Capítulo 4 Viaje por las nubes

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Conocí a Todd el último día de clases de la primera mitad del año, por lo que la siguiente semana ya me encontraba de vacaciones luego de seis meses de estudio. Tenía tres semanas libres y la primera la pasé en casa, viendo televisión en la sala o leyendo algún libro en mi cuarto.

Recibimos la visita de Todd y sus padres porque los míos los invitaron a un almuerzo de bienvenida y agradecimiento luego de que les comentara mi incidente de aquella vez.

Se llevaron bien de inmediato, conectaron, y en poco tiempo parecían ser amigos de toda la vida, el martes fue el último día de sus visitas, llegaron a decirnos que saldrían de viaje hasta el final de julio.

—Que tengan un buen viaje —le desee a Todd y sus padres con una sonrisa viéndolos  desde el borde de la cerca empacar sus maletas en su auto.

—También disfruta tus vacaciones —me respondió él despidiéndose antes de entrar al auto.

—Tomen muchas fotos, es muy divertido verlas después —fue mi recomendación de viajera experimentada.

 —Consejo aceptado señorita Lya —sus padres era muy educados, me llamaban señorita Lya en lugar de solo mi nombre, sonaba inusual, pero no me molestaba, —Hasta pronto —se despidió su mamá agitando su mano fuera de la ventanilla. 

—El clima ya empieza a ser frío, cuídense mucho señorita Lya —fue lo último que alcancé a escuchar por parte del señor Treiker antes de que avanzaran.

Al día siguiente y sin previo aviso mis padres me dijeron que saldríamos de ''viaje por las nubes'' por lo que empecé a alistar mis maletas de inmediato entrando en una mini crisis existencial a pesar de llevar pocas cosas, porque no recordaba qué ropa ya se encontraba en el lugar al que íbamos, terminando con una maleta mediana.

"Viajar por las nubes", ese era un código que mis padres inventaron cuando yo era pequeña, significaba que íbamos a visitar a mis abuelos, los padres de mi mamá, en Inglaterra, ya que íbamos en avión.

—¿Tienes todo listo? —preguntó mamá luego de estar viéndome subir y bajar por las escaleras.

—Sí solo que no sé donde dejé mi maleta —había estado andando por toda la casa con ella para no olvidarla y resultó que no sirvió porque la perdí de todas formas. 

—Lya cómo... —no pudo terminar su frase soltando un suspiro en su lugar y pensando —¿Ya revisaste en el auto?

—¡El auto! —reaccioné saliendo para encontrarla ya guardada en la maletera.

—Lya, ya guardé tu maleta ¿es esa cierto?  —salió papá tranquilamente del auto luego de asegurarse que estaba todo bien adentro, y regresando a la casa.

—Papá ¿Por qué me conoces tan bien? —cuestioné saltando sobre su espalda cayendo en el jardín poniéndome de pie para alejarme unos pasos.

—¿Y yo qué hice? —preguntó sentándose —Lya vuelve te ganaste un ataque de cosquillas —se puso de pie con esfuerzo para perseguirme por todo el jardín.

Mamá en la puerta nos observaba riendo.

Logramos llegar al aeropuerto a tiempo  y subimos a nuestro avión luego de pasar por las revisiones correspondientes. Me encantaba ver las nubes por la ventana, escuchando mi música favorita con audífonos, mi asiento reclinado con una suave manta cubriéndome, ignorando a la persona molesta que a veces se sentaba en el asiento de atrás como si fuera su trabajo golpear el de adelante, era lo que más me gustaba de viajar y lo disfrutaba completamente.

Llegamos el viernes por la mañana, salimos del aeropuerto y alquilamos un auto color beige para poder ir directo a la casa de mis abuelos.

Bajé la ventana para poder sentir el clima cálido a mitad del verano muy distinto al invierno en que estábamos en casa, las flores se veían hermosas y los pequeños pajaritos se acercaban a cada ventana abierta de los autos que había, incluida la mía, cantando dulces melodías y aleteando rápidamente. Bueno, admito que tal vez no era del todo un cuento de hadas y que más bien el sonido que predominaba era el claxon de los autos por un tiempo, pero mientras más nos alejábamos de la ciudad se volvía parecido.

El Destino De La SeñoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora