Capítulo 57 Palabras del guardián parte 9

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—Treiker.

Mamá ¿sucedió algo? —eran pasado la medianoche, llamadas a esta hora no eran usuales.

—Tranquilo, no es nada, solo olvidé avisarte algo —habló en calma —Estarán libres del entrenamiento unos cuatro días, me parece que su alteza no estará en condiciones y puede que pase todo el día en cama, avísale a Alice y al vicecapitán Gabriel por si aún no lo saben.

—¿A ella le pasó algo malo?

—No es algo grave, va a estar bien en unos días —mamá no ocultaría algo de ser importante—. Bien, descansa hijo, buenas noches.

—Adiós mamá, descansen.

Llamé a Alice en cuanto mamá colgó para avisarle que hoy no saldríamos por si Lya no se lo había comentado. Desafortunadamente no respondió y cuando lo intentaba nuevamente tocaron a mi puerta.

—Henry.

No llevaba sus lentes y sus ojos se notaban cansados por lo que seguramente acababa de despertar.

—¿Tuviste una pesadilla? —intenté bromear, pero él no mostró ninguna reacción más que un bostezo.

—Ella dejó su teléfono cuando vino por la tarde, llama a Pam si la necesitas en lugar de ir a su habitación, te enviaré su número —dijo antes de dar media vuelta y regresar a su habitación que estaba al lado de la mía.

Me llegó su mensaje con el número de Pam casi de inmediato y al marcar su número afortunadamente respondió.

—¿Buenas noches? —habló precavida al ser un número desconocido, su voz no se notaba cansada.

—Buenas noches, Pam, soy Treiker, perdona que llame a esta hora —me presenté algo apenado.

—Joven Treiker, no se preocupe, ¿qué puedo hacer por usted? —se mostró muy servicial.

Le dije que le informara a Alicia en cuanto se despertara que permaneceríamos en el castillo unos días y se le permitiera a Lya quedarse en cama si así lo prefería.

—De acuerdo, joven Treiker, yo me encargó.

—Mu...

Cortó la llamada antes de terminar de agradecerle.

Ella era del tipo que se tomaba muy en serio las tareas que se le encomendaban considerando que era parte de su deber y por lo cual no se debería agradecer.

También usaba un tono muy sereno y confiable, parecido al de Henry, añadiendo la brutal honestidad en su enfoque realista que le otorgaba humor.

Volví a dormir y como todos los días desperté temprano para salir a correr con Gabriel antes de desayunar. Alicia y yo teníamos un sistema para ambos estar siempre alertas, así mientras nosotros corríamos ella podía desayunar y luego de ello salir a correr mientras nosotros desayunábamos.

—¿La señorita no irá hoy?

—Mi madre dijo que no sentía bien —noté su mirada de preocupación —Aunque no es nada grave —aclaré antes de que dijera algo y se relajó.

—Entonces pasaré el día vigilando a los alrededores con los demás.

Asentí —Por cierto, ¿sabes en qué habitación pasa el día el joven Henry? —pregunté.

—Una en la parte posterior, en el tercer piso.

Henry estaba allí solo, desayunaba, almorzaba y cenaba solo al no querer salir hasta que fuera la hora de dormir.

El Destino De La SeñoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora