Capítulo 33 Estoy despierto

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Príncipe Phillip de Eridio

Abrí los ojos con pesadez observando primero a Todd que se levantaba rápidamente, escuché el sonido de la puerta cerrándose y pasos aproximándose.

Madre tomó mi mano  —Que alivio —expresó acercándola a su mejilla —Hijo, ¿Cómo te sientes? —preguntó con preocupación revisando mi frente.

—Algo cansado —respondí en voz baja mientras mi visión se aclaraba.

—¡Felipe! —llamó una voz muy conocida acercándose para que la viera.

—Alice Bennet —respondí en un susurro reconociendo su rostro con algo de dificultad provocando que quedara atónita, antes la había conocido en una de mis visitas al palacio de Taurel y su inconfundible cabello dorado no escaparon de mis memorias, al ver a mi hermano a su lado noté que tenía la misma expresión.

—Hola Francisco Marchant —continué con el mismo tono de voz tratando de mostrar una sonrisa, poco a poco recuperaba fuerzas para poder sentarme.

—¡Lya! ¡Lya!—repetían.

—Súbela a su habitación —indicó la dama July.

Pude darme cuenta que Lya se había desmayado, vi Todd subir con ella junto al chico que la cargaba mientras trataba de ponerme de pie pero me detuvieron, aún sentía las punzadas solo que con menor intensidad. Levanté la vista observando a Henry quien evitaba verme directamente.

—Príncipe... Henry de Westerin —lo llamé.

Él asintió y me acerqué con rapidez, al recordar todo lo que su familia había provocado solo podía sentir resentimiento hacia él. Nos habíamos conocido en el pasado sin darnos cuenta que éramos príncipes al encontrarnos en una de las ciudades principales de Eridio mientras salía a explorar encubierto, poco después me enteré de quién era en realidad junto con los actos cometidos por sus padres.

A pesar de ser antes los tres aliados, su reino traicionó a Taurel  trayendo consigo innumerables muertes entre ellas el de sus majestades Alexander y Liliana. Además, también la apoyaron en la segunda guerra exigiendo la entrega voluntaria de la princesa y prácticamente el desarrollo de toda esta situación.

Lo tomé de los hombros casi llegando a arrinconarlo, nadie me detuvo y él tampoco se defendió, luego de unos segundo logré calmarme entrando en razón.

—Por favor, perdóneme príncipe Henry —dije arrepentido soltándolo y volviendo a la realidad.

Debido al regreso repentino de mis recuerdos mi cuerpo había actuado basado en ellos, pero mi nuevo yo recordaba el tiempo que pasé con Henry en esta vida y lo diferente que se mostraba a sus padres cuando lo conocí a los 10 años.

Hace seis años

Estaba aburriéndome demasiado en casa porque Francis entrenaba con Robin sin que se me permitiera participar, padre había salido de viaje y madre no salía de su oficina en lo que me parecieron días. 

Fue una de las veces en los que pasé por alto las palabras de mi madre y quise salir al parque, pero el camino que recordaba no era el correcto quedando en medio de unas calles desconocidas.

—¿Te perdiste? —preguntó un niño un poco más pequeño que yo y lo ignoré por completo, no podía compartir mi situación con alguien más pequeño —Luego me llaman a mi descortés —sus palabras atacaron mi orgullo.

—Sí, me perdí, ¿tú igual? ¿Cuál es tu nombre —empecé a prestarle atención.

—Soy Henry —saludó con calma extendiendo su mano.

El Destino De La SeñoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora