mis mejillas, hace tres días que no sé nada de él y no hemos vuelto a hablar.

Lo veo por los pasillos y en los recreos, siempre está riendo con esa chica ¿Cómo es que puede sonreír? Me pregunto eso, pero luego la respuesta se aparece rápidamente en mi mente "Es que no siente lo mismo que tu" y es difícil asimilarlo, las promesas rotas a veces duelen demasiado, tanto que te quitan el sueño, el apetito, y solo te preguntas cuando volverás a tener esa vida normal, sin la persona que causo todo este desastre y se fue como si nada. Elías me ayudaba un poco, pero solo un poco porque cuando algo estaba por parecerme gracioso y hacerme reír aparecían los recuerdos de él y todos sus intentos por olvidarme de él se iban al carajo.

¡Carajo!

Estoy llegando tarde a clases, el timbre de entrada ya sonó y me he quedado pensando sin darme cuenta de nada. Algunas personas todavía están en los pasillos, cargo dos libros en mi mochila y cierro mi casillero, me cuelgo la mochila al hombro y luego...

Luego todo pasa muy rápido, un chico muy torpe se cruza en mi camino con una skate, y caemos los dos al piso.

—Que rayos — murmuro buscando al chico, esta arrodillado buscando sus gafas, me incorporo para llegar hasta ellas y alcanzarlas pero alguien las toma y las pone frente a él, alzo la vista y me quedo petrificada mientras me levanto.

—Amigo deberías tener más cuidado, si estas medio ciego, no deberías ir en esto —dice Daniel y alcanza el skate con el pie.

—Lo siento, los lentes de contacto dejaron de funcionarme — dice incorporándose y se pone las gafas.

—No te preocupes, no me paso nada —digo encogiéndome de hombros

—Pero igual te debo una disculpa ¿Cómo te llamas?

—Victoria — dice Daniel muy seriamente.

—Lo siento Victoria, espero algún día me aceptes alguna invitación para compensarte que vas a llegar tarde a clase.

—Con gusto — sonrío

— ¿A ti no te molestaría verdad? — pregunta a Daniel

Estoy aguantando la risa, esto se ha tornado gracioso.

—Adelante. — Daniel guiña un ojo.

—Pues bueno, debo irme. — el chico de cabellos castaños toma el skate y se pierde por el pasillo. Lo veo irse, miro a Daniel de reojo y hecho a andar también.

—Gracias por haberme contado lo de mi hermano — dice Daniel tomándome del brazo, la mandíbula se le tensa ligeramente.

—Iba a decírtelo, pero decidiste no hablarme mas — sonreí sarcásticamente

—Está bien, hasta luego, Victoria — dijo sarcástico y se fue con una risita. Es un maldito.

Salí de la clase de Física luego de dos horas, sin ganas de nada, la profesora me había regañado bastante por la llegada tardía, ni siquiera quiso escuchar el percance que tuve esta mañana.

Me dirigí al comedor directo a la mesa en que Elías siempre se sentaba, no sabía si había venido ya que no li hoy, pero esperaría. Tenía una prueba en la siguiente clase de Geografía así que saque mis apuntes y repase los temas.

—Eh, Victoria — un toquecito en mi hombro interrumpió mi concentración. Este chico otra vez —. ¿Puedo sentarme?

—Sí, claro — sonreí. El chico era alto, pero no tanto como Daniel, sus labios eran muy rosados y su cabello de un marrón igual que sus ojos, tenía un poco de músculos, y su piel era muy fina y blanca, su dentadura era perfecta.

—Victoria, quería pedirte de nuevo disculpas por lo que paso hoy...

—Eh, espera, en primer lugar mi nombre es Priscila, y en segundo ya te disculpaste y estoy muy bien así que no te preocupes

—Vaya, Priscila

—Si es que veras mi... amigo o ex amigo, lo que sea— explico dando un chasquido con la lengua—, no se porque lo hizo, solo dejémoslo así.

—Está bien, yo no voy a preguntar más sobre él.

—Gracias, y no le hagas caso, sigue usando esa skate igual, si es lo que te gusta.

—Sí, de hecho no pretendo dejar de usar la skate aunque ahora mi vista es un problema, los lentes de contactos dejaron de funcionarme y sí, estoy medio ciego.

— ¿Qué paso con tus lentes de contacto?

—Me irritan los ojos sabes, me da una alergia horrible, pero mi oculista seguirá buscando una solución, hacer skateboarding se me dificulta con estas gafas.

—mm ¿skateboarding?

—Si es que me gusta todo eso de deportes extremos, si quieres puedes ir a verme un día para que tengas más ideas de lo que es.

—De hecho lo sé, pero nunca he visto chicos que lo hagan solamente en las películas así que iré

—Genial, me das tu número y coordinamos digo, si estas de acuerdo. — dice sacando su móvil

—No, anota — respondo y le dicto mi número

—Nunca te he visto por aquí

—Yo tampoco, es que bueno, somos muchos, pero dentro de unos meses ya saldré de aquí

—A mí me falta un año y lo que queda de este — explica haciendo una mueca

Hablamos hasta que fue de nuevo la entrada y nos tuvimos que despedir, me parecía un chico interesante, increíblemente todo el tiempo que hablamos Daniel no se cruzó por mi mente ni una sola vez. Federico era un año menor que yo, y vivía un poco lejos de aquí, a treinta minutos en autobús. Mientras que camino por el pasillo para llegar a mi próxima clase el móvil suena en el bolsillo de mi chaqueta, es un mensaje de Elías

"No puedes tener otro amigo, ¿O acaso, no es un amigo?

Suelto una risa y niego con la cabeza, al parecer me vio y no quiso acercarse.

"Deberías haberte acercado, te estuve esperando y ¡No es un amigo! No te cambio por nada del mundo"

Envió el mensaje y rápidamente contesta

"¿Un crush? ¿Un ligue?"

"Es una laarga historia, te cuento luego :)"

"NOOO! :("

Guarde el móvil y fui a mi clase, cuando llegue la mayoría ya estaba, en el medio de la fila de sillas y mesas vi a la chica, la amiga o lo que sea de Daniel, me senté dos sillas antes de ella. Saque un lápiz de mi mochila, y espere a que el profesor llegara.

—Hola compañera, ¿o debería llamarte cuñada? — La pelirrubia de Katherin me cuestionaba apoyada en mi mesa.

— ¿Disculpa? — Pregunte sin entender nada

—Me entere de un tropiezo por ahí, con una skate... Con mi hermano. — dice enrulando su larga cabellera con un dedo

—Eres ridícula, cuñada por un solo tropiezo — digo y pongo los ojos en blanco.

—Pensé que podíamos ser amigas pero te empeñas en ser mi enemiga.

—No soy tu enemiga, lárgate

—No te conviene que me trates así, ya lo veras

—Uy, que miedo.

La puerta se cierra y el profesor pide que todos estén en sus lugares, y nos desea suerte para la prueba, la rubia está sentada frente a mí, sí que Federico tiene una hermana ridícula e insoportable. 

El chico del periódico | PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora